«En algunas partes, las aceras son muy estrechas y las hay que miden dos palmos justos. Antes, esta era una urbanización privada y pensamos que, probablemente, el promotor original usó esas medidas reducidas para ganar terreno para las casas y venderlas con más jardín», apunta el presidente de la Associació de Veïns El Pinar, Ton Sotorra.
Esta parte de la ciudad, dentro del distrito 9, destaca como zona con aceras «especialmente angostas», lo mismo que los distritos 5 –parte de Horts de Miró y Muralla– y 10 –que recoge núcleos como Mas Carpa–, donde más del 50% no son accesibles. Así lo refleja la revisión del Pla de Mobilitat Urbana (PMU), que especifica que un 23,12% de las aceras de Reus no alcanzan la anchura mínima.
En concreto, de ese 23,12%, un 2,98% –que representan 9,91 kilómetros lineales– las califica el estudio directamente como «no accesibles», con una amplitud inferior o igual a los 0,9 metros. El 20,24% restante –69,6 kilómetros– son aceras de entre 0,9 y 1,8 metros, «no accesibles según la Orden VIV/561/2010», que fija que los itinerarios peatonales deben «poseer una anchura libre de paso no menor de 1,80 metros, que garantice el giro, el cruce y el cambio de dirección de las personas independientemente de sus características o del modo de desplazamiento».
Pese a todo, el análisis del estado de las calles considera que «el espacio para viandantes en Reus es bastante generoso, ya que hay un predominio de aceras amplias» y que «la plataforma única y las de más de 1,8 metros de ancho libre suman el 76,88% de todas las aceras del municipio». Las que ofrecen una amplitud por encima de 2,5 metros, tal como expone el documento, «suman 196,86 kilómetros, un 57,25%».
Preguntado sobre las implicaciones de la estrechez de las aceras en El Pinar, Sotorra comenta que «hay casos en los que es un problema, especialmente, por ejemplo, a la hora de salir con un carrito de bebé», y constata que, al margen de las dimensiones de la zona para circular a pie, «todos tenemos puestos vados».
En algunas calles, «quizá sería una opción retirar la tira de aparcamiento para ganar acera», aunque «la mayoría de los desplazamientos los hacemos en coche y seguramente lo más molesto son los patinetes que suelen salir por la calzada a contradirección».
Pero hay otros barrios que, sin localizarse en los distritos más afectados, también tienen aceras muy precarias. Lo sabe el presidente de la Associació de Veïns L’Harmonia del Carme, Josep Machado, que indica que «en la calle Sant Francesc están fatal, pequeñas e incluso con baches» e «igualmente son estrechas en Sant Benet, Alt del Carme, Baix del Carme, Closa de Freixa, la del Sol, la del Estel...».
Ante esto, «los peatones tienen que bajar a la calzada» y «en el barrio tenemos algunas personas que van en silla de ruedas y se tienen que poner delante de los coches para poder pasar y que el tráfico espere», precisa el presidente vecinal.
Además, «si es alguien mayor que necesita andar con alguien el lado que le acompañe, es imposible» y «se han dado caídas» .«Bajo mi punto de vista, las calles a un solo nivel pueden ser una buena opción, como ya se está haciendo en algunos lugares», señala Machado.
Recientemente, vecinos de la Urbanització Pàmies reclamaban también pacificar el tráfico en los alrededores por razones semejantes y la Asociación de Personas con Diversidad Funcional de Reus emprendió hace meses una cruzada con recogida de firmas para que se alcance el 100% de la accesibilidad.
En este sentido, los distritos 1–núcleo–, 4 –parte de Horts de Miró y del Carrilet– y 7 –Mas Abelló o Mas Iglesias– son, según el Pla de Mobilitat Urbana, los que más espacio ofrecen al peatón. El 70% de sus vías estarían correctas, aunque Mas Pellicer ha denunciado también reiteradamente inconvenientes de este tipo.
Pero, ¿cuándo se considera accesible una acera? El PMU especifica que «las estrechas no lo son porque las personas que se desplacen en silla de ruedas u otros elementos que dificulten la maniobrabilidad y que suponen un esfuerzo físico, como carros de la compra o cochecitos infantiles, no podrán usarlas y se verán obligadas a ir por la calzada».
En este sentido, el ejecutivo municipal ha venido desarrollando, al menos hasta el momento, el plan Reus Ciutat Inclusiva, que se fija como finalidad detectar y paliar los puntos negros.
Motos, terrazas, heces o contenedores
Elementos relacionados con el mobiliario urbano son los principales obstáculos en la vía pública, tal como recoge la revisión del Pla de Mobilitat Urbana de Reus, que enumera los más frecuentes: farolas, palos eléctricos, señales de tráfico, cajas eléctricas, papeleras o bolardos. Incluso «un contenedor en la calzada pero cerca de una acera muy estrecha puede considerarse obstáculo».
A menudo, la reubicación de estos elementos «requiere obra, porque prestan servicios básicos». Pero hay otros, como «motos aparcadas en las aceras o terrazas de bar»; así como consecuencias de actos incívicos, como excrementos de animales, y también baches. Los semáforos de botón pueden generar dificultades.