Durante los últimos años, la economía compartida está cobrando peso ante el sistema tradicional. Poco a poco, empresas y universidades trabajan para desarrollar sistemas colaborativos que sustituyan los procesos a los que estamos acostumbrados, como las iniciativas de micromecenazgo o la distribución de archivos en las redes. Un ejemplo más de ello es Co-utility, un proyecto financiado por la organización Templeton World Charity Foundation con el objetivo de crear protocolos en los que la colaboración entre los usuarios que participan sea mutuamente beneficiosa. «La economía compartida puede garantizar la sostenibilidad de muchos servicios», asegura el equipo responsable de la aplicación móvil Co-car, miembros del grupo de investigación CRISES, en seguridad y privacidad, del Departamento de Ingeniería Informática y Matemáticas de la Universitat Rovira i Virgili.
David Sánchez, profesor agregado; Sergio Martínez, investigador postdoctoral; Josep Domingo-Ferrer, catedrático de universidad, y Manel Ruiz, personal de apoyo a la investigación, empezaron a trabajar en la aplicación a principios del año pasado. «Co-car surge como la implementación práctica del concepto de la co-utilidad a la compartición de vehículos», explican. Es decir, si los usuarios (pasajeros y conductores) colaboran, ambos obtienen un beneficio (utilidad), que en este caso se traduce en un ahorro en los gastos de transporte. Además, tal y como destacan los integrantes del equipo, estos beneficios también se pueden extrapolar a la sociedad en general puesto que «compartir coche contribuye a aliviar el tráfico y a reducir las emisiones de CO2».
Con tal de desarrollar la aplicación, los investigadores han estudiado con detalle otras plataformas más populares como Blablacar o Carpooling para identificar sus limitaciones y hacer una propuesta novedosa. «En este sentido, aunque su servicio se base en el concepto de economía compartida, su ejecución ‘centralizada’ va en contra del espíritu de este tipo de sistema», afirman. De esta manera, los miembros de Co-car identifican dos factores clave. En primer lugar, el proceso de recopilación y almacenaje de datos personales y de movilidad de los usuarios con fines comerciales a partir de una entidad central. En segundo lugar, el cobro por un servicio en el que todos los recursos, vehículos y dispositivos móviles, los proporcionan los propios usuarios y que, por tanto, debería ser gratuito.
La privacidad de los datos
Co-car prescinde de toda entidad central ya que es distribuida y se autogestiona por los propios usuarios a través de un protocolo interno. Así pues, no se recopila información confidencial y los usuarios se mantienen anónimos durante todo el proceso de búsqueda de conductores y pasajeros con trayectos compatibles. Su autogestión también asegura su independencia de terceros y la posibilidad de ofrecer el servicio de manera gratuita.
Hoy por hoy, la aplicación se encuentra en periodo de prueba para que los usuarios se familiaricen con el sistema. «Nuestra idea es utilizarla como herramienta para reunir a la masa crítica de usuarios que haga que la oferta y demanda de trayectos y pasajeros sea suficientemente abundante y variada como para que el servicio resulte atractivo», comentan. A nivel técnico, los creadores han planificado incluir varias mejoras de usabilidad, así como un sistema de notificaciones para recordar viajes o avisar de nuevas ofertas. Una vez superada esta fase, su intención es desplegarla primero a nivel local e ir expandiéndola poco a poco.