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«Hacer castells es seguro. Lo que pasó en Sant Fèlix es un caso aislado»

La Coordinadora y la URV trabajan en un estudio que compara la siniestralidad en los castells y en el fútbol

05 septiembre 2024 15:10 | Actualizado a 06 septiembre 2024 07:00
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«Lo que pasó el pasado viernes, en la Plaça de la Vila, es un episodio aislado. Aquello que conocemos como un caso entre un millón». Estas son las palabras de Silvia Simó, asesora médica de la Coordinadora de Colles Castelleres de Catalunya. Simó se refiere al accidente que sufrió la pequeña Mia, castellera de la Colla Vella dels Xiquets de Valls, durante la caída del 4d9 sense folre. Mia recibió un fuerte golpe en la cabeza que obligaba a su evacuación en helicóptero hasta el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona. El miércoles, la pequeña era dada de alta, tras pasar por una intervención quirúrgica y seis días ingresada.

Ahora, con el susto ya pasado y la recuperación de Mia viento en popa, es buen momento para centrar el debate en la seguridad y la siniestralidad en el mundo de los castells. Un debate que en los últimos días se ha generado sobretodo en redes sociales, pero que el territorio ha sabido defender a la perfección, aportando estudios que demuestran que, pese a que el riesgo cero no existe, la siniestralidad en los castells es bajo. Más que incluso algunos deportes.

«Se hacen aproximadamente 6.000 castells al año, sin contar los pilars de cuatro, y hay unas 15.000 personas que hacen esta práctica. Desde la implantación generalizada del casco en el pom de dalt, en 2006, el primer accidente grave que ha habido es el del pasado viernes», explica Simó.

Pese a ello, la pediatra asegura que eso no significa que no se siga mejorando y perfilando en materia de seguridad. De hecho, ahora la Coordinadora está pendiente de una reunión con la empresa de los cascos para analizar lo qué pasó y buscar mejoras que lleven al riesgo cero.

Según ha podido saber el Diari, Mia impactó sobre la pinya, y el golpe tuvo lugar justo en la parte de las cejas. No se rompió el casco, como en un principio se apuntaba. La actuación de los servicios sanitarios fue rápida y crucial para la recuperación de la pequeña.

«Los castells son una actividad muy segura, que tiene un riesgo controlado y que cada vez se trabaja más para acercarnos al riesgo cero. Es una práctica que, con los números encima de la mesa, es más segura que otros deportes, que cuentan con lesiones más frecuentes y graves», dice Simó, quien añade que «el riesgo en los castells se ve maximizado por su espectacularidad y por el hecho de ser tan mediáticos. No hay una cámara en las pistas de esquí que graven a los pequeños».

Según la pediatra, no hay que olvidar los valores intrínsecos de los castells. «Es difícil encontrar otra actividad que concentre tantas cosas buenas, como el compromiso, la solidaridad, el trabajo en equipo o el sentimiento de pertenencia, entre otros», asegura Simó, quien añade que «después de un accidente como este es necesario analizar bien lo ocurrido para seguir aprendiendo y reducir el riesgo».

Por su parte, Jordi Bertran, gestor cultural que el pasado viernes ejercía como cap de plaça en la diada de Sant Fèlix de Vilafranca, explica que cualquier acto multitudinario que se organiza en las calles tiene un cierto riesgo. «Forma parte de la dinámica general de las fiestas populares», dice Bertran.

Durante los últimos días, han sido muchos los perfiles de Twitter o los medios de comunicación a nivel nacional que han puesto en duda la seguridad en el món casteller. Desde el territorio se ha salido a defender la causa. «Por desgracia, hay muchas fiestas y tradiciones que se utilizan como arma política», dice Bertran.

Un estudio en marcha

El único estudio sobre siniestralidad en castells que tenemos hoy en día encima de la mesa es uno que se presentó en julio de 2016 y que lideró la Coordinadora de Colles Castelleres de Catalunya. El documento decía, entre otras cosas, que la pinya tiene la capacidad de absorber gran parte de la energía del impacto. También hablaba de que los niños no son los que más riesgo tienen de sufrir una lesión. El estudio concluía que la siniestralidad en los castells «es baja, equiparable o inferior a otras actividades, y con un porcentaje de lesiones graves similares o inferiores que otras actividades».

Sin embargo, desde que se elaboró este estudio han pasado ocho años. Las cosas en el fet casteller han cambiado mucho. Ahora, hay más castellers y las construcciones son más complejas. Justo por eso, el año pasado, desde la Coordinadora de Colles Castelleres de Catalunya, con la colaboración de la URV, se encargó un estudio que deberá comparar la siniestralidad entre la canalla en el món casteller y en el fútbol federado en los años 2023 y 2024. «Todavía nos queda una temporada por analizar,pero las primeras conclusiones corroboran que la actividad castellera es mucho más segura que el fútbol», explica la pediatra Silvia Simó.

El casco absorbe la energía del impacto

En los últimos años, el ‘món dels castells’ ha avanzado mucho en materia de seguridad implantando algunas medidas de protección. Es el caso del suelo atenuante durante los ensayos o la red de seguridad. Por otro lado, la medida más antigua es la faja, que protege la parte lumbar. También el pañuelo, para protegerse de rasguños y cuidar las muñecas. Desde 2012, los miembros del ‘pom de dalt’ –los pisos de arriba– están obligados a llevar un casco protector. «Esta hecho de porexpan, un material plástico muy ligero y con una gran capacidad de absorber impactos», explica Marta Calull, directora de la Càtedra URV per a l’Estudi del Fet Casteller, quien añade que «cuando se impacta sobre la pinya, el caso se deforma y absorbe la energía. Eso lo que hace es proteger al niño». Los expertos avalan la seguridad de este elemento. Otras de las medidas son el protector bucal y los dispositivos sanitarios que hay durante las diadas castelleres, en forma de hospitales de campaña.

En los últimos años, el ‘món dels castells’ ha avanzado mucho en materia de seguridad implantando algunas medidas de protección. Es el caso del suelo atenuante durante los ensayos o la red de seguridad. Por otro lado, la medida más antigua es la faja, que protege la parte lumbar. También el pañuelo, para protegerse de rasguños y cuidar las muñecas. Desde 2012, los miembros del ‘pom de dalt’ –los pisos de arriba– están obligados a llevar un casco protector. «Esta hecho de porexpan, un material plástico muy ligero y con una gran capacidad de absorber impactos», explica Marta Calull, directora de la Càtedra URV per a l’Estudi del Fet Casteller, quien añade que «cuando se impacta sobre la pinya, el caso se deforma y absorbe la energía. Eso lo que hace es proteger al niño». Los expertos avalan la seguridad de este elemento. Otras de las medidas son el protector bucal y los dispositivos sanitarios que hay durante las diadas castelleres, en forma de hospitales de campaña.

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