Comprar en el supermercado es una actividad indispensable tanto para aquellos que viven solos como para las familias. Ya sea a diario, semanalmente o mensualmente, esta tarea se marca en rojo en el calendario. Sin embargo, en los últimos años, los consumidores se han enfrentado directamente a una preocupante tendencia: la notable subida de los precios en general. Este aumento ha impactado directamente en las elecciones y gastos de cada individuo en el supermercado, generando un desafío adicional a la hora de realizar las compras del hogar.
Según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), los precios de los alimentos cerraron el mes de marzo con un incremento interanual del 16,5%, tras encarecerse otro 1,1% adicional en marzo y acumular en lo que va de año una subida del 3,3%, pese a la rebaja de IVA puesta en marcha por el Ejecutivo en algunos de los alimentos de la cesta de la compra, entre los que no se incluyen la carne y el pescado.
«Antes la gente compraba más y ahora menos porque se miran más los precios», Joan Poch (Gerente de Covirán)
¿Cómo se ha llegado hasta aquí? La inflación, los costos de producción y la cadena de suministro son tres de los grandes factores que han provocado esta subida imparable. Ahora mismo llenar el carro de la compra tiene un sobrecoste para las familias de 924 euros al año, según recoge la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). Otro dato que refleja este aumento de los precios es que cada vez que una persona va al súper se deja una media de 38 euros.
La situación es insostenible para muchas familias y lo cierto es que el consumidor está buscando alternativas o trucos para intentar reducir un poco el coste final marcado en el ticket. No es fácil, pero se intenta. Una de las principales apuestas a la hora de minimizar gastos es apostar por las marcas blancas. Una tendencia que ya lleva años al alza, pero que en los últimos meses todavía se ha disparado más.
¿Marcas blancas o distribuidor?
Lo primero que hay que recalcar es que hay muchos supermercados a los que este concepto no les gusta. Mercadona apuesta por llamarle «marca distribuidor», ya que marca blanca es cuando no aparece el fabricante en la etiqueta trasera del producto, algo que no sucede por ejemplo en los productos de la empresa valenciana. Así lo remarcan fuentes consultadas por el Diari para abordar esta temática.
Ana Isabel Jiménez Zarco, profesora de los Estudios de Economia y Empresa de la UOC, apoya esta puntualización sobre un término que no está del todo bien utilizado: «Marca blanca es un concepto tradicional que se llamaba a aquellas marcas que no tenían fabricantes. Ahora ya no es así porque la mayoría de productos tiene el fabricante marcado por tema de legalidad. Por lo tanto lo correcto es llamarlo marca distribuidor».
Sea marca blanca o marca distribuidora, lo que está claro es que al cierre del primer trimestre del año, estos productos representaban el 43,2% de las cestas de gran consumo, muy por encima del 40,7% del mismo periodo del año anterior y del 37,8% de los tres primeros meses de 2021, según los datos que maneja la consultora Kantar.
Para Jiménez no hay dudas de porque se ha dado este cambio en el comprador durante los últimos años y sobre todo se ha acrecentado en los últimos meses: «No es algo nuevo. Viene de hace mucho tiempo. Gracias a la calidad-precio que ofrecen ha crecido mucho durante los últimos años. Que los precios hayan aumentado pues eso ha provocado que la gente apueste por más la marca distribuidor».
Para la experta, la clave del auge de este tipo de productos tiene lo económico como uno de los principales factores, pero recalca que sobre todo se debe a la calidad que son capaces de ofrecer estos productos que muchas veces es incluso igual a las marcas oficiales: «Es la misma calidad porque muchas veces hasta comparten fabricante. Mercadona por ejemplo fabrica sus pizzas en la Casa Tarradellas, lo que diferencia a unas de otras es exclusivamente el precio que viene muchas veces marcado por los costes de negociación».
No solo apostar por las marcas blancas es el único ‘truco’, también se compra más a menudo. Se trata de una cuestión muchas veces psicológica. Puede dar la sensación de que si realizamos compras más pequeñas no estamos gastando tanto como en una compra grande. Joan Poch, Gerente de Covirán Tarragona, confirma esta tendencia de manera firme: «La verdad es que se ha reducido mucho el consumo. Antes la gente compraba más y ahora menos porque se miran mucho más los precios. Ahora me encuentro incluso con gente que pone la verdura en la balanza, la pesa y cuando ve el precio la vuelve a dejar en el sitio».
Lo que no ha terminado de funcionar es la rebaja de IVA puesta en marcha por el Ejecutivo en algunos de los alimentos de la cesta de la compra. Joan Poch explica los motivos: «No ha funcionado. Las casas están ganando lo mismo porque lo que han hecho es subir el precio antes de quitarle el IVA, así que el resultado es que mantiene el mismo coste».
Está claro que el consumidor se está adaptando a una nueva situación económica que ha afectado de manera frontal en la cesta de la compra. Son tiempos de marcas blancas, promociones y en los que se prefiere comprar en más ocasiones, pero en menor cantidad. Son las consecuencias de una inflación generalizada.