La quinta ola ha dejado una veintena de muertos en las residencias de Tarragona

Aunque el coronavirus ha vuelto a entrar en los geriátricos la vacunación ha sido clave para que la letalidad haya caído hasta el 10%, después de que el año pasado superase el 21%

07 septiembre 2021 11:50 | Actualizado a 07 septiembre 2021 12:00
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El coronavirus ha vuelto a entrar en las residencias durante la quinta ola. Un sistema inmune deteriorado que, aunque tengan la pauta completa, hace a los mayores responder peor a las vacunas; una variante del virus más transmisible y la reapertura explican el regreso de la Covid-19 a nuestras residencias de ancianos.

La buena noticia es que no lo ha hecho con la fuerza que lo hizo durante los primeros meses de la pandemia. Desde el pasado 20 de junio –cuando empezó a detectarse un repunte de casos alrededor de las fechas de Sant Joan y del final del curso escolar– y hasta el 31 de agosto –cuando la quinta ola se ha dado por finiquitada– en las residencias de ancianos de la provincia de Tarragona se han confirmado 218 casos por PCR o test de antígenos, con un total de 22 muertos, un 10% de los casos. Uno de los últimos casos lo encontramos en la Residència l’Onada de La Sénia, donde un brote provocó una docena de casos positivos y tres fallecimientos.

Esta cifra de letalidad coincide con las que se ofrecen a nivel estatal, donde la letalidad en las residencias ha caído a lo largo de este 2021 al 9,2%, después de que el año pasado superase el 21%. Entonces no había vacunas. Sin ellas, el escenario vivido ahora habría sido parecido o peor al de la primera ola, pues a la virulencia del SARS-CoV-2 con los mayores se uniría el agravamiento de las secuelas que les deja el aislamiento, señala el presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), José Augusto García Navarro.

«Nos ha extrañado que esta quinta ola nos haya afectado tanto con todo el mundo vacunado»
Cinta Pascual. Presidenta de ACRA

La incidencia en las residencias ha aumentado porque también lo ha hecho fuera; pero la mayoría han sido casos asintomáticos o muy leves, «molestias» que nada tienen que ver con los graves síntomas que acababan muchas veces en muertes, añade Julián Domínguez, portavoz de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene.

No obstante, y a pesar de que ha quedado demostrado que la vacuna funciona, la presidenta de la Associació Catalana de Recursos Assistencials (ACRA), Cinta Pascual, explica en declaraciones al Diari que «nos ha extrañado que esta quinta ola nos haya afectado tanto con todo el mundo vacunado. Que algunos residentes y trabajadores se pudiesen contagiar lo sabíamos, pero creíamos que la inmunidad era más alta de lo que ha quedado demostrado que es».

Alerta

Por este motivo, la presidenta de ACRA saca una conclusión muy clara del paso de esta quinta ola del coronavirus. «Que la vacuna funciona, pero hay que estar alerta. Esto no se ha acabado y ha quedado demostrado que con variantes diferentes el virus nos puede seguir afectando». Además, y en el caso de las personas mayores, Pascual recuerda que «aunque estén vacunadas, enferman. Y estamos hablando de las personas más vulnerables de la sociedad».

De hecho, los mayores de las residencias, según datos de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, tienen de media siete enfermedades crónicas activas –en la mayoría de los casos en un estado muy avanzado– y consumen de media 11 fármacos.

El regreso del virus a las residencias preocupa, y mucho. Con las lecciones aprendidas del espanto allí sufrido, ¿cómo es posible que se haya colado? «Lo que ha pasado no es algo descabellado ni absolutamente inesperado», asegura Domínguez, jefe de Medicina Preventiva del Hospital Universitario de Ceuta.

Y lo que está pasando es la conjunción de un aumento de la incidencia fruto de la variante delta, más transmisible que las anteriores; vacunas no esterilizantes que no impiden –aunque sí minimizan– el contagio, y la relajación de medidas.

El virus, precisa José Augusto García Navarro, también director general del Consorci de Salut i Social de Catalunya, ha vuelto por tres vías: visitantes, trabajadores y salidas de los propios residentes al exterior, en las que entran en contacto con no vacunados, fundamentalmente jóvenes.

«Sin la vacuna, el escenario vivido ahora hubiese sido parecido, o peor, al de la primera ola»
José A. García Navarro. Pres. de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología

«Se hizo muy bien cuando se les priorizó, pero quizás no fuimos conscientes de que, relajando las medidas, podía volver a entrar el virus», reconoce Martínez-Cáceres, jefa de Inmunología del Hospital Universitari Germans Trias i Pujo de Badalona. «Con esa euforia de que ya estaban vacunados –lamenta–, no pensamos en mirarles la respuesta vacunal».

«El sistema inmunitario de las personas mayores no funciona igual, es lo que se llama inmunosenescencia. Esto puede hacer que, independientemente de que hayan sido vacunadas, la respuesta que hacen no sea lo suficientemente buena», recuerda.

¿Puede evitarse?

García Navarro pide empezar por «concienciarnos de que el coronavirus no se ha ido, sigue existiendo y por tanto hay que seguir adoptando medidas de control», manteniendo las actuales y añadiendo otras como la sectorización de las residencias para que sean capaces de aislar los casos.

U organizarlas, más que como hospitales, como lugares en los que se pueden diseñar grupos de convivencia «pequeños», de 12 a 16 personas, de forma que si se presenta un caso en uno de ellos, el resto «pueda seguir haciendo vida normal».

Porque las consecuencias del aislamiento son «horrorosas: cuando están aisladas, las personas mayores dejan de tener el intercambio normal que tienen con sus familias y otros residentes y de hacer actividad física, y eso les crea una descompensación enorme de sus patologías crónicas». Si además tienen demencia, «se ponen más nerviosas, se desorientan más, reconocen menos a las familias, rechazan la comida...», añade el presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología.

El apunte: Catalunya permite las visitas a las residencias sin test de antígenos previo

Los departamentos de Drets Socials y de Salut de la Generalitat de Catalunya han prorrogado el Plan de intensificación de medidas anticovid en las residencias, aunque relajan algunas restricciones, como que el número máximo de visitantes pasa de 2 a 3 y se retiran los test de antígenos obligatorios a familiares que acudan de visita a los centros.

Según han informado los dos departamentos, este relajamiento se debe a que «hay una menor incidencia de covid-19» en los geriátricos catalanes, que han vuelto a sufrir los efectos de la quinta ola de covid con una multiplicación de afectados y fallecimientos.

El plan contempla que el número máximo de personas autorizadas para hacer visitas a los internos pasa a ser 3, en lugar de dos, por cada residente, respetando los aforos máximos, los espacios y la obligación de llevar mascarilla quirúrgica en todo momento.  Además, a partir de ahora, no será necesario hacer un TAR (test de antígenos rápido) a las personas que vayan a una residencia a visitar o recoger a un familiar, dado que hay una menor incidencia de Covid-19.

El protocolo mantiene los paseos y las salidas, tanto las cortas de menos de tres días, las más largas y las salidas de vacaciones en familia, que en todos los casos se recomienda que se hagan con una misma burbuja de convivencia familiar. 

El Plan de intensificación de medidas de control en el entorno residencial está en vigor desde el 19 de julio, coincidiendo con el progresivo aumento de circulación de la variante delta, más transmisible. Según la Generalitat, durante las semanas que se han aplicado las medidas han logrado contener la entrada de la infección por el coronavirus SARS-CoV-2 en el entorno residencial, aunque han aumentado los fallecimientos en algunos geriátricos de Catalunya.

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