En los miles de millones de años de la Vía Láctea la formación de estrellas no ha seguido una evolución tranquila y pausada, como se pensaba. Ahora un equipo liderado por investigadores del Institut de Ciències del Cosmos de la Universitat de Barcelona (ICCUB, UB-IEEC) y del Observatorio Astronómico de Besançon (Francia) han descubierto que hace entre 2.000 y 3.000 millones de años la Vía Láctea sufrió un fuerte brote de formación estelar, que dio lugar al nacimiento del 50 % de las estrellas formadas en el disco Galáctico. La revista Nature ha bautizado el descubrimiento como ‘baby boom estelar’ en su número del 25 de abril de 2019.
El investigador tarraconense Roger Mor (exalumno de la Escola Pax y del Institut Martí Franquès) lidera el descubrimiento (Gaia DR2 reveals a star formation burst in the disc 2–3 Gyr ago) que ha sido publicado en la revista Astronomy & Astrophisics. El artículo también lo firman los investigadores Annie C. Robin, Francesca Figueras, Santi Roca-Fàbrega y Xavier Luri. «Desde hacía tiempo trabajábamos en el estudio de la historia de la formación estelar, que nos dice cómo cambia el ritmo de formación de estrellas a lo largo de la historia de la Vía Láctea», contextualiza Roger Mor.
Ahora, analizando los datos del satélite Gaia, proyecto de la Agencia Espacial Europea (ESA), con modelos que predicen la distribución de estrellas en la Vía Láctea, el equipo de investigadores ha identificado un nuevo periodo de alto ritmo de formación de estrellas. «El satélite Gaia nos ha proporcionado la posición, el movimiento y la distancia de millones de estrellas, además del brillo y el color», explica Roger Mor. «Con la información de más de tres millones de estrellas del entorno solar y la aplicación de un simulador del contenido estelar de la Galaxia, hemos podido observar la evolución que ha seguido la formación estelar y que nos ha llevado a este descubrimiento», añade el investigador.
La evolución
En la línea de tiempo, Roger Mor recuerda que Amina Helmi, investigadora de la Universidad de Groningen, «situó un choque de una galaxia externa con la Vía Láctea hace entre 10.000 y 14.000 millones de años, y que habría provocado una gran formación de estrellas dando lugar a lo que se conoce como disco grueso de la Galaxia».
Desde este momento y hasta la actualidad, explica el investigador que lo se esperaba era que el gas de la Galaxia se consumiese y la formación estelar fuese cada vez más lenta y menor. Lo que ocurrió de este modo hasta hace entre 5.000 y 7.000 millones años cuando se volvió a reactivar la formación de estrellas. Según explica el investigador del ICCUB, «del mismo modo que la llama del hornillo se va apagando cuando se acaba el gas de la bombona, el ritmo de formación estelar en el disco de la Vía Láctea, alimentado por el gas que inicialmente se depositó, debería ir disminuyendo de manera suave y continuada hasta agotar todo el gas existente».
«Proponemos una colisión con una galaxia satélite rica en gas, como la causante de este ‘baby boom estelar’, porque no conocemos un mecanismo interno del disco de la Galaxia capaz de provocar una formación estelar tan fuerte como la que se ha averiguado», afirma Roger Mor.
Sobre los factores que influyen en el ritmo de formación de estrellas, el investigador apunta «la cantidad de gas y la velocidad a la cual se comprime para formar estrellas. Si no tenemos gas el ritmo es bajo y si por algún motivo el gas no colapsa o lo hace muy despacio también influiría en un ritmo más lento o más rápido de formación estelar».
Y sobre cómo sería el cielo sino se hubiese producido este ‘baby boom estelar’ hace entre 2.000 y 3.000 millones de años, Roger Mor apunta que sería completamente diferente a como lo vemos ahora. «Seguramente sería una galaxia con más estrellas viejas, menos brillantes y con un ritmo de formación estelar más lento del que tenemos», apunta.
La cantidad de gas y la velocidad de compresión influyen en el ritmo de formación estelar«Este episodio de reactivación de formación estelar, que ahora hemos descubierto, no se esperaba, y es el que da lugar al nacimiento del 50 % de las estrellas formadas en el disco. Esta reactivación tiene un máximo hace 2.000 y 3.000 millones de años y va disminuyendo hasta el momento actual cuando el ritmo de formación es de una masa solar por año. Un ritmo lento», puntualiza Roger Mor.
¿Y ahora qué?
Después de este descubrimiento, el investigador del Institut de Ciències del Cosmos de la Universitat de Barcelona explica que «las galaxias que nos rodean están bastante estudiadas y no se prevé que en un futuro de millones de años se produzca un fenómenos de este estilo, aunque no se puede descartar». Recuerda que hay otros estudios que predicen una colisión en un futuro entre la Vía Láctea y Andrómeda, y que si ocurriese probablemente daría lugar a otro brote de formación estelar. «En cualquier caso, nosotros no lo veremos», lamenta Roger Mor.