En un verano como este, sin restricciones y con planes por la noche, los autobuses deberían ser imprescindibles en una ciudad como Tarragona. En zonas como los barrios de Ponent o La Móra, es prácticamente imposible llegar andando. Y, si lo fuera, no sería menos de una hora de caminata desde el centro neurálgico de la ciudad. Los horarios nocturnos, además, solo están disponibles en temporada de verano. Un servicio que normalmente empieza el la noche de Sant Joan y permanece hasta mediados de septiembre.
«Es algo que deberían mejorar. No puede ser que haya una hora en la que no puedas regresar a casa porque te tienes que esperar al siguiente. Si fueran veinte minutos aún, pero entre el primero y el segundo hay más de una hora de espera». Así lo resume María Gascón, una usuaria habitual del servicio de la EMT en la ciudad, sobre todo desde que su trabajo le obliga a coger el bus cada día.
¿Elevado precio del billete?
Junto a ella, se suma una joven que esperaba la llegada de su bus en la Imperial Tàrraco. «Para volver en autobús desde la Part Alta hasta la zona del Hospital Joan XXIII a la madrugada se tiene que hacer un trozo andando, porque todas las líneas nocturnas terminan en la plaza Imperial Tàrraco», explicó la chica. Y razón no le falta, ya que los buses 71, 72 y 73 vuelven al mismo punto después de haber hecho su respectivo recorrido.
Al saco de quejas se suma el precio del billete. Con el paso de los años ha ido subiendo la cifra hasta encontrarse con el euro y medio que cuesta actualmente. Lo cierto es que existen diversas tarifas y abonos en función de la cantidad de viajes y la edad del usuario. María Gascón compra uno de ellos. «Cogí el bono de 50 viajes en 45 días porque los utilizo para ir a trabajar». Sin embargo, Gascón considera que las tarifas son demasiado altas. «El precio del billete es una barbaridad. Normalmente se hace viaje de ida y vuelta, y en total te acabas gastando tres euros al día».
Pero no todo es de color negro. Si algo reconocieron ambas usuarias es que, últimamente, los autobuses llegan puntuales. Además, hace escasos meses llegaron a algunas de las paradas unas pantallas digitales que –quitando las que no funcionan por actos vandálicos o avería técnica– son útiles para saber cuánto tiempo queda para la llegada del autobús. Pero lo cierto es que cuesta verlas en funcionamiento en la ciudad.
A pocas semanas de terminar las vacaciones de verano, el Ayuntamiento tal vez se debería replantear el funcionamiento de las líneas nocturnas. Más frecuencia de autobuses y con recorridos que no terminen siempre en la Imperial Tàrraco y alcancen diversos puntos de la ciudad. Esta sería la fórmula ideal para compaginar las noches de verano con las calles más llenas en tres años y un buen uso del transporte público.