La Universitat Rovira i Virgili (URV) decide su futuro para los próximos cuatro años. Lejos del frenesí de las últimas semanas se encuentran los estudiantes.
A la una del mediodía las mesas de la cafetería del Campus Catalunya están prácticamente todas llenas. Hace un sol espectacular y aprovechan para cargar pilas tras pasar la mañana en la biblioteca, estudiando para los exámenes, o en clase.
En una de las mesas se encuentran reunidas siete estudiantes de Filologia Catalana. Preguntadas por el tema del día estallan de indignación. Explican que hace unos días se firmó un convenio de doble titulación del Grau de Llengua i Literatura Catalanes entre la Rovira i Virgili y la Universidad Masaryk (Brno, República Checa).
Tras el acto, tuvieron ocasión de hablar con el rector, que es uno de los candidatos. «Era la primera ocasión en la que lo veíamos, ni siquiera sabíamos quién era, pero nos dijo que la Filología Catalana no era una titulación útil y que era muy poco atractiva», explican.
Fue el primer contacto con el máximo representante de la universidad. De las siete estudiantes sentadas en la mesa tan solo una ha ido a votar. «Hablé con unos colegas que habían visto un vídeo de uno de los debates y me motivaron», argumenta Elisabet Ollé.
¿Cómo han vivido la campaña? «Solo hemos visto las obras», dicen. A escasos metros de la mesa en la que están sentadas unos camiones trabajan en la construcción de la futura Facutat d’Educació. «A los estudiantes no nos tienen en cuenta, tan solo aparecen durante la campaña», añade Sara Masalias.
En total están llamados a votar 13.295 alumnos, pero su opinión ponderada sólo representa el 26% del pastel.
Tan solo una de las siete asistentes sabe el nombre del candidato, que ha sido rector en los últimos cuatro años. ¿Y su contrincante? «Creo que se llama Maria Antonia», dudan. María José Figueras no ha conseguido que estas jóvenes se queden con su nombre.
Cursan segundo y tercero, afirman que en el Campus no han vivido ninguna anormalidad durante estas semanas que les haya hecho pensar que están en campaña. La única información que han recibido es a través del correo electrónico. Pese a ello, las que aún no han ido a votar tienen previsto hacerlo más tarde. Tan solo una ha decidido que no irá. «Es que no sé a quién votar. No los conozco», afirma.
En Filologia Catalana son ocho personas en primero, siete en segundo, once en tercero y tres en cuarto. «No se preocupan por los estudiantes.
Lo que nosotras les diríamos es que pagamos 1,75 euros al día de párking y siete para el menú, y a lo largo del curso tenemos que comprar un montón de dosiers a veinte euros. No entendemos para qué sirve la matrícula, porque somos la carrera que menos material necesitamos y todo el día estamos pagando. Y después te dicen que es público», lamenta Clàudia Martín.
Afirman que la elección «no nos va ni nos viene». Y que su preocupación son los exámenes. Los empezaron la semana pasada y aún quedan quince días intensos hasta el 1 de junio, cuando acaba la primera convocatoria. Al menos el viernes finalizan las clases y podrán dedicarse a estudiar.