La llegada inesperada de una nueva ola de frío en febrero, la proliferación de los virus –sobretodo de la gripe B– y los problemas de acceso a la atención primaria están provocando que los servicios de Urgencias de los hospitales tarraconenses –y de todo el país– estén al borde del colapso. Así lo aseguran y lo sufren, tanto los profesionales como los pacientes, quienes se ven obligados a esperarse jornadas maratonianas en la sala de espera de los hospitales.
Este es el caso de Amanda, quien, hace unos días, entró a Urgencias del Joan XXIII a las diez y cuarto de la mañana y no salió hasta las nueve y media de la noche. Casi un día entero para irse a casa sin ningún diagnóstico ni tratamiento. La joven fue a Urgencias por un dolor abdominal. Tras una hora de espera le hicieron un análisis de orina y una revisión ginecológica. Los médicos le dijeron que todo estaba bien y que si el dolor persistía volviera. Eso eran las doce y media del mediodía. A las dos no aguantaba el dolor y volvió a Urgencias. «Ya me avisaron. Tenía que esperarme de tres a cuatro horas», explica la testimonio. Cuando Amanda llevaba cinco horas sentada en la sala de espera, la llamaron. «En la zona de boxes, me sentaron en una silla, a la espera de que quedara algún box vacío», relata la joven, quien sigue: «me revisaron y me volvieron a hacer una prueba de orina». Amanda salió a la sala para esperar resultados. Una hora y cuarto después, casi a las nueve de la noche, le dijeron que habían perdido la muestra y que no había resultados. La paciente puso una reclamación y se fue para casa.
El caso de Amanda no es una excepción. Son muchos los usuarios que cuentan experiencias parecidas. Justo ayer, un señor mayor tuvo que esperarse cinco horas sentado en una silla de Urgencias donde la corriente de aire era constante. Algunos deciden levantarse e irse antes de ser atendidos.
«Los días más tranquilos, los usuarios se esperan unas tres horas y media de mediana. Pero cuando la demanda asistencial crece un poco, el tiempo de espera asciende a siete horas», asegura Marina Roig, delegada sindical de la junta de personal del Hospital Joan XXIII por CATAC-CTS. Por su parte, desde el sindicato CGT, su delegada, Aixa Muñoz, explica que el colapso en el servicio de Urgencias llega, sobretodo, a partir de la tarde, «cuando se reduce el número de enfermeras y, por lo tanto, aumentan drásticamente las cargas de trabajo». Muñoz añade que «desde las diez de la mañana, ya hay pacientes en los pasillos de Urgencias, pasando frío, expuestos a corrientes de aire y sin ningún tipo de intimidad».
La saturación en Urgencias podría ser una consecuencia directa de la situación en la que se encuentra la atención primaria. Los problemas de acceso de los pacientes al sistema sanitario son más que evidentes. «Los CAP no acaban de funcionar. Antes pedías hora con el médico de cabecera por una gripe y te daban hora al día siguiente a mucho tardar. Ahora, en el mejor de los casos, te dan visita al cabo de dos semanas. Los enfermos optan por ir directamente a Urgencias», explica Roig. La población busca respuestas, y más si se trata de un tema de salud.
A esto, hay que sumarle la gravedad con la que algunos pacientes se presentan a Urgencias. Antes de la Covid, los ambulatorios llevaban una especie de control a los enfermos crónicos, como método de prevención. Ahora, la cosa ha cambiado y los pacientes pluripatológicos llegan a Urgencias más apurados, más graves y con una analítica más descompensada. Eso hace que su tratamiento sea más largo y dificultoso, lo que, en la mayoría de los casos, implica un ingreso hospitalario.
Y aquí el problema se agrava, ya que el Hospital Joan XXIII no tiene disponibles más camas de hospitalización, lo que obliga a tener a los pacientes en los boxes de Urgencias. «Ocurre lo nunca visto antes. El mismo servicio de Urgencias se encarga de dar los tratamientos y las altas, porque el hospital está lleno», dicen desde el sindicato CATAC-CTS.
Tanto es así que el Joan XXIII tenía previsto cerrar en febrero la octava planta del equipamiento sanitario para reformarlo. No ha podido ser, por falta de camas. Esperan poder hacerlo antes del verano.
Finalmente, la imprevisible oleada de frío de finales de febrero también ha podido ser una de las causas del aumento de patología respiratoria, principalmente de Gripe B, que es lo que más se ve hoy en día en Urgencias. Además, el año pasado, al llevar la mascarilla, los virus no circularon tanto como ahora. Una tormenta perfecta que acaba con las Urgencias a tope.
Sin embargo, desde el Departament de Salut aseguran que en el Hospital Joan XXIII de Tarragona «la actividad es la habitual en estas fechas. Nada destacable». En cambio, según ha podido saber el Diari, y siguiendo con la tendencia de la mayoría de hospitales españoles y catalanes, las Urgencias del Hospital Santa Tecla de Tarragona está atendiendo un 20% más de pacientes que en febrero del año pasado.