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Una mirada de la Costa Daurada desde rincones insospechados

Atalayas y edificios singulares permiten descubrir la belleza del territorio, entre el azul del Mediterráneo y el paisaje montañoso

19 septiembre 2022 11:54 | Actualizado a 30 septiembre 2022 07:00
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Parajes naturales de gran belleza permiten explorar la Costa Daurada, a partir de terrazas incrustadas en las rocas y vertiginosas cornisas. Espectaculares miradores esculpidos, ora por los elementos, ora por la mano humana. Entre estos últimos, edificaciones emblemáticas como ermitas, monasterios, campanarios o faros se convierten en ventanales diseminados por todo el territorio, aquí y allá. Tanto atalayas como edificios singulares, los hay que pertenecen a rutas establecidas; otros, son joyas esperando a ser sorprendidas. Pero todos ellos permiten disfrutar e inmortalizar las mejores vistas y son una excelente forma de recorrer la rica orografía del territorio, entre el azul del Mediterráneo y el paisaje montañoso, convirtiéndolo en un destino que enamora.

Cuando las cumbres mueren en el mar
Las cristalinas aguas recorren la Costa Daurada a lo largo de 81 kilómetros entre playas, calas y parajes recónditos a los que solo es posible llegar a pie. El itinerario se puede iniciar en cualquier punto, pero si se recorre de sur a norte, bordeando la Costa Daurada, en primera línea de mar, se encuentra, en primer lugar, la comarca del Baix Camp, con municipios como L’Hospitalet de l’Infant o Mont-roig del Camp-Miami playa. En esta comarca, la ruta elaborada a tal efecto está compuesta por una veintena de municipios y gestionada por el Consell Comarcal del Baix Camp. Muntanyes Costa Daurada.

En el municipio de l’Hospitalet de l’Infant y Vandellòs, el mirador está situado a pie de carretera, justo antes de llegar al núcleo de Masboquera, desde donde se puede vislumbrar el espectáculo natural de las montañas de Tivissa-Vandellòs fundiéndose con el océano, que muestra la esencia más pura del paisaje mediterráneo.

Diecisiete kilómetros separan l’Hospitalet de l’Infant de Mont-roig, el cual tiene su punto de observación en el núcleo de Miami Platja junto a un torreón. La construcción, circular de nueva planta con almenas y aperturas, se sitúa entre la cala de las Sirenes y la del Solitari, en la fachada marítima y su valor paisajístico invita a realizar un alto en el camino.

$!Pratdip debe su nombre a los ‘dips’, perros salvajes, lobos o el mismo demonio. Foto: Alba Mariné

Entre leyendas y magia
En el Baix Camp y dentro de la ruta de miradores se encuentra Pratdip, puerta de entrada a la Sierra de Llaberia desde la Costa Daurada, con unas vistas inmejorables. La localidad debe su nombre a unos perros salvajes llamados ‘Dips’. Cuenta la leyenda que los agricultores hacían referencia a un lobo o incluso al mismo demonio, a un ser que dejaba la marca de sus colmillos en sus víctimas, normalmente animales de ganado. A partir de entonces el pueblo pasó a ser conocido como el prado de los dips. Y cada año tiene lugar una recreación en Todos los Santos.

También en el Baix Camp, La Mussara, en el término de Vilaplana es famoso por su belleza paisajística, sus vías de escalada y sus fantasmas. Abandonado desde hace más de medio siglo, su situación sumada al clima, especialmente la persistente niebla, ha dado pie a historias de hechos sobrenaturales desde desapariciones a apariciones divinas y puertas a otra dimensión.

Historia y biodiversidad a pie de playa
Ya en Salou y volviendo de nuevo a primera línea de mar, la localidad ofrece 23 miradores, que conforman un rico paseo entre biodiversidad y cultura, en una propuesta del Ayuntamiento.

Si se escogen algunos de los puntos, desde el mirador de la Platja Llarga se tiene una vista que combina bosque mediterráneo, playa y mar; el de las Roques Puntxoses es sinónimo de riqueza geológica y en el de Mar i Pins las montañas de Salou se entierran en el mar, de igual manera que ocurre en l’Hospitalet de l’Infant.

