Ver una película a Netflix, HBO, Filmin o cualquier otra plataforma también genera una contaminación y contribuye, por lo tanto, al calentamiento global, según ha advertido el investigador del Internet Interdisciplinary Institute de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) Xavier Vilajosana.
Esta contaminación "invisible" y "desconocida" para los ciudadanos se debe al hecho de que la construcción y mantenimiento de los centros de datos que procesan los movimientos digitales de todo el mundo generan una contaminación por consumo de electricidad equivalente a la que emite un país del tamaño de España, una cifra que aumenta con el auge de digitalización cada vez de más sectores de la sociedad.
Con motivo de la celebración hoy del Día Internacional contra el Cambio Climático, Vilajosana ha destacado que, a pesar de no parecerlo, el mundo digital, cada vez mayor, también contamina y acelera el calentamiento global.
Varios estudios han indicado, por ejemplo, que cada segundo Google genera 500 kilogramos de CO₂ y YouTube en un año emite más de diez millones de toneladas, una cifra similar a la contaminación que genera la ciudad escocesa de Glasgow, según los expertos de la UOC.
Aunque desde el punto de vista individual no se puede hacer un cálculo exacto, porque los centros de datos dan servicio a incontables aplicaciones simultáneamente, las videotrucades o la visualización de contenidos multimedia en plataformas como Netflix o HBO tienen un impacto energético mayor por la gran cantidad de datos que necesitan.
La demanda de plataformas digitales ha subido un 26% desde 2020, y la profesora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC Elena Neira asegura que la oferta "cada vez es más abundante y la ficción está consolidando su reinado", especialmente después del confinamiento.
La ciudadanía todavía desconoce que el consumo tecnológico contamina igual que conducir un coche o generar basura, por lo cual "es necesario que la toma de conciencia que despacio hemos ido incorporando al lado más físico de nuestra huella ambiental se traslade también a un consumo responsable de plataformas", según Neira.
"En la práctica, ver el contenido en línea o descargarlo no tiene mucha importancia, aquello que importa es el tipo de contenido", aseguran Vilajosana y Martínez, y actos como una videollamada de Zoom, que comprime al máximo la información para optimizar la fluidez de las conversaciones, o ver una película a HBO, que multiplica el volumen de datos porque la disfrutamos en alta definición, son de las acciones que más huella de carbono digital generan.
Dentro de estas mismas aplicaciones hay decisiones que también influyen en la huella digital, como no activar la cámara en una videollamada, que reduce el impacto en un 61%, o escuchar música sin reproducir los videos en YouTube, que necesita más datos para cargar la imagen.
Vilajosana y el también investigador de la UOC Borja Martínez acaban de elaborar un estudio sobre la huella digital que genera el campus virtual de esta universidad digital y han calculado la cantidad de energía que gasta la infraestructura de la universidad para enseñarla al usuario en tiempo real a través de "widgets" interactivos en el Campus Virtual.
El objetivo, según ha explicado Vilajosana, era comprobar si los usuarios cambian sus hábitos de consumo al saber la cantidad de energía que están consumiendo en tiempo real, y aunque "un 40% de los usuarios mostraron interés en la información que se los mostró sobre el consumo energético, no lo han sabido materializar en acciones concretas".
Sin embargo, los dos investigadores afirman que la responsabilidad final no es del usuario, sino de empresas tecnológicas como Netflix, que reconoce que ver una hora de sus contenidos en España supone una emisión de 55 gramos de CO₂, el mismo que hacer cuatro bolsas de palomitas en un microondas.
Vilajosana apela a las grandes compañías digitales a "hacer que estos sistemas sean más eficientes enérgicamente". Gracias al estudio, el equipo ha recomendado a la UOC diferentes ideas para ahorrar energía y reducir la huella de carbono digital, como disminuir el número de máquinas encendidas para sostener el sistema, que siempre es más elevado del necesario, o un sistema de apagado automático del Campus Virtual desprendido de un tiempo de desconexión.