Tarragona se abre al Mediterráneo. Es el sentimiento que expresaban algunas de las personas que ayer, por primera vez, podían bajar del Balcó del Mediterrani a la orilla de la playa del Miracle en escasos diez minutos. «Será muy bueno para la ciudad», decía María José. Junto a sus padres, había bajado desde la calle Rovira i Virgili para ir a ver la pasarela recién estrenada.
El calor a primera hora de la tarde era intensísimo, por lo que muchas personas ya la estrenaron para ir a la playa, mientras otros tan solo se asomaban para sacar alguna foto y ver cómo había quedado. Es el caso de esta familia. La madre estaba entusiasmada. «Es muy bonita», decía. Mientras que el padre alertaba de que «da la sensación de que puede entrar un coche. Quizás a pleno día no, pero aquí una noche se puede ver cualquier cosa».
Con una longitud de 300 metros, permite salvar los 17 metros de desnivel. Su construcción empezó a inicios de octubre de 2016 y ha supuesto una inversión de 1.675.778 euros, íntegramente pagados por el Port de Tarragona. La dirección de la obra a lo largo de estos 21 meses ha ido a cargo de Joan Borràs, quien ayer recordaba algunos de los impedimentos que han surgido por el camino, como las obras del tercer carril y la reforma de la estación. Esto hizo que en algunos momentos los trabajos fueran un auténtico encaje de bolillos.
Mientras que el representante autonómico apuntaba que esta estructura ha permitido solventar un «hándicap», que es el hecho de que «tiene el mar a tocar de los dedos y no podía disfrutarlo del todo». Ahora falta la segunda fase de esta reforma del frente litoral: la mejora del Passeig Marítim. Las obras están en marcha. «Si todo va bien, a inicios de 2019 volveréis a venir aquí para inaugurar el paseo», decía Andreu en el último evento de estas características como presidente del Port de Tarragona.