La Confraria de Pescadors de Tarragona aspira a concentrar la mayoría de la venta de pescado que se captura en la provincia. De hecho, de una manera natural, ya se está empezando a hacer. Es el caso de las embarcaciones de Torredembarra que, desde hace unos años, al llegar a tierra, cargan el género en un camión que va directo a la subasta de Tarragona. Tomaron la decisión por dos motivos. Primero porque, al haber pocas barcas, también había pocos compradores. Y es que en Tarragona, el pescado se vende a mejor precio. Y en segundo lugar, porque de esta manera se ahorran los gastos habituales que genera una cofradía.
Concentrar la comercialización de las capturas en las grandes cofradías de la provincia también se ha puesto en práctica en los últimos tiempos en el caso del pescado azul, gracias al acuerdo entre la Confraria de Tarragona y Mercadona. Así pues, la tendencia es que la comercialización del pescado se acabe centralizando en las grandes cofradías. En el caso de nuestra provincia, estaríamos hablando de la de Tarragona y la de La Ràpita.
«Creo que acabaríamos ganando todos, que sería más rentable», opina Esteve Ortiz, presidente de la Confraria de Pescadors de Tarragona, quien añade que «o centralizamos ventas y gastos, o nadie podrá aguantar las estructuras de las cofradías. Es imposible mantener una institución así, si cada vez hay menos embarcaciones».
Ortiz cree que las cofradías pequeñas, como puede ser Torredembarra o L’Ampolla, deberían quedar como simbólicas, mientras que las de mayores dimensiones dedicarse al trabajo más de gestión. «Hay que pensar que en el caso de Tarragona, un 40% de las ventas que se hacen en la subasta proceden de Internet, de países como Portugal o Francia. Ofrecemos un volumen más importante de pescado y los precios son más competitivos», dice Ortiz.
El presidente de la Confraria de Pescadors de Tarragona explica que la mayoría de pescaderías de la zona viene a comprar a la subasta de Tarragona. «Hay más variedad y tratamos muy bien el pescado. Hemos profesionalizado el sector y hemos sabido adaptarnos a las necesidades actuales del mercado».
¿Cómo funcionan las otras?
En el caso de Torredembarra quedan solo cuatro embarcaciones. Cuando el género llega a tierra, los pescadores ponen la etiqueta con el peso a la caja y la mandan a la subasta de Tarragona con un camión. «Tomamos esta decisión porque había pocas barcas y pocos compradores, y vendíamos el pescado barato. Además, no había variedad y era difícil aguantar los gastos. Al final tomamos la determinación», dice Josep Maria Fortuny, Patró Major de la Confraria de Torredembarra. Fortuny asegura que «no es lo que queríamos. Nos gustaría que las administraciones subvencionasen y ayudasen a las cofradías más pequeñas para no tener que llegar a esta situación».
La Confraria de L’Ametlla de Mar es un poco más grande. Hay 7 embarcaciones del arrastre, 19 de artes menores y dos del cerco. Estas últimas, desde hace años, pescan y venden, mayormente, en la Confraria de Tarragona. «Lo importante es diferenciar entre una cofradía pequeña y una de mediana», comenta Miquel Brull, Patró Major de la Confraria de L’Ametlla de Mar, quien considera que «la nuestra no es pequeña y está preparada para poder seguir manteniendo la venta. Tenemos los precios más elevados de la provincia». Además, Brull dice que si se concentra una gran cantidad de género en una cofradía, la subasta podría alargarse mucho y los pescaderos perderían la paciencia.
Finalmente, desde la Confraria de Cambrils, aseguran que «tenemos suficientes embarcaciones, tanto del arrastre como del cerco, para ofrecer una buena variedad y cantidad de pescado», explica Siscu Gil, Patró Major de la Confraria de Cambrils. Gil reconoce que «de cara al futuro, es posible que debamos buscar alguna solución para paliar los efectos de la pérdida constante de embarcaciones». Pese a ello, el Patró Major asegura que, en la actualidad, la cofradía que dirige se encuentra en buen estado económico. «Por ahora no debemos sufrir», explica. Sin duda alguna, el debate sobre centralizar o no las ventas en las grandes cofradías es uno de los retos más importantes a los que se enfrenta el sector, con el único objetivo de poder conservar estos organismos de gestión.