Jugar es, muchas veces, la mejor forma de aprender. Que se lo digan si no a los más de 150 alumnas y alumnos que ayer participaron en la cuarta edición de los Ludi Constantinenses, una actividad que, en el marco de Tarraco Viva, tiene el objetivo de acercar la cultura romana a los más jóvenes.
Lo hace a través de un circuito de juegos inspirado en el ocio de aquella época. Todo ello tuvo lugar en el Conjunt Monumental de Centcelles, un complejo arquitectónico del final de la época romana ubicado en Constantí.
Fue una mañana de aquellas que dejan huella, un denominador común de las salidas escolares, que persiguen ese objetivo tan ansiado de marinar el entretenimiento y el aprendizaje.
Una receta que empezó el grupo cántabro Jano Reconstrucción Histórica a través de la recreación Gladiador, un ofici perillós, que ya habían ofrecido el día anterior en el marco de la actividad Un dia a Tàrraco!, en la que participaron más de 700 alumnas y alumnos.
Después de dicha representación, fue el turno de ponerse manos a la obra y de empezar con los juegos. El alumnado asistente se organizó, por colores, en cinco factios –los grupos de la época romana, y, a su vez, cada uno de estos cinco se dividió en cinco subfactios, cada uno de ellos representado por un número entre el uno y el cinco.
A partir de ahí, todos los factios comenzaron a realizar el recorrido, que constó de un total de cinco juegos en los que tenían que competir para conseguir la máxima cantidad posible de monedas, que les darían derecho al premio final.
Cada una de las cinco actividades puso el foco en un ámbito distinto. Hubo una que fue un taller de escritura, que puso a prueba las habilidades caligráficas de las alumnas y los alumnos participantes.
Con las letras estuvo relacionada también Alea iacta est: después de lanzar diversos dados, los participantes tuvieron que escribir diferentes palabras en latín, que les otorgaban más puntos cuantas más letras tuvieran.
Hubo también tiempo para el ocio relacionado con los juegos de mesa. La actividad Medusa consistió en un particular juego de la oca. Y es que, contrariamente a la tabla tradicional, esta estuvo relacionada con conceptos clásicos de la Antigua Roma.
El gran objetivo era conseguir el mayor número posible de monedas. El factio que ganaba era el que se llevaba más, pero todos terminaban consiguiendo alguna.
Y es que llegaban a lograr hasta por desenlazar el asesinato del emperador Adriano. Los estudiantes tuvieron que descubrir quién lo había matado, a través de diferentes pruebas que les proporcionaban pistas para llegar a la solución final.
No faltó el deporte. Los Ludi Olympici romanos dos mil años después. En total, cuatro pruebas completaron estos mini Juegos Olímpicos: salto de longitud, lanzamiento de jabalina, una carrera de relevos con grupos de cuatro y una a caballito con grupos de dos, al más puro estilo de las carreras de cuadrigas romanas.
Todos esos ingredientes cocinaron una mañana de competitividad sana y de una instrucción práctica exprés en los conceptos enseñados cada semana en las clases.
Recordarlos tuvo premio, ya que seis subfactios –iban a ser cinco, pero hubo un empate– se coronaron como los ganadores. Nunca mejor dicho, ya que el premio fue una corona triunfal.
Estas fueron otorgadas por Mercè Grané, directora del Institut de Constantí y representante del ICE de Clàssiques de la Universitat Rovira i Virgili (URV) –entidad que organiza el acto–; por Óscar Sánchez y Dolors Fortuny, el alcalde y la concejal de Educació del Ayuntamiento de Constantí –que también colabora en el acto–, y por Mònica Borrell, directora del Museu Nacional Arqueològic de Tarragona (MNAT) –que, junto con el Departament d’Educació de la Generalitat, el Festival Tarraco Viva y el Institut de Ciències de l’Educació (ICE), también colaboran–.