$!Mirador de Mar i Pins, en Salou. Foto: Patronat Municipal de Turisme

Sin embargo, además de naturaleza, son espacios que hablan de historia, de bandoleros y piratas. Y es que los corsarios tenían fijación por el puerto salouense, uno de los epicentros del comercio marítimo en los siglos XVI, XVII y XVIII. Para disuadirlos, emergieron torres de defensa. En la actualidad, el Mirador de Cala Morisca permite hacer un ejercicio por el que imaginarse tan terrible llegada.

Retrocediendo todavía más en el tiempo, el Mirador del Antic Moll remite al Rey Jaume I el Conquistador y a toda su flota, con la que en el siglo XIII salió desde Salou a la conquista de Mallorca, en aquel momento en manos musulmanas. Sin embargo, el lugar exacto desde donde partió es la actual Cala de les Ferreries. Son las mismas costas desde las que hace 2.500 años los antiguos íberos oteaban a la búsqueda de conquistadores. El Mirador de Kal·lípolis recuerda y rinde homenaje a este pueblo, del que se conservan restos de una antigua ciudad ibérica en el Cabo de Salou donde habría convivido una comunidad mixta formada por cartagineses, íberos y griegos.

La huella del modernismo
De la historia al arte y al Modernismo o Art Noveau, que revolucionó especialmente las dos primeras décadas del siglo XX, siendo uno de sus máximos exponentes el reusense Antoni Gaudí. En la Costa Daurada se pueden visitar joyas modernistas como por ejemplo el Museu del Celler de Vila-seca, población a escasos cinco kilómetros de Salou. El edificio actual aúna tradición y tecnología y a través de una innovadora experiencia virtual, visual y sensorial, de cinco minutos de duración, los visitantes se adentran en el proceso de la primera construcción del edificio, por parte de su arquitecto, Pere Domènech i Roura, hace ahora un siglo, y en la participación de los propios socios de la cooperativa. Asimismo, también es un espacio de promoción de la cultura, con la programación de espectáculos y exposiciones.

$!Museu del Celler de Vila-seca. Foto: Turisme Vila-seca

Ya en la comarca del Tarragonès, pero alejada de la línea de mar, en Els Pallaresos espera la majestuosa Casa Bofarull, obra del tarraconense Josep Maria Jujol, uno de los máximos exponentes del Modernismo y discípulo de Gaudí. Se trata de una antigua masía agrícola anterior al siglo XIV que, en manos del arquitecto, se convirtió en lo que es hoy en día. El genio empezó su intervención en 1913 y la finalizó veinte años después. La torre descubierta, abierta a los cuatro vientos, presenta diferentes panorámicas de los alrededores.

Las vistas de la Antigua Roma
Resiguiendo la línea de playa, solo 12 kilómetros hacia el norte se llega a Tarragona, la capital de la Hispania Citerior en la época del Imperio romano y actual capital de la Costa Daurada. La Catedral de la ciudad se encuentra emplazada en la parte alta, en el antiguo templo del emperador Augusto. Consagrada en el siglo XIV, su campanario alcanza una altura de 70 metros y contiene 19 campanas fundidas entre 1250 y 1867, la mayor de todas llamada Capona. Desde el campanario se tiene una vista privilegiada tanto de la ciudad como del horizonte, con los barcos mercantes esperando a entrar a puerto.

Faros, silenciosas guías de los marinos
Otra de las atalayas humanas más representativas lleva al visitante hasta Torredembarra, 20 kilómetros al norte, con su imponente faro. Diseñado por Josep Maria Llinàs, fue el último construido en el Estado español el siglo pasado, que entró en servicio el 1 de enero del año 2000. Con una altura sobre el nivel del mar de 58 metros, es el que posee la torre más alta de todos los faros de Cataluña. Ofrece visitas guiadas con reserva previa.

$!El faro de Torredembarra. Foto: Ayuntamiento de Torredembarra

Panorámicas diversas del litoral
Desde Torredembarra, una posibilidad es dirigir los pasos hacia la comarca del Baix Penedès, tierra de poetas, escultores, músicos y dramaturgos, de artistas como Carlos Barral, Apel·les Fenosa, Pau Casals y Àngel Guimerà. Allí se puede seguir la ruta que, en primera línea de mar tiene al Vendrell, Calafell y Cunit como sus exponentes. En el Vendrell, a 88 metros de altitud, se encuentra el Mirador del Parc de Sant Vicenç, perteneciente a Sant Vicenç de Calders, desde donde el visitante podrá observar la sierra litoral catalana y parte de la Costa Daurada. Paralela a la línea costera, se puede identificar la antigua Vía Augusta, que transcurría por el municipio del Vendrell y que posteriormente se convirtió en Camino Real.

