¿Fumar o vapear?

Argumentos. Profesionales sanitarios y la industria de los cigarrillos electrónicos debaten sobre su efectividad

03 noviembre 2019 10:40 | Actualizado a 05 noviembre 2019 07:28
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¿Fumar y vapear es lo mismo?, ¿los cigarrillos electrónicos son un método efectivo para dejar de fumar? o ¿hasta qué punto es o no perjudicial inhalar el vapor creado por estos dispositivos? Son muchas las cuestiones que rodean el ‘vapeo’, el acto de inhalar el vapor que produce un cigarrillo electrónico. Una controversia que ha resurgido a raíz de la campaña del Ministerio de Sanidad El tabaco ata y te mata en todas sus formas. Mientras el propio organismo ya ha reconocido el ‘error’ al incluir el vapeo como un modo más de fumar, la cuestión ha vuelto a trascender a todas las esferas, reabriendo el debate.

Lourdes Rofes Ponce, doctora adjunta del Servei d’Addiccions i Salut Mental del Hospital Universitari Sant Joan de Reus y coordinadora de l’Hospital sense fum explica que «nosotros no recomendamos los cigarrillos electrónicos como método para dejar de fumar, sino que prescribimos los tratamientos farmacológicos porque, hasta el momento, no tenemos la seguridad que funcionen».

Parches, chicles, nicotina oral y la vareniclina en comprimidos (medicamento que actúa reduciendo el efecto adictivo de la nicotina, las ganas de fumar y el síndrome de abstinencia) son los tratamientos farmacológicos de primera línea para ayudar a dejar de fumar. Además, es importante tratar la dependencia psicológica en las visitas de seguimiento de estos pacientes.

Esta situación contrasta con la política del Instituto de Salud Pública de Inglaterra que, desde hace años, promueve el vapeo para dejar de fumar. Más recientemente, un estudio realizado por Cancer Research UK y publicado en la revista Addiction sugiere que «a medida que aumenta el uso de cigarrillos electrónicos, en los intentos de dejar de fumar, también aumenta la tasa de éxito de dejar de fumar». Y en base a la publicación de este tipo de estudios, la Unión de Promotores y Empresarios del Vapeo (UPEV) sustenta sus argumentos para defender el ‘vapeo’. Arturo Ribes, presidente de la UPEV, reconoce que el dispositivo «no es inocuo, pero es una alternativa menos nociva que el tabaco, dirigido exclusivamente a fumadores adultos que no han querido o no han podido dejar el tabaco». En esta línea, pide «apostar por nuevas políticas que sean realmente efectivas contra el tabaquismo, como la reducción de daños y que son muy habituales en el Reino Unido».

«El dispositivo es la puerta de entrada al tabaco de los jóvenes», Antoni Baena, investigador de la Unitat de Control del Tabac de l’Institut Català d’Oncologia

En contraposición, Antoni Baena, profesor de Ciències de la Salut de la UOC e investigador de la Unitat de Control del Tabac de l’Institut Català d’Oncologia comenta que «las compañías de tabaco comercializan cigarrillos electrónicos a sabiendas de que el tabaco está prohibido en determinados espacios, donde sí está permitido ‘vapear’». En esta línea, el experto asegura que «según algunos estudios, entre el 60% y el 90% de los individuos continúa fumando y vapeando. Al final, se introducen más sustancias en el organismo, aunque es cierto que en menor cantidad. Pero se mantiene el consumo dual, es decir, no hay un traspaso del tabaco a un producto menos nocivo». «El dispositivo no es eficaz para dejar de fumar», expone el experto, para advertir que «es la puerta de entrada al tabaco de los jóvenes».

Entre los jóvenes

Según los datos de la Encuesta sobre Alcohol y Drogas en España (2017) en relación a la prevalencia de consumo de cigarrillos electrónicos ponen de manifiesto que el 8,8% de la población de 15 a 64 años ha consumido cigarrillos electrónicos (con o sin nicotina) alguna vez en la vida. Respecto a la edad, el grupo de 15 a 24 años es el que muestra las mayores prevalencias. A medida que aumenta la edad, los porcentajes de consumidores de cigarrillos electrónicos descienden (13% en el grupo de 15 a 24 años frente a 5,6% en el de 55 a 64 años).

Acorde con la opinión de Antoni Baena, Lourdes Rofes afirma que «lo que sí parece es que los nuevos dispositivos de cigarrillos electrónicos son más utilizados entre los jóvenes que el tabaco convencional». No obstante, en algunos fumadores adultos los dispositivos electrónicos son utilizados como método de reducción de daños.

Desde la primera hasta la tercera generación de dispositivos, la evolución estética ha sido considerable. «La primera generación se asemejaba a un cigarro convencional, mientras que el aspecto actual es más sofisticado y mucho más atractivo para los jóvenes», asegura la experta.

En este punto, Antoni Baena hace referencia al estudio Cigarettes: Use, Effects on Smoking, Risks, and Policy Implications. Sobre el futuro de los dispositivos electrónicos, el texto apunta que «se desconocen los efectos sobre la salud», pero advierte que «los cigarrillos electrónicos extienden la epidemia de tabaco atrayendo a jóvenes que de otra manera no serían capaces de iniciarse en el consumo de tabaco con productos convencionales».

Arturo Ribes recuerda que «hay estudios en el Reino Unido que han precisado que los cigarrillos electrónicos pueden reducir hasta en un 95% el daño que causa el tabaco en el fumador». Él mismo vaticina que «llegará un momento en que deberá alcanzarse un consenso. No sabemos cuándo ocurrirá, porque se publican estudios a favor y estudios en contra». Para el presidente de la UPEV «deberá ser la ciencia la que dé respuesta a todas las preguntas».

«Los cigarrillos electrónicos están dirigidos a fumadores adultos que no han querido o no han podido dejar el tabaco», Arturo Ribes, presidente de la UPEV

Editorial ‘The Lancet’

Sobre el debate, Antoni Baena asegura que «no creo que haya divergencia de opiniones entre los profesionales sanitarios de referencia». «Como miembro de la junta de la Societat Catalana d’Atenció i Tractament del Consum de Tabac y como delegado autonómico del Comité Nacional de Prevenció de Tabaquisme, todos estamos de acuerdo. Existen, ciertamente, algunos sanitarios, pero son minoría, que opinan diferente», asegura el experto.

Por último, Antoni Baena remite a la editorial de The Lancet, del pasado 12 de octubre, en la que se expone que «ninguna base de evidencia sólida respalda las afirmaciones de marketing de que los cigarrillos electrónicos son más saludables que los cigarrillos o que pueden apoyar el dejar de fumar, pero la regulación laxa ha permitido a los fabricantes de cigarrillos electrónicos pervertir el éxito de los mensajes de salud pública antitabaco y posicionar los cigarrillos electrónicos como saludables». El texto sigue apuntando que «la renormalización del tabaquismo en forma de cigarrillos electrónicos, no solo entre los fumadores, sino también entre los jóvenes y no fumadores, pone en riesgo el uso y la dependencia de la nicotina en toda la población a gran escala. Seguramente es hora de alinear el enfoque de la salud pública de los cigarrillos electrónicos con el de los cigarrillos».

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