Parece Las Vegas, pero es Constantí. Luces de colores, renos, estrellas, papa noeles gigantes y árboles de Navidad. Todo ello envuelve la casa de Toñi y Mamen que, por unas semanas, se convierte en el principal atractivo de este pequeño municipio al lado de Tarragona. Se trata de una vivienda unifamiliar de tres plantas completamente adornada de motivos navideños, con luces y figuras como elementos estrella. La propuesta ha tenido tanto éxito que incluso hace unas semanas se celebró la fiesta de inauguración por todo lo alto. Los impulsores de la iniciativa aseguran que no solo lo hacen para ellos. «Sobre todo queremos que lo puedan disfrutar los más pequeños», añaden.
La historia se remonta a hace ocho años, cuando el matrimonio empezó a decorar su casa. Primero una luz pequeña en el balcón, luego una grande. Después una figura, un letrero, y, al final, esta obra de arte. Los protagonistas son Carmen Andreu y Antonio Sánchez –Mamen y Toñi para los amigos–. «Empezó como una tontería, pero año tras año queríamos innovar», explica Mamen. La decoración deja sin aliento a cualquiera. Desde un letrero deseando felices fiestas, hasta ciervos dando la bienvenida, pasando por trineos y farolas.
El matrimonio no tiene contabilizado el dinero que se han gastado a lo largo los últimos años. Tampoco lo que consumen de luz durante el mes de diciembre. «La verdad es que el consumo no se dispara. Las luces son leds y, además, intentamos no usar nada eléctrico durante estos días. Cocinamos fuera, en la barbacoa», explica Toñi, quien asegura que hacen lo que haga falta para compensar el gasto.
La pareja se ha recorrido buena parte de España en busca de la iluminación más novedosa. «No queremos las típicas luces de calle, buscamos cosas más exclusivas», dice Toñi.
El montaje empieza a partir de septiembre, para tenerlo listo a principios de noviembre. La planta baja es trabajo de Mamen, mientras que de las plantas superiores se encarga Toñi –de oficio herrero y muy manitas–, con la ayuda de su hermano. También él se ocupa de la parte de las conexiones eléctricas, que no son pocas. «Son muchas horas de trabajo. Lo intento hacer al salir de trabajar», explica. Llega un momento que tienen que alquilar una grúa para ultimar los detalles.
El día grande para esta familia es, desde hace unos años, el último viernes del mes de noviembre. Es entonces cuando Toñi y Mamen organizan una fiesta de inauguración y de encendida de las luces. En la cita no faltan los fuegos artificiales ni el cava. «Hacemos una jornada de puertas abiertas. Todo el mundo puede entrar y disfrutar de las luces», explica Mamen. Para los vecinos de Constantí, esta fecha ya está marcada en roja en su calendario navideño. «Esto es mejor que Vigo. Con esta casa en medio del pueblo no hacer falta viajar», decía un vecino, el día de la inauguración.
Quien quiera visitar la casa iluminada lo puede hacer cada día de seis de la tarde a dos de la madrugada hasta el día de Reyes. La dirección es calle Major, número 126. Es la primera casa que se ve a la entrada del pueblo, viniendo desde Tarragona. «Si estamos en casa, que nadie dude en llamar al timbre. Le abriremos y le enseñaremos», dice Toñi. Por allí han pasado ya centenares de personas. «Solo te diré que ya he hecho más de 200 paquetes de chuches para los visitantes», añade Mamen. Aparte de creativos, también son gente acogedora.
Para Mamen es importante destacar que son una familia humilde, trabajadora. «Que nadie se piense que somos millonarios para montar todo esto», dice. Aseguran que lo hacen para que los más pequeños puedan pasar un buen rato. «Pienso en aquellos niños que en su casa no tienen ni una luz. Que pasen por aquí delante y puedan disfrutar de ello, me alegra mucho y me hace muy feliz», explica Mamen, quien añade que «cuando veo la sonrisa, ya sea de un niño o de un adulto, pienso en que el esfuerzo de montarlo todo ha valido la pena». El matrimonio asegura que, mientras tengan salud, seguirán dando vida a esta locura, Navidad tras Navidad. La casa de Toñi y Mamen es un trocito de cielo iluminado. Tendremos que disfrutarlo mientras dure.
Espíritu navideño en El Catllar
Cuenta Enrique ‘Kike’ Quero que todo comenzó hace unos quince años cuando su mujer, Pedchy Ramos colocó «cuatro lucecitas» en el árbol de la entrada. «Ella me despertó el espíritu navideño» confiesa. Pero fue picarles el gusanillo y no poder parar, al punto que hoy instalan unas 20.000 bombillas, lo que ha convertido su casa, ubicada en la urbanización Pins Manous, en todo un atractivo para sus vecinos de El Catllar.
En su caso el montaje de las luces también comienza cada año en septiembre y lleva muchas horas de dedicación y de pasar frío «allí nos ves a las once a las doce de la noche después de salir del trabajo». Porque en realidad él trabaja en el sector de las telecomunicaciones y ella es enfermera. Los dos se encargan de toda la instalación eléctrica y también son los autores de algunas de las decoraciones que pueden verse en la casa como guirnaldas y lazos.
Las figuras que han ido atesorando tienen diferentes procedencias. Algunas las han encargado a través de internet, aunque también compran presencialmente en un comercio especializado de Barcelona que importa muchos productos de Estados Unidos. Como ya les conocen les invitan expresamente cada año para mostrarles las novedades.
Una de sus debilidades son los cascanueces, aunque la figura más grande es un hinchable de muñeco de nieve de once metros. Cuando les preguntamos dónde va a parar todo aquello el resto del año cuentan que, obviamente, ya no les cabe en casa, por lo que les prestan un almacén.
La novedad de este año, no obstante, es un mural que el ilustrador Miki Pérez de La Canonja, les ha pintado en el muro de la entrada porque «queremos que nos recuerden como la casa de la Navidad todo el año».
La inauguración de las luces se ha convertido también en toda una tradición. Lo que comenzó con una copa de cava entre la pareja ahora es todo un acontecimiento. El año pasado acudió tanta gente que este año han tenido que mandar invitaciones. Acudieron representantes políticos de diferente color y hay hasta un padrino, que esta vez fue el capitán del Nàstic de Tarragona, Joan Oriol Gracia, que compitió en protagonismo con Papá Noel.
Todo, la fiesta y el gasto eléctrico, sale de su bolsillo y por la pura ilusión de ver las caras de la gente que se para a mirar la decoración. El precio de la luz, asegura, es de «unos 60 o 70 euros más al mes mientras está la instalación», porque emplean bombillas led.
Aunque en el vecindario todavía no hay nadie que tenga este nivel de afición por las luces navideñas, a Kike le alegra ver que algunos vecinos comienzan a animarse y a iluminar sus casas.