$!Talaia de Calafell, un mirador en el Baix Penedès. Foto: Turisme Baix Penedès

También en el Baix Penedès, la estratégica ubicación de la Talaia de Calafell permite contemplar una panorámica de 360 grados del litoral, encabezado por el Mediterráneo, desde el Cabo de Salou hasta el Macizo del Garraf. En la cima se encuentran los restos de una antigua torre de vigilancia del siglo XVI, de la que se conservan los muros de fundamentación y el pavimento del fondo de la torre.

Una de las atalayas del Baix Penedès construida por el hombre es la Giralda de l’Arboç levantada por el vecino Joan Roquer Marí quien, tras su viaje de bodas a Andalucía, quiso reproducir en su residencia de verano la arquitectura árabe de la que quedó prendado. En el conjunto, que data de 1908, se levantó una réplica del Patio de los Leones de La Alhambra de Granada y del Salón de los Embajadores de los Reales Alcázares de Sevilla.

$!La Giralda del Arboç, con una réplica del Patio de los Leones. Foto: Pere Ferré

Tierra adentro. Cornisas naturales y emblemáticas construcciones
La comarca del Priorat debe su nombre al prior de la orden monástica católica Cartuja. Fue justamente en estos territorios ricos en vino, en un paraje enmarcado por la sierra del Montsant, donde unos monjes llegados de la Provenza, en el siglo XII, fundaron la primera cartuja de la península ibérica. Le pusieron por nombre Escaladei, que significa escalera de Dios, ya que un pastor había soñado que unos ángeles subían al cielo por una escalera apoyada en un pino. De aquella Cartoixa d’Escaladei, que sobrevivió hasta 1835, se pueden recorrer sus ruinas y visitar el exterior de los tres claustros, la iglesia, el refectorio, así como una celda reconstruida con todo lujo de detalles.

$!Santuario de la Mare de Déu de Montserrat, de Montferri. Foto: Alba Mariné

Sin dejar el Priorat, es imprescindible la visita a Siurana. Levantado en un entorno paradisíaco, es un pueblo de cuentos y leyendas, de conquistas, guerreros y princesas. Siurana fue el último reducto musulmán de Catalunya y cuenta la leyenda que la princesa, la bella Abdelàzia, prefirió lanzarse al abismo desde el acantilado antes que caer en manos enemigas. El caballo, presa del pánico, intentó parar, aunque no lo consiguió. Pero su movimiento fue tan fervoroso que una de las herraduras del animal dejó una marca en la roca que todavía hoy se puede apreciar. Pero más allá de fábulas mitos y realidades, desde Siurana se contempla una de las más bellas vistas de todo el territorio.

Y si Siurana es una vertiginosa cornisa, Forès es el mirador de la Conca de Barberà llamado así por su privilegiada elevación natural con una espléndida vista de toda la comarca y de buena parte de la vecina, La Segarra. La belleza histórica del pueblo llevó a los vecinos a decidir que en las casas solo se utilizaría la piedra natural en las fachadas, lo que le da un aire armónico y majestuoso. El pequeño municipio, con menos de cien habitantes, guarda el recuerdo de un gran poeta, Joan Margarit, quien se refugiaba en su paz cuando necesitaba huir del bullicio urbano de Barcelona. De hecho, con una imagen de Forès nevado ilustró su último libro publicado, ya póstumo, ‘Animal de bosque’.

En la misma línea de transportar e interpretar un monumento, en el tiempo y el espacio, es el santuario de la Mare de Déu de Montserrat, de Montferri, en la comarca del Alt Camp, levantado por Josep Maria Jujol a imagen y semejanza de las montañas de Montserrat. En 1925 se inició su construcción en la cima de la colina del Corralet, con forma de barco orientado hacia Monserrat, a partir de ciento veinte arcos catenarios. Las obras, suspendidas a causa de la Guerra Civil, se retomaron en 1989.

En conjunto, son monumentos cincelados por los elementos o por la mano del hombre, atalayas y edificios emblemáticos desde los que otear el territorio. Todos ellos, a los que se puede acceder fácilmente en coche o bien caminando, explican la Costa Daurada, entre la realidad y la ficción, entre la historia y la leyenda. Un destino para todas las singularidades.

Más información en la web https://costadaurada.info/es/experiencias/miradores-de-mar-y-montana-en-la-costa-daurada

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