<iframe src="https://www.googletagmanager.com/ns.html?id=GTM-THKVV39" height="0" width="0" style="display:none;visibility:hidden">
Whatsapp Diari de Tarragona

Para seguir toda la actualidad desde Tarragona, únete al Diari
Diari
Comercial
Nota Legal
  • Síguenos en:

¡Hasta siempre, mosén Fort!

Se dedicó a curar almas. Nació en la Part Alta y, después de ver mundo, fue el párroco de El Serrallo. Después, se dedicó en cuerpo y alma a acompañar a los enfermos. El funeral tendrá lugar este sábado a las 10 horas en la iglesia de Sant Pau

10 enero 2025 12:27 | Actualizado a 10 enero 2025 12:27
Se lee en minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

Tarragona llora la muerte de mosén Xavier Fort, el cura que ha estado más de treinta años curando almas en el Hospital Joan XXIII. Conocido como el ángel de la bata blanca, Fort fallecía esta madrugada de este viernes a los 87 años de edad, tras una larga temporada hospitalizado. Fue conocido por ser el párroco de El Serrallo y, después, el de Joan XXIII. En el centro sanitario acompañaba a enfermos y a sus familiares durante los peores momentos de su vida. Tanto en El Serrallo como en el hospital consiguió dejar una huella eterna. El religioso supo transmitir el amor a todos aquellos que nos cruzamos por su camino. Fuimos unos afortunados.

Xavier Fort Subirats nació el 25 de septiembre de 1937 en la calle Santa Anna. Fue el tercero de cuatro hermanos. Desde pequeño tenía claro a que se quería dedicar y a los 13 años ingresó en El Seminari para empezar sus estudios religiosos. Los dos primeros destinos como párroco fueron Vila-seca y Montblanc, donde estuvo poco tiempo debido a sus ganas de conocer mundo. Primero se trasladó a Estados Unidos, y después a Brasil, donde ejerció durante tres años como cura para los inmigrantes españoles. El siguiente destino fue las minas de carbón de Bélgica. Fort guardaba grandes recuerdos de esa etapa. A menudo, me contaba como intervino como mediador en el secuestro de un niño. Gracias a él, la historia terminó bien.

Decidió volver a su Tarragona natal empujado por el estado de salud de su madre. Pasó por el Col·legi Sant Pau Apòstol, por la parroquia de la Santíssima Trinitat y por el sociosanitario Casablanca.

No fue hasta en 1984 cuando emprendía una de las aventuras de su vida. Un nuevo destino que le cambiaría la vida: El Serrallo. Allí encontró una segunda familia. Todo el mundo le quería y lo trataba como un serrallenc más. El barrio le cambió a él, pero él también cambió el barrio. El cura impulsó el regreso de la procesión marítima de la Verge del Carme, creó la primera escuela de tambores de la parroquia y fundó la colla castellera de los Xiquets del Serrallo.

«Era una persona muy especial. Todos los vecinos le recordamos con mucho cariño», explica Carme Pedrol, mítica líder vecinal del barrio, quien recuerda como Fort iba cada mañana a despedir las barcas que salían a pescar. El cura siempre explicaba que los serrallencs le seguían en todo lo que él proponía. Se sentía muy arropado y querido. Pero entonces llegaba uno de los peores episodios de su vida.

La noche de Sant Fructuós del año 1988, un individuo entraba a robar a su casa y hería de muerte al párroco. Los hechos causaron un gran revuelo en el barrio. Algunos de sus allegados recuerdan como el cura pidió al juez que no mandara a la cárcel a su agresor. Bondad pura.

Curar almas

El suceso marcó para siempre a mosén Fort, quien decidió cambiar de aires. En 1995 llegaba al Hospital Joan XXIII. Durante treinta años se ha dedicado a acompañar a enfermos y a sus familiares en sus peores momentos. Entraba en las habitaciones –siempre con el permiso de los pacientes– y dedicaba unas palabras de amor. La mayoría de veces entablaba conversaciones de lo más reconfortantes con los pacientes. Y el optimismo en un hospital es oro puro. Muchos enfermos, en su lecho de muerte, pedían a las enfermeras que les visitara mosén Fort. Daba igual que fueran creyentes o no. El cura de Joan XXIII trataba a todo el mundo por igual.

Cada noche, hacía su ronda habitual por los boxes de la UCI –donde se encuentran los pacientes más graves–. Con un gesto, con una mirada o con una simple palabra, arreglaba los días a los enfermos. También a los trabajadores. Se dirigía a las enfermeras y médicas como «santes dones». Siempre les recordaba el valor de su trabajo y de forma espontánea les decía que les quería. «Cuando nos veía agobiados, nos echaba una mano enseguida», explica Xavi Alabart, un enfermero de la UCI, quien añade que, cuando era necesario, también hacía de traductor. «Siempre estaba disponible para todo el mundo», comenta Alabart.

Tanto era así que Fort pasó muchas noches sin dormir abrazando o cogiendo la mano de familiares que veían a sus seres queridos morir.

Pau Vernet trabajó durante más de 30 años como responsable de las nóminas en el Hospital Joan XXIII. Cada día comía con mosén Fort en la cafetería del centro sanitario. «Era una buena persona. No hay nadie que hable mal de él. Acompañaba a los pacientes siempre desde un punto de vista de optimismo. Buscaba la parte buena de la vida», explica Vernet, quien añade que «era un hombre que curaba almas». Vernet se jubiló hace ocho años, pero ha seguido mantuvo el contacto con el cura hasta el último momento.

Lourdes, otra enfermera de la unidad de críticos, relata como «la UCI era su territorio favorito. Siempre con prudencia, sabía cómo hacerlo para alegrar un poco el ambiente».

Homenajes en vida

Fort las ha pasado de todos los colores. Uno de los momentos más emotivos fue cuando superó la Covid tras muchas semanas ingresado. El hospital enteró le recibió entre aplausos. También cuando el centro sanitario puso una placa con su nombre en una de las plazas del recinto. El homenaje más destacado tuvo lugar hace poco más de un año, cuando fue nombrado Fill Predilecte de la ciudad de Tarragona. Los homenajes se los hicieron en vida, y eso no tiene precio. Pese a la humildad que le caracterizaba, mosén Fort se ha ido de este mundo convencido de todo el bien que nos hizo, sobretodo a los más vulnerables. ¡Hasta siempre, mosén Fort!

El último adiós

El funeral se celebrará este sábado, a las 10 horas, en la iglesia de Sant Pau de Tarragona, y la misa estará presidida por el arzobispo de Tarragona, Joan Planellas.

Comentarios
Multimedia Diari