Edgar García Cabezas, de L’Estonnac L’Ensenyança Tàrraco; Guillem Martínez Pons, del Institut Antoni Martí i Franqués y Elsa Ferré Ballesteros, del Instituto Gabriel Ferrater y Soler son los tres estudiantes que han sacado la nota más alta de la provincia de Tarragona en las Proves d’Accés a la Universitat (PAU): un 9,90. Su nombre ya ha entrado en esta histórica privilegiada lista que año tras año añade nombres. La puntuación es brutal y solo han sido superados en toda Catalunya por Carla Vendrell Palomo de Olot que ha conseguido la perfección con un 10. Pero da lo mismo, cuando descuelgan el teléfono sus voces no ocultan su estado de felicidad. Aquello por lo que tanto han peleado tendrá premio. Con esas notas van a elegir dónde y qué estudiar. El futuro está en sus manos.
Un futuro físico
Edgar García se encuentra en su casa en la Part Alta de Tarragona. Transmite tranquilidad. “Estoy súper contento. No me lo esperaba, aunque lógicamente sabía que había ido bien, pero no de manera casi perfecta”, explica el joven tarraconense de 17 años. García rememora como conoció el pasado miércoles la nota conseguida: “Me acuerdo que estaba en el conservatorio y un amigo me dijo que ya habían salido las notas. Me fui para casa para verlas con mis padres y cuando vimos el 9’90 todos nos pusimos felices. Están muy orgullosos de mi”. Para él, la base del éxito se encuentra en la persistencia: “La clave ha sido ser constante a lo largo del curso porque me ha permitido estar menos nervioso en el momento de la selectividad”.
Edgar estudiará Física, Guillem un doble de grado informática y electrónica de telecomunicaciones y Elsa un doble Traducció i Interpretació i Llengües Aplicades
Un apunte interesante es que su pasión por la música es un hecho. Lleva desde los 11 años estudiando percusión y piano y reconoce que eso le ha ayudado a afrontar con garantías las PAU: “La música me ayuda a ver todo diferente. Estoy convencido de que ha sido clave para que haya podido sacar esta buena nota”.
Ahora el futuro que se le presenta por delante lo tiene muy claro y no duda en responder a la pregunta sobre qué va a estudiar el año que viene: “Voy a hacer física en la Universitat de Barcelona”. Lo dice con la convicción que le ha llevado a realizar una prueba casi perfecta, se dice pronto.
Del hospital a la euforia
Curiosamente, el segundo Guillem Martínez también es un apasionado de la música, al igual que Edgar. También toca el piano, estuvo en el conservatorio desde los seis hasta los 16, aunque al empezar el Bachillerato lo dejó. Eso junto al triatlón son las dos grandes pasiones que han forjado una capacidad de sacrificio y creatividad que han dado sus frutos en la selectividad: “La clave para mí ha sido la constancia, seguir trabajando siempre y dar sobre todo el máximo de mí. Siempre hay que creer”.
Guillem también conoció su nota el miércoles y en su caso vino después de otra buena noticia, por lo que el 21 de junio será un día inolvidable: “Me enteré por la noche al llegar a casa tras estar en el hospital. Venia de ver a mi hermano de una operación y cuando llegué me enteré de la nota”.
Esas son sus palabras desde Menorca donde está junto con sus compañeros de clase disfrutando de un merecido viaje de fin de curso. Cierra una etapa para abrir una nueva y ya tiene decidido su futuro: “Mi objetivo es ir a la Universitat Autónoma de Barcelona a estudiar del doble de grado informática y electrónica de telecomunicaciones”.
Ganchillo como hobbie
Elsa Ferré es la estudiante reusense de moda porque su nota lo merece. Ella también atiende al Diari desde Menorca, lugar en el que también desconecta con sus compañeros de clase tras unas semanas de estrés que han terminado con un final soñado: “Estoy muy feliz. No me esperaba para nada la nota, la había calculado con las correcciones, pero no esperaba que fuese tan alta”.
Ferré rompe con la tendencia de la música, pero su vena creativa también está muy viva, tal y como reconoce al Diari: “No, yo no tocó ningún instrumento (ríe). A mí me gusta mucho leer, dibujar y hacer yoga”. A lo que añade antes de que se le olvide: “También me gusta mucho hacer ganchillo”.
La reusense también reconoce que la constancia es el camino, aunque ella va a más: “Otra clave es aprovechar bien el tiempo en clase y organizarse bien fuera de ella. Hay que saber priorizar”. Al igual que sus otros dos compañeros también tiene claro cuál es su futuro: “Me gustaría estudiar el doble grado Traducció i Interpretació i Llengües Aplicades en la Universitat Pompeu i Fabra de Barcelona”.
Édgar, Guillem y Elsa son tres ejemplos vitales. Jóvenes que tienen tiempo para aprender, disfrutar y labrarse un futuro soñador. Ahora empieza la que para muchos es la mejor etapa vital, la universitaria. Se han ganado el derecho a decidir que van a estudiar y eso es el mayor premio posible.
