La Coordinadora de Colles Castelleres de Catalunya ha participado en la resolución de al menos 26 casos de agresiones sexistas en el seno de las collas, en los últimos cinco años. La última intervención ha tenido lugar hace pocos meses, después de que una exmiembro de la Colla Castellera de Sant Pere i Sant Pau denunciara, de manera interna, que el actual presidente de la entidad había abusado de ella cuando era menor de edad. Nos remontamos a hace seis años.
La Coordinadora ha intervenido en 26 casos, pero la lista de abusos puede ser más larga, teniendo en cuenta que hay muchas collas que han acabado resolviendo la situación sin necesidad de consultar al a Coordinador. También hay incidentes que directamente han sido tratados por la justicia ordinaria. Sea como sea, la realidad es que no hay colla que se salve. En el caso de Tarragona, las cuatro collas han tenido que activar el protocolo en más de una ocasión.
Lo importante aquí es saber cuáles son las herramientas de las que disponen las entidades para detectar casos de agresiones sexistas.
Una de las collas más pioneras en este aspecto fue los Xiquets de Tarragona. Hoy en día son muchas las collas que cuentan con una comisión de equidad, pero los Xiquets ya la crearon en 2018. Estas comisiones se reúnen de manera periódica para coordinar actuaciones de protocolo. Por norma general, se trabaja en dos líneas: la prevención y la detección y actuación en caso que sea necesario.
Los Xiquets también cuentan con otra herramienta: el brazalete Lila Ratllat. «Hay miembros de nuestra colla que llevan este brazalete, y significa que son referentes para atender o acompañar a las personas que sufren o detecten algún tipo de agresión», explica Oriol Olivé, presidente de los Xiquets de Tarragona. Normalmente, cuando se identifica algún caso, las collas crean de inmediato una especie de organismo instructor para hacer el seguimiento del caso.
En el caso de los Xiquets –como en la mayoría de collas– también se han detectado casos puntuales de agresiones sexistas. «Se han tratado siguiendo el protocolo, priorizando el bienestar de las personas agredidas y aplicando medidas disciplinarias cuando han sido necesarias», añade Olivé. Para los de la camisa ratllada, es importante crear espacios seguros y de confianza.
Quienes también tienen experiencia en este asunto son los Xiquets del Serrallo. En el año 2022, la colla tuvo que actuar a raíz de una denuncia a los Mossos por parte de una menor. «En este caso, la colla apartó al casteller de la actividad a la espera de que la justicia siguiera su curso», explica Núria Bordas, vocal de la junta y presidenta de la comisión de equidad de los Xiquets del Serrallo.
Los del barrio marinero, igual que muchas otras collas, se rigen por el protocolo que la Coordinadora de Colles Castelleres de Catalunya (CCCC), que el organismo puso a disposición de las collas a finales del año pasado. «También hacemos charlas de concienciación. Sin ir más lejos, al terminar la temporada, hemos hecho un ciclo de charlas con el Punt Lila y el Servei d’Atenció al Home del Ayuntamiento de Tarragona», explica Bordas, quien añade que «una colla castellera es un reflejo de la sociedad y, desgraciadamente, estos casos son más frecuentes de lo que querríamos. Por suerte, cada vez más, las víctimas lo denuncian».
También ha tenido casos la Colla Jove Xiquets de Tarragona. De hecho fue uno de los más sonados, ya que la víctima formaba parte de otra colla castellera. Agresor y agredida compartieron plazas y diadas. Otro escenario que también fue difícil de solventar.
¿Las collas están capacitadas?
Aunque parezca que las collas están muy avanzadas en este aspecto no siempre es así. De hecho, según la CCCC, solo la mitad de las collas cuentan con una comisión de equidad. La entidad madre en este ámbito es la Coordinadora, organismo que lleva desde 2018 formándose en este aspecto. Se hacen campañas de sensibilización jornadas de equidad y, además, se ha trabajado en planes de igualdad y protocolos en caso de agresiones. «Son herramientas a disposición de las collas y que éstas pueden adaptarlas a sus estatutos», explica Cristina Sánchez, directora de la Coordinadora de Colles Castelleres de Catalunya.
Son muchas las entidades que, al encontrarse ante una situación de agresión, consultan a la Coordinadora para saber qué pasos seguir. «Creemos que las collas no están preparadas para poder resolver este tipo de casos. Somos castellers, no somos juristas ni expertos. Por eso es muy importante que las víctimas denuncien a la justicia ordinaria y, de esta manera, las collas estarán acompañadas durante todo el proceso», explica Sánchez, quien añade que «muchas veces, con casos de agresiones, exigimos a las collas más de lo que pueden hacer».
El caso de actualidad
El tema de las agresiones sexuales dentro de las collas castelleras se ha vuelto a poner encima de la mesa a raíz de un caso ocurrido en 2018 en la Colla Castellera Sant Pere i Sant Pau, y que hace unos meses la víctima –que entonces tenía 13 años– decidió denunciar de forma interna.
La joven, que formaba parte del grupo de grallers, explica que fue víctima de besos y de tocamientos cuando era menor por parte del que hoy en día es presidente de la colla. La chica mandó una carta a la entidad explicando lo sucedido, pero no ha denunciado el caso ante los Mossos.
La Colla Castellera de Sant Pere i Sant Pau cuenta con una comisión de género desde hace pocos meses. Cuando les llegó la denuncia, la entidad se acogió al protocolo elaborado por la Coordinadora en 2023. «Nosotros todavía no tenemos protocolo. Después de la experiencia nos lo ponemos como objetivo urgente para este próximo año», dice Ana María Muñoz, vicepresidenta de la colla y quien ha estado el frente de la instrucción del caso.
Cuando el caso llega a sus manos, piden asesoramiento a la Coordinadora y activan el protocolo. Crean un equipo instructor formado por miembros de la colla y empiezan con las entrevistas a ambas partes. El procedimiento empezó hace unos tres meses aproximadamente.
La colla necesitó asesoramiento jurídico. No sabía por dónde tirar. Mientras tanto, de forma paralela, el presidente –acusado de los abusos– decidió voluntariamente apartarse de la vida pública.
«Estábamos en un callejón sin salida. Nuestros estatutos no contemplan qué hacer en casos como este. Solo se puede echar alguien de la colla si está poniendo en riesgo alguien de la misma entidad. En este caso, la denunciando es ex integrante», explica Muñoz, quien añade que «por eso aconsejamos a la víctima que acudiera a la justicia ordinaria. Nuestra base legal nos limita». De esta manera, quizás la colla podría poner en marcha otros mecanismos.
El caso de Sant Pere i Sant Pau demuestra que, tanto los protocolos, como los estatutos o reglamentos internos, necesitan de una revisión urgente para poder dar respuesta a situaciones como estas.
«La colla no es vol rentar les mans, tal como se ha dicho, sino que no tenemos suficiente base legal ni medios para dar resolución a la problemática», dice Muñoz, quien añade que «nosotros, como colla, sabemos que es urgente revisar el régimen interno para que este tipo de actos no queden impunes».
Se da el caso que el actual presidente tiene los días contados en el cargo, ya que, en enero termina el mandato y habrá elecciones.