«El puerto es una organización en la que te pone la política y te saca la política». Y una decisión política ha hecho que Josep Maria Cruset haya dejado la presidencia del Port de Tarragona, cuando todavía no se han cumplido cuatro años desde su llegada a la institución y tan solo habían transcurrido doce meses desde que fue ratificado en el cargo por el Govern de Pere Aragonès.
El nombre de la persona que le sucederá aún es una incógnita. Sin embargo ayer cerró una etapa para «poder dedicarme a una transición lo más rápida posible». Así lo afirmó en la rueda de prensa en la que hizo un exhaustivo balance de su trayectoria, y en la que no faltaron algunos de los principales representantes del consejo de administración.
Cruset deja impronta. Durante este periodo ha aparcado su faceta política y se ha dedicado a la gestión de un organismo que cuando llegó ocupaba la séptima posición en el ranking de puertos del Estado y que cerró el año pasado en el quinto lugar, con una escasa diferencia respecto al cuarto. Los vientos no han jugado a favor. Ha habido una pandemia, la guerra de Ucrania, temporales diversos como el DANA y una crisis de suministros y energética. Pese a ello, desde este organismo ha trabajado intensamente para encarrilar los principales proyectos que le llevaron a afirmar que «el presente y el futuro del Port de Tarragona está garantizado».
Durante su intervención puso en valor la «transformación» no tan solo de la infraestructura, sino también de una organización que tiene en marcha los principales proyectos que desde hace años estaban en cartera. Es el caso de la Zona d’Activitats Logístiques (ZAL) que «en 2018 era un espacio yermo», en el que «se tuvo que empezar desde cero» la tramitación, y que hoy ya tiene los viales perimetrales «muy avanzados», mientras «se está comercializando con unas propuestas muy interesantes».
El inicio de las obras de la terminal de Guadalajara-Marchamalo y el proyecto de ampliación de La Boella –en el que se invertirán más de 50 millones de euros– son otros de los proyectos que están en marcha en estos momentos. En su legado deja también el nuevo Moll de Balears, el cual debe suponer «un salto adelante» en la actividad de cruceros del territorio y que hace unos días permitía la primera operativa con tres barcos simultáneos.
Sobre el proyecto de cruceros aún hizo un último anuncio. El año que viene la compañía MSC ha solicitado hacer 26 escalas desde Tarragona, lo que supondrá una cifra aproximada de unas 50.000 personas. «Certifica la recuperación de los 130.000 cruceristas de cara a 2023», apuntó. Este fue el único anuncio, a pesar de que afirmó que hay «tres proyectos muy avanzados prácticamente a punto de cerrarse» que anunciará el nuevo presidente «cuando puedan fructificar».
La inauguración de la antigua sede de la Autoritat Portuària, la reforma del Museu del Port y el nuevo pantalán del Serrallo son otras de las iniciativas que han visto la luz en este periodo.
El presidente del Port afirmó que todo esto se ha hecho «sin endeudar ni poner en riesgo el futuro económico» de la institución. De hecho, sobre al respecto apuntó que en este periodo se ha reducido en un 27% el endeudamiento, mientras que la cifra de inversión ha superado los 100 millones de euros.
No se sabe si el relevo será en cuestión de días o todavía se prolongará. No obstante, todo apunta a que no habrá el tiempo suficiente para que pueda cerrarse definitivamente el conflicto de la estiba, que ha generado turbulencias en los muelles en las últimas semanas. «A día de hoy sigue la evolución natural en la gestión de estos temas. Las negociaciones están abiertas y no se ha recuperado una normalidad total, pero sí que nos estamos acercando», decía sobre al respecto. No obstante, confirmó que se están recuperando las escalas de los barcos que se habían marchado a otros puertos durante este periodo.