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El edificio sin balcones de Tarragona: el porqué del andamio y de una reforma inacabada

El arquitecto abandonó la obra porque los vecinos no respetaban las normas de seguridad y salían al balcón

14 mayo 2024 14:08 | Actualizado a 14 mayo 2024 19:08
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Los andamios del edificio situado en el número 1 de la Plaça de la Generalitat –delante del Corte Inglés– de Tarragona llevaban casi cuatro años instalados porque el arquitecto Saül Garreta, que actualmente es presidente del Port de Tarragona, paralizó en su momento las obras. El motivo fue que los vecinos de este inmueble no respetaban las medidas de seguridad y accedían a los balcones pese a tenerlo prohibido. Empecemos la historia por el principio.

Nos remontamos a hace casi cuatro años, cuando la comunidad de vecinos de este inmueble de la Plaça de la Generalitat no superó la inspección técnica. Los balcones habían quedado antiguos y obsoletos a nivel normativo. Para que nos hagamos una idea, las barandillas llegaban al ombligo, cosa que suponía un peligro. Por eso, la comunidad de vecinos decidió contratar a un arquitecto para que elaborara un proyecto de remodelación de la balconada

El despacho de arquitectos escogido para hacerlo fue el del actual presidente del Port, Saül Garreta. Y es que se da el caso que su socio era un vecino del bloque en cuestión. Hicieron un proyecto bastante ambicioso, que ascendía a más de 400.000 euros. Tras dos años haciendo derramas y juntando el dinero, la empresa constructora empezó a instalar el andamio para cambiar los balcones y los toldos. Era noviembre de 2020.

La previsión era que las obras durasen entre tres o cuatro meses. «Cuando vimos un andamio tan grande pensamos que trabajarían unos veinte operarios. Pero no. El día que más gente había eran cinco», explica un vecino.

Los trabajos iban tirando adelante hasta que el Garreta y su equipo tomaron la decisión de dejar la obra. La razón era que los vecinos no respetaban las normas de seguridad y seguían saliendo a los balcones (sin barandilla), pese a la orden expresa de no hacerlo.

Así lo hizo saber el arquitecto a todos los vecinos, a través de una carta. El Diari ha hablado con Garreta quien explica que «los balcones no eran accesibles porque no había barandillas. Mucha gente salía a tender la ropa o a tomar el aire», explica el arquitecto y presidente del Port, quien añade que «no queríamos asumir responsabilidades».

Según ha podido saber el Diari, la relación entre los vecinos y el despacho de arquitectos se fue degradando con el paso de los meses. Tanto que incluso los arquitectos sufrieron acusaciones graves aparentemente sin fundamento.

Los arquitectos abandonaron, pero la empresa constructora parecía que quería continuar con las obras. Nada más lejos de la realidad. La empresa acabó yéndose, dejando los andamios en el lugar.

Los vecinos, sin dinero en la cuenta común, se encontraron con una estructura metálica gigante en su fachada y sin barandillas en los balcones. «Lo hemos pasado muy mal. Ha sido una odisea que no le deseo a nadie», dice otro vecino. El andamio ha estado mucho años poniendo en peligro no solo la vida de los residentes en el edificio, sino también la de los peatones que pasaban por abajo. Cuando soplaba el viento o cuando llovía, los vecinos sufrían. «El andamio no ha recibido ningún tipo de mantenimiento, era un peligro», añaden los propietarios.

Movimientos

Ahora, casi cuatro años desde que se instaló la estructura, una nueva constructora y la comunidad de propietarios han llegado a un acuerdo para retirar el andamio. Antes, pero, el responsable de la obra entró al Ayuntamiento un informe de medidas cautelares donde se comunicaba la colocación de una malla para proteger los balcones. Desde el Ayuntamiento aseguran que es más segura la malla que el andamio, ya que la estructura no estaba pegada a la fachada.

Los trabajos de retirada empezaron la semana pasada y está previsto que se acaben en cuestión de días. Por su parte, los vecinos siguen saliendo al balcón sin barandillas.

En las próximas semanas, la nueva dirección entrará la petición de la licencia de obras al Ayuntamiento, para así acabar los trabajos.

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