Hoy se ha celebrado el juicio contra La Sang y La Soledat, con el objetivo de esclarecer si ambas entidades actuaron de acuerdo a la ley a la hora de modificar el nombre de la propiedad de la iglesia de Natzaret y de la Casa de la Sang. El procedimiento judicial tiene lugar a raíz de una demanda civil de un congregante y ex subprefecto de La Sang, Josep Maria Fortuny, quien pide que se considere nula la escritura de 2018, cuando representantes de ambas entidades acudieron al notario para modificar la propiedad de los inmuebles y, en lugar de ser solo de La Sang, pasarán a ser también titularidad de La Soledat. Según los testigos del juicio, nunca se acordó hacer esta operación.
El juicio, que se ha celebrado en el juzgado de primera instancia número 8 de Tarragona, no ha contado con la declaración de los principales implicados en el asunto, como son el demandante Josep Maria Fortuny, y el principal representante de La Sang, el hasta hoy prefecto, mosén Josep Queraltó. La vista sí que ha contado con los testigos de cuatro congregantes que han tenido varios cargos en las diferentes juntas directivas de La Sang. En un principio eran cinco testigos, pero uno de ellos, a última hora, ha decidido no acudir, «por problemas de ansiedad y estrés, ocasionados por este procedimiento judicial», explicaba la abogada del demandante.
Los hechos juzgados se remontan al año 2018, cuando el prefecto de La Sang, mosén Queraltó, decidió presuntamente «de forma unilateral y a espaldas de la congregación que presidía» cambiar la propiedad de los inmuebles de La Sang y escriturarlos también a nombre de La Soledat, congregación que nace en 1876 de la mano de La Sang, y que desde 2014 es una entidad independiente, con personalidad jurídica propia. Queraltó justificó el cambio de nombre alegando que, en el año 1987, cuando La Sang inmatriculó el inmueble en cuestión a su nombre, se había producido un error. «En ese año, Queraltó no era ni congregante de La Sang. ¿Cómo lo sabe él que hubo en error? En 40 años, nunca se ha comentado», ha dicho esta mañana, a la salida del juzgado, Josep Maria Fortuny, quien ha añadido que «las cosas tienen que hacerse bien y las decisiones se tienen que tomar con el consentimiento de los socios».
Lo más sorprendente de todo es que ni la junta directiva ni la general tenían constancia de esta operación hasta cinco años después. Un testigo, Josep Ignasi Boada, subprefecto de La Sang entre 2015 y 2020, ha explicado durante el juicio que se enteró del cambio de nombre en septiembre de 2023. «Me llamó un compañero pidiéndome explicaciones. Había ido a buscar una nota simple al registro civil y se encontró con la noticia de que la propiedad era compartida», ha explicado Boada.
Por su lado, Maria Grau, también testigo del juicio y subprefecta de La Sang desde hace dos semanas, ha relatado que «nos quedamos sorprendidos e incrédulos. Le dijimos a Queraltó que los congregantes tenían que saber lo que había hecho. Él no quería. Tenía miedo a salir en los medios de comunicación». Al final acabaron convenciéndole.
Piden la nulidad de la escritura
Los testigos han relatado como el tema de la propiedad de los inmuebles siempre ha generado discusiones y discrepancias entre ambas congregaciones. Son entidades independientes, que comparten espacio. Los testigos han explicado que los gastos corrientes, como el agua y la luz, corrían a coste de ambas congregaciones, pero que los costes de mantenimiento y conservación del inmueble iban a cargo de la Sang, hasta 2014, cuando el Arzobispado, a través de un decreto, determinó que estos gastos tenían que compartirse.
Según los testigos, pese a no haberse acordado nunca el cambio de la propiedad, Queraltó hizo todo lo que estaba en sus manos para modificar el nombre el patrimonio de la Sang. Incluso se sacó de la manga una archicofradía, que nunca vio a la luz. Aseguran que el prefecto nunca les explicó que había hecho el trámite.
Por su parte, el abogado de La Soledat ha basado su escrito de defensa alegando que no hacía falta el vistobueno de la junta general para llevar a cabo el trámite, solo el acuerdo de la junta directiva, cosa que, según él, sí que hubo. Además, opina que Fortuny trata el asunto como un asunto civil de propiedad privada, cuando se trata de un bien eclesiástico, que ambas congregaciones usan con fines religiosos.
Ahora, Fortuny pide a la jueza que la escritura de 2018 quede nula y que, tanto la iglesia de Natzaret como la Casa de La Sang, vuelvan a ser propiedad exclusiva de La Sang.
El arzobispo escogerá mañana nuevo prefecto de La Sang
Mosén Queraltó sorprendió la semana pasada mandando su carta de dimisión como prefecto de La Sang al arzobispo de Tarragona, Joan Planellas. Lo hacía después de nueve años en el cargo y a las puertas del juicio en el cuál está implicado. La carta explicaba que su dimisión se hacía efectiva a partir del día de hoy
Según ha podido saber el ‘Diari’, el arzobispo de Tarragona nombrará durante el día de mañana nuevo prefecto. La congregación de La Sang ha tenido que presentar tres propuestas y será Planellas el encargado de escoger el mejor perfil.