Calvario en Cornudella de Montsant: 22 kilómetros hasta el cajero más cercano

Vecinos y turistas se tienen que desplazar a Les Borges del Camp. El ayuntamiento negocia para recuperar la instalación en breve
 

30 abril 2018 09:34 | Actualizado a 30 abril 2018 09:38
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«El cajero más cercano está a 22 kilómetros, en Les Borges del Camp», denuncia Salvador Salvadó, alcalde de Cornudella de Montsant. Este pequeño pueblo del Priorat, a los pies de la sierra del Montsant y de las montañas de Prades, está sin cajero desde el pasado julio, cuando llegó el desenlace que hizo que la entidad financiera que prestaba el servicio eliminara la máquina.

«Se lleva muy mal. Lo sufren los vecinos pero también los visitantes. Aquí hay mucho turista extranjero, por ejemplo de Francia, que se mueve con tarjetas de crédito y, evidentemente, no puede sacar dinero cuando está aquí», lamenta el máximo responsable municipal de un pueblo con gran tirón de visitantes, debido a sus ofertas de ocio vinculadas a la escalada. 

Atrás quedan las reivindicaciones para que no se retirara el cajero. Los vecinos llegaron a reunir más de 400 firmas, prácticamente la mitad de los empadronados en el municipio. «Nos va muy mal, porque tenemos que desplazarnos en coche si queremos sacar dinero», se queja una vecina.

El reto de sacar efectivo
El ayuntamiento estudia solventar cuanto antes esta situación.
El servicio de atención al cliente no se ha perdido por completo, porque hay entidades bancarias que lo ofrecen varias horas al día durante los laborables. «Pero no hay manera de sacar efectivo por las tardes o en fin de semana, y eso es algo que afecta mucho a la gente», dice el alcalde, que trabaja en dos frentes para la recuperación del cajero. «Estamos hablando con el Banco Santander y la negociación está bastante avanzada. También hay conversación con la Diputació de Tarragona y La Caixa para poner el cajero», cuenta. 

Aun así, esa instalación no resolverá del todo las dificultades de cierto sector de la población para acceder a dinero en efectivo. «El cajero es el mal menor, porque la gente mayor muchas veces no se aclara con él y prefiere el trato más personalizado que se le da en la sucursal bancaria», concluye el alcalde de este municipio, un ejemplo claro de la exclusión financiera. 

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