Son la mejor bodega de Catalunya.
Esta distinción reconoce el objetivo con el que nació Castell d’Or: un proyecto con profundas raíces en el territorio y que apuesta por la agricultura, el cooperativismo y la tradición catalana. Recibir este galardón por segundo año consecutivo es la confirmación de que nuestro trabajo es valorado y de que nuestros esfuerzos por reflejar la riqueza de la tierra tienen sentido.
Ya veo que están contentos.
Es un hito que nos llena de orgullo y que refuerza nuestra dedicación a seguir ofreciendo por todo el mundo vinos de calidad, arraigados en el corazón de Catalunya.
¿Qué implica el premio para el territorio?
Una reivindicación de la calidad de los vinos y cavas que se elaboran aquí. A menudo cuesta destacar el valor de la uva, el proceso de elaboración y el esfuerzo constante de nuestros agricultores y profesionales técnicos. Este reconocimiento refuerza nuestra apuesta por el territorio. Tenemos cooperativas del Alt Penedès, el Baix Penedès, el Tarragonès y la Conca de Barberà.
Podemos presumir de territorio, pero no debemos quedarnos solo en eso.
El sector de la hostelería y las instituciones locales deben unirse para dar protagonismo a los productos del territorio. Cuando todos apoyamos lo que es nuestro, el consumidor lo percibe y valora. Este premio no solo es un logro, es un impulso para seguir fortaleciendo nuestra identidad y orgullo local.
La empresa nació de la unión de 9 cooperativas. Ahora la integran 16.
Somos percibidos como una empresa privada, pero el cooperativismo sigue siendo la piedra angular de Castell d’Or, dado que pone en valor la identidad del territorio, la economía rural, y el valor del trabajo de los agricultores. Este modelo permite unir esfuerzos para mejorar la calidad y la competitividad. Sin embargo, para nosotros, el cooperativismo debe adaptarse a los nuevos tiempos para seguir siendo competitivo y atractivo.
¿Cómo lo hacen?
Combinamos el cooperativismo con un enfoque empresarial moderno, que facilita la adopción de nuevas tecnologías y agiliza la toma de decisiones, superando algunas de las limitaciones tradicionales de este sistema. Esta adaptación del modelo nos permite competir de igual a igual con grandes marcas privadas y hacernos un hueco en un mercado cada vez más competitivo.
Su compromiso corporativo es «velar por las personas que forman parte del proceso de elaboración del vino, del territorio y de la cultura agrícola». ¿Cómo se plasma en la práctica?
Mantenemos acuerdos justos y transparentes con los productores, colaborando con cooperativas arraigadas en el territorio, lo que fortalece la economía local. A nivel interno, ofrecemos condiciones laborales dignas y seguras porque creemos que los trabajadores son el pilar de nuestro éxito. Además, estamos comprometidos con la sostenibilidad.
¿En qué sentido?
Apostamos por una producción cada vez más ecológica, certificada por sellos como el EU Organic, reflejando nuestro respeto tanto por el medioambiente como por la cultura agrícola. Para nosotros, cuidar a las personas y al territorio es esencial para crear vinos con identidad.
También quieren incrementar la producción orgánica.
Sí, porque estamos comprometidos con la sostenibilidad, la salud del medioambiente y las tendencias globales del sector vitivinícola. Tenemos un largo recorrido aún pero esta es nuestra dirección.