Ha sido la voz mediática de las residencias, esos lugares arrasados por el virus que, un año después, empiezan a respirar gracias a la vacuna. Cinta Pascual (Sant Carles de la Ràpita, 1970) preside la Associació Catalana de Recursos Assistencials (ACRA), la patronal de los geriátricos en Catalunya. «La mujer ha estado al pie del cañón en esta pandemia porque, de entrada, es más cuidadora que el hombre. El 90% de gente que pide ayudas para cuidar son mujeres. No solo ha pasado en las residencias, sino en los domicilios. Ellas han aguantado en casa, han llevado a los niños al colegio», cuenta ella.
El componente femenino en las residencias es evidente: la mayoría de los trabajadores son mujeres y también una gran parte de los residentes, debido a la mayor esperanza de vida. Nadie como ellos ha estado en ese frente de batalla, combatiendo cara a cara contra los envites del virus. Un ejemplo es Anna Carreras , coordinadora en la residencia Barà Bahia, en Roda de Berà; o Teresa Soria , en La Mercè, que fue la primera vacunada en el Camp de Tarragona; o Manuela Gaibar , una abuela de 104 años en La Ràpita que se contagió tras la primera dosis pero se recuperó rápidamente, casi sin síntomas, en una reacción icónica de la nueva etapa de esperanza que se abre ahora que el virus parece remitir.
Cinta Pascual , como responsable de la patronal, dio la voz de alarma cuando las residencias se vieron desbordadas. «Este año ha sido horroroso emocionalmente, muy complicado, y también muy difícil físicamente. Más que cuidadoras hemos sido guerreras», relata la ebrense, para quien este 8-M es una forma de reivindicar a la mujer por su rol contra el virus.
No solo las mujeres en las residencias han sido puntales. Sanitarias, farmacéuticas, conductoras de bus, policías, cajeras, camioneras, profesoras, agricultoras o periodistas, todas ellas se han erigido en esenciales durante este año de pandemia. Bien sirva este Día de la Mujer como homenaje.
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