Hace meses que Hacienda recauda más dinero del que venía siendo habitual. En 2022, 2.482 millones de euros, un 21% más que los 2.051 millones del año 2021, si se tienen en cuenta los ingresos netos. La delegación tarraconense es una de la que más ha incrementado su recaudación en 2022, junto a Santa Cruz de Tenerife (52%), Gijón (32%), Teruel (29%), Gijón (28%), Las Palmas de Gran Canaria (28%), Cádiz (21%) y Girona (21%).
Las cuantías que se han recaudado en Tarragona pulverizan cualquier registro de períodos anteriores. En todos los años del euro, no ha habido ninguno superior. De hecho, la segunda recaudación más elevada se produjo en el año 2007, antes de la crisis de la burbuja. Entonces, el total fue de 2.420 millones de euros. Tras la suma de tributos de 2007, la recaudación disminuyó en 2008 y 2009, al situarse en 1.311 millones.
A partir de ahí, el fisco aumentó los ingresos de forma sostenida hasta 2019, con 1.942 millones. Los 1.833 millones del primer año de la pandemia supusieron un pequeño retroceso. No obstante, la recaudación se disparó con los 2.051 millones de 2021, cuando la crisis inflacionaria empezó a enseñar los dientes. «Hay que tener muy presente la caída de 2020, ya que, cuando algo baja mucho, luego el crecimiento es mayor en porcentajes», asegura Jordi Sardà, profesor de Economía en la Universitat Rovira i Virgili (URV).
Es evidente que el hecho de que se retomara la actividad económica con una fuerza mayor a la de antes de la pandemia iba a provocar que se pagaran más impuestos. El turismo también tiene algo que ver, ya que ha encabezado la recuperación. Pero si, además, el precio de aquello que se consume aumenta, se forma el cóctel ideal para que se registren récords como el que se ha marcado en 2022. Ya en enero de 2023, se ingresaron 205 millones de euros y, en febrero, 246 millones. En total, 451 millones de euros, el dato más elevado desde 2008, cuando fueron 478.
Por categorías de tributos, el que más ha recaudado ha sido el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), con 953 millones de euros. Muy cerca está el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), que registró 927 millones de euros. Le siguen el Impuesto de Sociedades (252 millones), los Impuestos Especiales (97 millones), el Impuesto sobre el Tráfico Exterior (51 millones) y el Impuesto sobre la Renta de no Residentes (32 millones). «Se recauda mucho más de IRPF que de Impuesto de Sociedades; en general, las empresas pagan pocos impuestos en comparación con los trabajadores, algo que tiene que ver con la ingeniería fiscal, mecanismos legales para pagar menos», observa Sardà. «Las sociedades tienen deducciones fiscales que no tienen las personas físicas», resuelve Javier Pérez, asesor fiscal y laboral y gerente de la asesoría Pérez Tarracogest.
Datos comparables a 2007 y 2008
Si se analizan los datos de 2021, el tributo que más ha crecido son los Impuestos Especiales, en un 49,9% (64 millones en 2021). Son impuestos de aplicación específica que se imponen sobre el consumo de determinados bienes o servicios como el alcohol o el tabaco, pero también sobre los carburantes y la luz. Según el economista tarraconense Rafael Muñoz, «los Impuestos Especiales, en concreto los hidrocarburos, han subido una barbaridad, es un crecimiento exponencial».
En segundo lugar, se dispara el Impuesto de Sociedades en un 30,4% (193 millones). El IRPF ha subido un 26,4% (754 millones), el Impuesto sobre el Tráfico Exterior, un 24,2% (42 millones), y el IVA, un 4,9% (884 millones). «Una parte del incremento del Impuesto de Sociedades yace en los crecientes beneficios que han tenido las empresas energéticas y los bancos», explica el vicepresidente de la Comissió de Fiscalistes | REAF Catalunya, Arnau Farré.
Salvo para el IRPF y el Impuesto sobre la Renta de no Residentes, que han marcado el ingreso más alto con el euro en España, hay que irse hasta 2007 y 2008 para encontrar recaudaciones específicas que superen la de este pasado año. Hasta 2007 para IVA e Impuesto de Sociedades y hasta 2008 para los Impuestos Especiales y para el Impuesto sobre el Tráfico Exterior.
