Por sorpresa. Así le ha cogido al personal sanitario la situación en el hospital Joan XXIII. El equipamiento está prácticamente al cien por cien de su ocupación. Lo nunca antes visto en los meses de verano. Todas las habitaciones están llenas y el servicio de Urgencias saturado. Tanto es así que se ha llegado a tener hasta 16 pacientes en los pasillos de las Urgencias y, en algunos casos, se ha optado por derivar alguno a otro hospital de la ciudad. Otra de las consecuencias de este overbooking es que los profesionales se ven obligados a doblar turnos para dar respuesta a las necesidades del centro y para evitar que el personal que está de vacaciones vuelva antes de lo previsto.
Como es habitual en verano, los hospitales reducen su actividad, lo que significa que se cierran algunas habitaciones, incluso, plantas, para no sobrecargar al personal. Este año, la cosa no ha sido así. Todas las camas del Joan XXIII se están utilizando a pleno rendimiento, por el aumento de ingresos. Tanto es así que, en un principio, estaba previsto que este verano cerrará toda la octava planta de hospitalización, para llevar a cabo la renovación del sistema de climati- zación. Como apunte, es una planta sin aire condicionado. Finalmente, la dirección del centro se ha visto obligada a aplazar las obras por que esas camas son necesarias, teniendo en cuenta la presión asistencial del momento.
Las cifras de ocupación se asemejan, según explican sindicatos, trabajadores y el mismo centro, a las de antes de la Covid, durante los meses de diciembre o enero, cuando se registra un aumento de hospitalizaciones, debido a patologías respiratorias. El personal se pregunta cuáles son las causas de este incremento. No tienen una respuesta clara, aunque sí sospechan lo qué puede estar ocurriendo. «La ciudadanía ya no confía en ser atendido presencialmente en un centro de atención primaria. Entonces, cansados de llamar, deciden tirar pel dret, y acercarse a Urgencias. La solución más rápida. Es la explicación que encontramos», comenta Marina Roig, delegada de la junta de personal del Hospital Joan XXIII por el sindicato CATAC-CTS/IAC.
Otra de las situaciones en las que se encuentran es que los pacientes que llegan, la mayoría, cuentan con un cuadro médico complejo, lo que implica que el ingreso es de larga duración. «Hay que pensar que hay personas, sobre todo los mayores, que llevan dos años sin apenas acudir al médico por la pandemia. Las enfermedades se han agravado y, la falta de seguimiento de los enfermos crónicos en los CAP, hace que lleguen al hospital descompensados», añade Roig.
En esta línea, Tani Francesch, del sindicato Metges de Catalunya, asegura que la falta de especialistas ha podido llevar a esta situación. «Los pacientes saben que es mejor ir a la consulta del especialista que a Urgencias, pero como es difícil acceder a ellos, van directos al hospital. Saben que es el único sitio donde no les van a derivar», apunta Francesch.
A este fenómeno hay que sumarle la ola de calor de las últimas semanas y la llegada del turismo a la ciudad. «No recordamos un verano como este», asegura Marina Roig.
En la misma línea, Aixa Muñoz, de la CGT, explica que la octava planta, que por norma general está cerrada, también se ha tenido que habilitar. «Es una planta que no tiene aire acondicionado. Conozco de un paciente que ha decidido irse a casa, no aguantaba el calor», explica Muñoz. En principio, estaba previsto que en julio se llevarían a cabo las obras de climatización, para que la planta pudiera abrir en agosto. De momento, todo paralizado.
Por su parte, fuentes del Hospital Joan XXIII confirman la situación de máxima ocupación en el equipamiento, y explican que las circunstancias recuerdan al año 2019, antes de la pandemia. Añaden que: «Esta es la realidad de las necesidades de la población en este momento», y aseguran que «el hospital y el resto de la organización se están adaptando para garantizar la asistencia sanitaria».
Pacientes en los pasillos
La presión se centra, sobre todo, en Urgencias, donde la sala de espera está siempre llena. Los pasillos de dentro están ocupados por pacientes en camillas, que no cuentan ni con box ni con habitación libre. «Hemos llegado a tener hasta 16 enfermos en los pasillos, esperando para tener cama», explica un enfermero de Urgencias, quien añade que «antes, esto pasaba de vez en cuando, ahora es la tónica general, de cada día», explica. Tanto es así que, el pasado fin de semana, el Joan XXIII derivó un paciente a otro hospital de la ciudad. No daban al abasto. La sala de espera de Urgencias está llena a rebosar. «Antes no dejábamos entrar acompañantes. Ahora somos incapaces de decirles que se esperen fuera, con el calor que hace», añade el enfermero.