El Ayuntamiento de Tarragona se gastó el pasado año un total de 4.385.652,88 euros en tratar las 38.914 toneladas de residuos que se lanzaron al contenedor gris –la fracción resto–.
Esa basura va a parar a las instalaciones del Servei d’Incineració dels Residus Urbans S.A. (SIRUSA), la planta de valorización energética pública de residuos urbanos, que produce energía a partir de los desechos que llegan.
Esta ofrece sus servicios a los ocho ayuntamientos que forman la Mancomunitat per a la Gestió Integral de Residus, ente público propietario de SIRUSA: Tarragona, Reus, Cambrils, Vila-seca, Salou, Valls, Constantí y La Canonja. Además, también llega el resto de Cunit, del Consell Comarcal del Tarragonès y de alguna empresa privada.
Cada uno de ellos abona a la empresa tanto un impuesto –que luego la compañía transfiere a la Generalitat– como una tasa por cada tonelada de basura que se recibe en la planta incineradora.
«La cantidad de residuos se reduce cada año entre un 4 % y un 5 %», Andreu Gelpí, gerente de SIRUSA
Según los datos aportados, el consistorio tarraconense fue el que más toneladas generó y, en consecuencia, el que más pagó, algo lógico, pues es la localidad con más habitantes.
Además, se da el caso de que tanto el peso que llega como la cantidad que se paga incluyen las del municipio de La Canonja, ya que las toneladas no se facturan aparte.
Toneladas de residuos de la fracción resto y gasto de los municipios mancomunados
Fuente: SIRUSA
En segunda posición, se encuentra el Ayuntamiento de Reus, con 29.413 toneladas y 3.314.948,78 euros. Completa el podio Salou, con un total de 15.199 toneladas y 1.712.974,63 euros. Sigue Cambrils, que acumuló 13.076 toneladas y pagó 1.473.689,99 euros.
Los tres últimos puestos los ocupan Vila-seca, con 7.152 toneladas y 806.068,72 euros; Valls, con 6.557 toneladas y 739.075,33 euros, y Constantí, con 3.377 toneladas y 380.666,79 euros. En total, son 113.691 toneladas –de las cerca de 170.000 que la planta tiene como capacidad máxima–, y 12.813.077,13 euros los que se pagan a la empresa.
Desde SIRUSA, no obstante, confirman que «la cantidad de residuos se reduce cada año entre un 4 % y un 5 %», según expone el gerente de la empresa pública, Andreu Gelpí.
«Preparamos una planta de pretratamiento para que el contenedor de resto no llegue directamente a la infraestructura de valorización», Andreu Gelpí, gerente de SIRUSA
Y es que la basura que llega a la planta es la del famoso contenedor gris, que es aquella que no se ha separado previamente. También se reciben los residuos de otras plantas de tratamiento y de la limpieza viaria.
En este sentido, la empresa está promoviendo una planta de pretratamiento para que el contenedor de resto no llegue directamente a la infraestructura de valorización.
Los objetivos que se marcan desde la Unión Europea indican que, en 2025, los municipios deben reciclar como mínimo el 55 % de los residuos generados. Un dato que, en 2020, ya debía haber alcanzado el 50 %.
Las últimas estadísticas, publicadas por la Agència de Residus de Catalunya (ARC) el año pasado y relativas a 2022, ponen sobre el tapete que, de las ocho localidades mancomunadas, ninguna llegaría al objetivo y, de hecho, tan solo se acercaría Vila-seca, que cuenta con un 53,9 % de recogida selectiva.
Porcentaje de recogida selectiva de los municipios mancomunados
Fuente: Agència de Residus de Catalunya
En Tarragona, la Conca de Barberà es, históricamente, la comarca que mejor recicla, ya que aplica un modelo de alta eficiencia basado en el ‘porta a porta’ y que tiene como complemento los contenedores cerrados o las áreas de aportación de residuos.
«No puede compararse la complejidad de depende de qué municipios con respecto a áreas más diseminadas en las que el ‘porta a porta’ es más fácil de implantar», Andreu Gelpí, gerente de SIRUSA
El ‘porta a porta’ ha sido, durante los últimos años, el sistema que mejores resultados ha ofrecido. Sin embargo, ya son varios los ejemplos de barrios o localidades que se han mostrado en contra: Sant Andreu, Cunit, Cambrils...
Gelpí puntualiza el hecho de que «no puede compararse la complejidad de algunos municipios con respecto a áreas más diseminadas en las que el ‘porta a porta’ es más fácil de implantar».
No es el único modelo, también existen aquellos en los que el punto de recogida está fijamente situado en la vía pública, como los contenedores de superficie (que son los que algunos municipios están cerrando para que los vecinos los abran con una tarjeta y, así, pague más el que recicle menos), los contenedores soterrados o la recogida neumática.
El camino hacia la incineración
A escala medioambiental, el uso de los vertederos debería tender a desaparecer, ya que generan unas emisiones muy superiores a la valorización energética. Se calcula que alrededor del 245 % más de gases de efecto invernadero y 772 kilogramos de CO² por tonelada tratada. Es decir, un 71 % más que la valorización.
Las emisiones que genera la valorización están sujetas a revisiones y se neutraliza su composición. De la misma forma, cuanto mejor es la separación de residuos en origen, mejor es el resultado: la existencia de plásticos y otros residuos impropios hace aumentar la contaminación.
«Están llevándose a cabo inversiones potentes para ser más eficientes, diversificar el negocio y abarcar una área de municipios más amplia que la actual», Andreu Gelpí, gerente de SIRUSA
Los desechos que llegan a la planta se someten a altas temperaturas, a partir de las cuales se genera energía térmica y eléctrica, que se exporta a la red y sirve también para autoabastecer a la planta.
Otros residuos que no han combustionado, las escorias, se usan como materiales de construcción de carreteras. Solo un 4 % del volumen total de basura tratada acaba en el vertedero.
La planta produce más de un 500 % extra de la energía que necesita y exporta un total de 45.000 megavatios. Gelpí indica que «están llevándose a cabo inversiones potentes para ser más eficientes, diversificar el negocio y abarcar una área de municipios más amplia que la actual».
Eso permitiría que el volumen de actividad de SIRUSA, ejemplo de empresa metropolitana, no se redujera y que, con sus recursos actuales, pudiera dar servicio a más localidades.
La empresa, además, se encuentra inmersa en el proyecto para descarbonizar la industria electrointensiva y busca vías para poder guardar el dióxido de carbono y después reutilizarlo.