Las claves
Es cierto que la subida de los precios y que la reducción del ahorro han provocado que el consumo se vea algo reducido. Sin embargo, no se ha notado en la recaudación del IVA, la mayor desde 2007, cuando se ingresaron 970 millones. Y es que los productos de primera necesidad, como su nombre indica, siguen consumiéndose pese a ser más caros, hecho que explica que, si siguen aumentando de precio, los ingresos que provengan del IVA irán incrementándose. «Es evidente que, a mayor precio, más recaudación si el porcentaje se mantiene», afirma Muñoz.
La presión fiscal en España fue, en 2021, del 38,8% del PIB. Es uno de los porcentajes más elevados, pese a que hay países que aún tienen más presión, como por ejemplo Dinamarca (48,6%), Francia (46,7%), Bélgica (45,3%), Austria (43,5%), Finlandia (43%) y Alemania (42,2%). No obstante, el PIB per cápita de todos estos países es bastante superior al del Estado español, de 27.870 euros. Para Muñoz, «lo más trascendente es analizar en qué se gasta esa recaudación, cuál es el retorno y en qué medida mejora la vida del ciudadano».
«El problema de España no está en el gasto, sino que recae en los ingresos», remarca Sardà. «Se ingresa menos que en otros países porque tenemos unos niveles de economía sumergida y de fraude fiscal muy elevados», añade. Pese a que no hay datos oficiales, algunos estudios han analizado ciertas dinámicas que marcan que en España hay más dinero negro que en otros países.
No obstante, parte de ese dinero ha aflorado con la creciente eliminación del efectivo: «Ahora se paga mucho más con tarjeta y medios electrónicos por las limitaciones al dinero en efectivo, esto provoca que salga a la luz parte de la economía sumergida», argumenta Farré.
El IRPF ha registrado un ingreso récord. El crecimiento del mercado laboral, que trae consigo un aumento de los ocupados que pagan IRPF a través de sus nóminas, y la subida de las pensiones han sido dos de los factores que han contribuido a que este tributo haya acumulado una gran parte de los ingresos totales.
Tal como explica Muñoz, «correlativamente, a mayor retribución, también habrá mayor recaudación, pero en lo que hay que fijarse es en la renta disponible». «La administración debe decidir si pone el colchón o pone el cazo; si hace de colchón, entiendo que intervendrá de alguna manera para mitigar este efecto, ya que esto no son subidas encubiertas, sino que se ha aprovechado la ola, es algo que se sabía que iba a pasar», añade.
El sablazo de la renta
Ayer comenzó el plazo para presentar las declaraciones de Renta y Patrimonio de 2022. La creciente inflación provocará que la presión fiscal real se multiplique con respecto a la oficial. Es un crecimiento que se da sin necesidad de que las administraciones deban activar ningún tipo de medidas. Simplemente, al subir la inflación se pagan más impuestos. Para Pérez, «el ciudadano medio se empobrece más, ya que, el coste de la vida ha subido mucho más que el incremento de los salarios». «Lo que te suben por un lado, te lo quitan por otro», indica Farré.
Así que, en la renta de 2022, generalmente, se abonará más aunque se haya perdido poder adquisitivo. Es decir, la subida de los salarios puede empujar a muchos a tener que hacer un esfuerzo mayor, ya que no se tiene en cuenta la también subida del coste de la vida. Ante esta situación, aparece la posibilidad de deflactar los impuestos, una opción adoptada por algunas autonomías. ¿Qué significa esto?
Deflactar quiere decir eliminar de un valor monetario los efectos producidos por los cambios en los precios. En el caso del IRPF, consiste en ajustar las bases imponibles en función del IPC. Hay diferentes maneras de implementar esta medida. Algunas autonomías han optado por ajustar los tramos para aliviar a aquellos con menos ingresos, mientras que otras lo han hecho para toda la población.
«Entiendo que ni este Gobierno ni el que pudiera venir después de unas elecciones estarían por la labor de recaudar menos, tiene un déficit muy importante y se están haciendo políticas de gasto por encima de las capacidades de recaudación», indica Muñoz. Según Sardà, «si te suben algo el salario sin que se modifiquen los tramos, acabas pagando mucho más por impuestos porque saltas tramos sin haber ganado poder adquisitivo». «Al final, son los trabajadores los que acaban soportando el país, así que la deflactación sería una buena opción», añade.
La subida de los salarios, cuando se produce, no apacigua una subida de precios que, por otra parte, provoca que se paguen los impuestos más caros en años.