El nuevo carril bici que enlazará el Campus Sescelades con la Imperial Tarraco avanza a marchas forzadas. El trazado del nuevo eje, que se espera que transforme la movilidad para cientos de estudiantes y que mejore las conexiones entre Sant Pere i Sant Pau y el centro, ya prácticamente es visible en la totalidad de un recorrido que suma 1.940 metros. Y esto ha comportado cambios en la circulación de algunas calles por las cuales discurrirá, de forma que los vehículos de motor han perdido espacio a favor de la movilidad sostenible.
Según asegura el concejal de Territori del Ayuntamiento de Tarragona, Xavier Puig, «la fecha de finalización de las obras es el 5 de noviembre». Este es el calendario con el que está trabajando la empresa Bigas Grup SL, que, según confirma el consistorio, ha solicitado «un mes de margen» para la culminación de los trabajos. «Esta fecha se ha ampliado por las lluvias, que han parado la obra en varias ocasiones y después también por la espera de la finalización de la concesión del quiosco de la Imperial, que acaba el 8 de octubre», certifica el edil republicano. Asimismo, hay un tercer elemento que ha distorsionado los calendarios, como es el cambio en el trazado por esta céntrica plaza. «Esta modificación es porque en su momento se decidió poner el carril por la acera y esto entendemos que puede dificultar la convivencia entre bicis y peatones, y no queremos que haya un conflicto», apunta Puig. Por este motivo, los técnicos decidieron «mover» el vial hacia la calzada. «En algunos tramos literalmente estará sobre esta y en otros en los que es imposible será en la acera, pero en una parte que no afecte a los peatones», añade.
Las obras arrancaron a inicios del mes de junio junto a la zona de Sescelades. De hecho, en esta parte el nuevo carril puede decirse que ya está completamente acabado. Este empieza en la calle Ramon Comas i Maduell, en el que el nuevo eje discurre por la calzada, por lo que los coches han perdido espacio. En este punto incluso se han finalizado los trabajos de pintura blanca y ya podría circularse, si no fuera por las vallas que se han colocado en algunos puntos, a la espera de que la obra esté 100% acabada. Siguiendo hacia la calle Pi i Maragall, puede comprobarse como en este tramo también se ha instalado una protección física, para mejorar la seguridad. Este llega hasta una zona de contenedores, ubicada a la altura de la calle Pere Batlle i Huguet. Allí, el trazado discurre por un sendero que cruza la zona verde y aunque en algún momento vuelve a adentrarse por la zona de la calzada, este sigue mayoritariamente por la zona de tierra, hasta llegar a un camino pavimentado que enlaza con el puente que cruza por encima de la A-7. Se trata de una parte del recorrido en el que no se han hecho grandes cambios y que falta por ver qué elementos van a utilizarse para dar una sensación de continuidad.
Tampoco se ha actuado por el momento en la pasarela elevada que cruza la autovía. En este caso, el proyecto contempla la mejora de la iluminación y la instalación de rodapiés para evitar que si una piedra o cualquier elemento sale disparado, caiga encima de los coches que circulan por la carretera. Es el único cambio que se prevé, dado que la plataforma seguirá siendo un espacio de convivencia entre los peatones y las bicicletas. En cuanto a la zona de Quatre Garrofers, el proyecto contempla la reparación del asfalto. Una operación pendiente de ejecutar. Este es uno de los tramos que sigue más verde, ya que tampoco se ha abordado la señalización hasta la rotonda de la Avinguda Catalunya.
Los trabajos se centran ahora en este espacio hasta el Campus Catalunya y la Avinguda Marquès de Montoliu, en el que varias brigadas operan de forma simultánea para transformar la calzada en la que se han eliminado las plazas de aparcamiento. Uno de los equipos se encarga de la pintura, mientras otros dos se ocupan de acabar las aceras de la avenida que enlaza con la Imperial Tarraco, que en algunos tramos ha tenido que recortarse. De hecho, en Marquès de Montoliu, el carril bici es un elemento que está marcado, pero que aún no es visible como tal, ya que la brigada de pintura podría llegar hoy a este punto. El espacio por el que circularán las bicicletas y patinetes es más ancho que en otros tramos, ya que se ha eliminado un carril de circulación y se han desplazado los aparcamientos. Unos cambios que Laura Santiago, estudiante del Campus Catalunya, aplaudía. «Soy de fuera y no vengo en bici, pero en mi pueblo la utilizo y estoy a favor de contribuya a no contaminar», apuntaba. Esta estudiante asegura que entre sus compañeros de clase se ha incrementado mucho el uso del patinete eléctrico, por lo que considera que la ciudad debe tener la infraestructura necesaria para dotar a sus usuarios de «más seguridad».
Por su parte, Anabel Rebollo lo utiliza para desplazarse desde el centro de Tarragona a Sant Pere i Sant Pau, donde tiene uno de sus empleos. «El patinete es más económico y no gasta, y lo veo muy bien lo que están haciendo, porque yo tengo uno que no es apto para ir por la carretera, pero por aquí sí que podré pasar», apuntaba.
A partir de la plaza Imperial Tarraco, el vial discurrirá por delante de la antigua Facultat de Lletres, hacia la Rambla Nova y la estación de autobuses. Finalmente, enlazará con la Avinguda de Roma, donde a través de los viales laterales podrá llegarse hasta el Pont del Francolí, por lo que prácticamente conectará con el carril bici de Ponent. Esto obligará a mover las paradas de autobuses al eje central, una actuación que «es la parte más sencilla», según indicaba Puig, ya que «básicamente estamos hablando de pintura y de señalización».
Según el cronograma, dentro de 37 días las obras estarán acabadas. Y es que el Ayuntamiento no puede permitirse más demoras. El día 1 de diciembre el proyecto tiene que estar completamente acabado y recepcionado si no quiere perder la ayuda de los fondos Feder, que cubrirán el 60% de los 447.000 euros de inversión que en su conjunto supone el proyecto.