«Nos sentimos como la Galia de Astérix y Obélix. Totalmente aislados, alejados del centro, perdidos en medio de la montaña y haciéndonoslo todo nosotros mismos», explica Meritxell Vilella, presidenta de la Associació de Veïns de Sant Salvador i Sant Ramon, quien asegura que «son muchos los vecinos que se acercan a la asociación y nos piden que nos marchemos de Tarragona y pasemos a formar parte del municipio de Els Pallaresos».
Sant Salvador abre la puerta a debatir sobre el futuro del barrio. El motivo, aseguran, es que el Ayuntamiento de Tarragona hace caso omiso a todas sus reivindicaciones históricas. Empezando por la conexión entre el barrio y el centro de la ciudad, pasando por la poca frecuencia de los autobuses y acabando por medidas que reviertan la situación de mala convivencia vecinal. El barrio da un ultimátum al Consistorio antes de tomar medidas más contundentes.
Hace unos días, algunos vecinos dejaban caer a golpe de tuit que quizás sería idóneo que Sant Salvador pasara a formar parte de Els Pallaresos, debido al aislamiento que sienten. De esta manera, las redes se encendían. No se sabe si, como consecuencia de los tuits o de la precampaña electoral, el alcalde de Tarragona, Pau Ricomà, junto a otros concejales del gobierno municipal, no tardaron en ponerse en contacto con la entidad vecinal para reunirse con una cuarentena de residentes en el barrio. «Le mostramos nuestro descontento y tratamos algunos de los temas que más nos preocupan», explica Vilella, quien avisa que si no se toman medidas urgentes, «la cosa podría ir a más».
El problema de la movilidad ya es un clásico. Los vecinos de Sant Salvador se sienten aislados de la ciudad por culpa de la frontera que representa la carretera N-240. La no inclusión de este tramo en el acuerdo entre Estado y Ayuntamiento de Tarragona por el traspaso de las carreteras, cayó como un jarro de agua fría en el barrio.
«Entendemos que es complicado hacer un vial para que nuestros vecinos puedan ir andando hasta el centro y que la N-240 se convierta en una carretera urbana. Pero el tiempo va pasando y las necesidades cambiando. Nosotros nos sentimos cada vez más aislados y queremos soluciones», explican desde la asociación de vecinos.
Además, explican, la frecuencia de autobuses no es suficiente para dar respuesta a las necesidades. «En el barrio hay vecinos con movilidad reducida. A las nueve de la mañana, solo que haya uno o dos cochecitos de bebe en el autobús, las sillas de ruedas ya no pueden montarse. Deben esperar al siguiente autobús que, en ocasiones, pasa al cabo de media hora», explica una vecina.
La presidenta de la asociación vecinal asegura que «dependemos de este medio de transporte, ya que no todos los residentes en Sant Salvador cuentan con vehículo propio». Los vecinos explican cómo se organizan para aprovechar los viajes en coche hasta el centro de la ciudad. «Nos organizamos para que nadie se quede sin poder llegar a Tarragona», dice Pau Roldán, vecino del barrio.
Otra de las peticiones vecinales es que el horario de autobuses se amplíe, al menos, hasta las doce de la noche. «Si sales a las diez y media de trabajar, ya no sabes cómo llegar hasta tu casa», explica Arnau Solé, que llegó a Sant Salvador hace diez años.
Otra de las problemáticas que los vecinos trasladaron a los representantes del Ayuntamiento tiene que ver con la convivencia en el barrio. «Hay muchas quejas por la falta de seguridad. Suponemos que nada diferente de lo que pasa en otros puntos, como peleas, tráfico de drogas y actos vandálicos», explica Vilella, quien añade que «es sorprendente la cantidad de jóvenes que hay en la calle, sin tener ninguna ocupación». Por eso, desde el Consistorio se comprometieron a poner en marcha una especie de escuela de oficios, y así dar salida a estos vecinos.
Para el barrio, tener una zona comercial en condiciones también es muy importante. «El 80% de los locales comerciales están cerrados, lo que hace que el barrio no sea atractivo. Eso sí, los impuestos del IBI y de la basura los pagamos igual que si tuviéramos un local en el medio de la Rambla Nova», explica Alicia Ricote, propietaria de una peluquería del barrio. Ricote había sido incluso presidenta de la asociación de comerciantes de Sant Salvador, entidad que ya no existe «porque tampoco existe comercio», dice resignada. Ricote opina que «si pasáramos a formar parte de Els Pallaresos, seguro que funcionaríamos mejor, ya que para Tarragona, nosotros no somos nada, solo un barrio apartado».
La asociación de vecinos quiere conocer la opinión de los cerca de 8.000 habitantes de Sant Salvador. En unas semanas, la entidad convocará una reunión vecinal para tratar algunos temas de interés, y justo el del futuro del barrio se pondrá encima de la mesa. «Preguntaremos a nuestros vecinos cuántos no se sienten que forman parte de Tarragona», explica Vilella, quien añade que «mucha gente tiene la sensación de abandono, sobre todo, la gente mayor. Lo cierto es que estamos más cerca y hacemos más vida en Els Pallaresos que en Tarragona». La líder vecinal reconoce que «yo me siento muy tarraconense, y me dolería mucho dar este paso. Pero si marcharnos representa funcionar mejor, estamos abiertos». Por su parte, fuentes del Ayuntamiento de Tarragona aseguran que no tienen conocimiento ni constancia de este asunto.
Mas d’en Pastor también quiere irse
Los que sí que están convencidos para marcharse de Tarragona y pasar a formar parte de Els Pallaresos son los vecinos de Mas d’en Pastor, una pequeña urbanización ubicada a seis kilómetros del centro de la ciudad de Tarragona y que colinda con Els Pallaresos. «De este caso tenemos constancia y llevamos tiempo manteniendo conversaciones con los vecinos de Mas d’En Pastor», explica Jordi Sans, el alcalde de Els Pallaresos, quien añade que «en el caso de Sant Salvador es un tema que, por el momento, no nos ha llegado. Deberíamos estudiarlo, si fuera el caso».