La telemedicina puede definirse como la prestación de servicios de atención médica por parte de los profesionales de la salud que utilizan tecnologías de la información y comunicación (TIC) cuando la distancia es un factor importante, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Un estudio realizado por la Asociación Médica Americana (AMA) revela que cerca del 75% de las visitas que se realizan a médicos o servicios de urgencias «son innecesarias o podrían ser manejadas de manera segura y efectiva por teléfono o videoconferencia».
En este contexto, este servicio, que venía viviendo un auge durante los últimos años, se ha disparado a raíz de la Covid-19 por varios motivos. Uno de ellos, evitar el colapso de los hospitales con consultas que se pueden atender vía telemática. Otro de los que más impulso está dando a este tipo de atención a distancia es el miedo de los propios pacientes a acudir a los centros en un entorno de pandemia.
Un claro ejemplo lo encontramos en el Centre d’Assistència Primària Fortuny de Reus, donde el médico de familia Pierre Arcelín explica al Diari que «más de la mitad de las consultas que hacemos diarias, unas 30, son no presenciales. Cuando hablo por teléfono o por email con el paciente, si no le puedo solucionar el problema, le cito para el mismo día o para el siguiente».
Antes de la crisis sanitaria, en el CAP Fortuny –como en la mayoría de ambulatorios– ya se hacían algunas llamadas telefónicas a los pacientes, pero sólo cuando eran de urgencia, para saber si éste podía desplazarse hasta el centro de salud o tenía que ir el médico a visitarlo a su casa. Además, hace un par de años que el Departament de Salut impulsó la consulta electrónica, a través de intercambios de e-mails entre médico y paciente.
La telemedicina plantea soluciones a los retos y desafíos que se presentan hoy en día, como el creciente aumento de la demanda de servicios de salud, el envejecimiento de la población o la necesidad de gestionar grandes cantidades de información, entre otros.
La otra cara de la moneda
Pero no todo es positivo. Algunos usuarios han sufrido, según explican, las consecuencias de la telemedicina. «No estar ante tu médico para explicarle lo que te pasa es un problema. Habrá cosas que se podrán solucionar por teléfono o con una videollamada, pero siempre es mucho mejor hablar con tu médico cara a cara, sobre todo las personas mayores que tenemos muchos problemas».
Ramón Sánchez, expresidente de la Associació de la Gent Gran de Reus i Baix Camp, tiene 85 años y, con una salud un poco delicada, ha tenido que acostumbrarse en los últimos meses a ser atendido, en muchas ocasiones, por su médico a través de una llamada telefónica.