Que Bohemian Rhapsody estuviera de rabiosa actualidad 27 años después de la muerte de Freddie Mercury, eso, Margarita Aritzeta no podía saberlo cuando escribía Rapsòdia per a un mort. No es oportunismo, solo casualidad. Y hablando de música, es también un vistazo a ese pasado musical, loco, de la inspectora Mina Fuster. «¿Qué ha sido de aquella gente joven de después de Queen y, sobre todo, de después de Nirvana, que se dejaron la piel? ¿Qué hacen ahora? Pues algunos se encuentran en un bar de la Part Alta de Tarragona e intentan hacer la revolución plantando cara a los fachas que se encuentran», explicó la escritora vallense a su concurrido público el pasado martes en la Llibreria La Capona durante la presentación de su novela.
Más allá de ese guiño al pasado, la intrépida inspectora vuelve con su tercer caso que gira en torno a Ca l’Ardiaca y a un intento de asesinato de una persona de etnia gitana aunque claro, «pelar a un gitano es muy difícil», apuntó irónica esta profesora. Su lectura es un regalo porque no todos los días se puede seguir la pista de un asesino por los recovecos de la ciudad. A través de las páginas del género negro, que se devoran más que se leen, la escritora vallense recorre las callejuelas, visita los barrios, el mercado de la Plaça del Fòrum, esas tiendas que han cambiado de fisonomía con el transcurso de los años y los locales que tristemente continúan con las persianas bajadas.
En esta ocasión nos llega una Fuster en horas bajas. «Era el momento de hacerle un plas plas», cuenta su creadora, quien la envuelve de los contratiempos más o menos cotidianos de todo mortal. Problemas con Hacienda, problemas con la pareja, problemas entre los cuerpos policiales. En fin, «nada que ver con la realidad», bromeó.
«Se lee rápido y fácil y es divertido», comentaron los asistentes, que casi no cabían en la librería. Y es divertido porque la escritora se lo pasó en grande creando la historia, en la que se adentró guiada por Pere Navarro. «Vivimos en la época de lo políticamente correcto y de los prejuicios y no me hubiera atrevido a escribir este libro si no hubiera sido por su ayuda», reveló la autora. Este filólogo y profesor de la Universitat Rovira i Virgili (URV) fue el encargado de llevar a Aritzeta por los vericuetos del nada fácil argot gitano y le abrió las puertas de esta cerrada comunidad.
Aritzeta agradeció tanto el apoyo de Navarro como «la paciencia de aquellas mujeres» (de la comunidad gitana) por todas las horas que pasamos juntas, hablando del bien y del mal y, sobre todo, riéndose de mí, de mi inocencia y de mis prejuicios, mis ideas previas sobre cómo eran y quiénes eran». Rapsòdia per a un mort (Llibres del Delicte) resuelve muchas incógnitas pero también promete un ‘Continuará...’.