«Si uno quiere aparcar, tiene que acabar pagando. Cuando busco zona blanca, cada vez es más complicado. Puedo pasarme 15 minutos dando vueltas y, a veces, es para nada», explicaba ayer José Luis Garrido justo después de haber encontrado, «por suerte», sitio para dejar su coche en la calle Antoni Gaudí.
La ampliación de los contenedores de basuras, la pacificación de calles o el despliegue de carriles bici han mermado los metros de estacionamiento gratuito en los últimos meses.
Antes de estos cambios, según los datos del estudio de ciudad elaborado para el nuevo Pla de Mobilitat Urbana, Reus contaba con cerca de 24.045 plazas blancas a lado y lado de la calzada, más otras 2.435 entre parkings disuasorios y solares. Consultado al respecto, el Ayuntamiento asegura no disponer de información sobre cuántas se han perdido recientemente.
Fuentes municipales defienden que «la apuesta por políticas como las de proximidad y movilidad sostenible comportan cambios de uso del espacio público que redundan en ventajas individuales y colectivas». Obras que ahora están en marcha, como las que se ejecutan ya en el entorno de la plaza del Víctor, eliminarán más aparcamiento en línea.
El consistorio no habilita nuevos disuasorios desde agosto de 2020, cuando creó el de la calle Falset. El máximo diario de los parkings subterráneos de la red municipal lleva una década congelado en los 4 euros.
También desde su vehículo, otra conductora, Alba Sabater, contaba ayer que habitualmente «casi ya ni me planteo mirar si habrá algún sitio gratis libre, sobre todo cuando voy con las niñas; voy directa al parking de pago porque, salvo algunas zonas que uno ya sabe, es complicado», aunque aseguraba que «luego lo comparas con Tarragona y aquello está casi peor». Y José Manuel Corbacho, que cada día hace el trayecto hasta Reus para ir a trabajar, lo tiene claro: «Han colocado todos los contenedores en zona blanca, cada año hay menos plazas y en el centro ya resulta imposible del todo estacionar».
En cuanto a las basuras, la entrada de la contrata Reus Net a la prestación de servicio supuso pasar de 1.888 a 2.285 contenedores para los vecinos, por lo que la vía pública tuvo que absorber 397 nuevos cubos. Su instalación levantó quejas por la percepción de que muchos ocuparon sitios de aparcamiento gratuito.
El Ayuntamiento detalló entonces que el incremento de superficie dedicada a alojar contenedores se correspondía con aproximadamente 215 metros lineales: el crecimiento fue de 4.375 a 4.590. Y precisó que los depósitos también se habían puesto sobre plazas de zona azul –el municipio tiene unas 1.874 en superficie– o incluso en áreas de carga y descarga.
El consistorio recuerda que «la implantación del nuevo contrato de recogida y limpieza facilita a la ciudadanía la recogida selectiva, cuestión que contribuye a la mejora de los niveles medioambientales de la ciudad».
Las últimas reformas en algunas calles, como las de Tetuan, Joan Ramis o Canal, en la zona del Carrilet, supusieron la ampliación de aceras en detrimento del aparcamiento en línea. Y bajo esa misma idea se trabaja en el radio de la plaza del Víctor.
Algo similar ha ocurrido con los carriles bici, que han reordenado la zona blanca o se han construido directamente sobre ella. El último impulso a la red ciclable, que todavía se está tejiendo, preveía añadir 30 kilómetros más a los tramos ya existentes.
Fuentes municipales señalan que estos dos tipos de intervenciones se están realizando «en el marco de la estrategia de impulso de la movilidad sostenible». Y destacan, en este sentido, que en todo caso «persiguen como objetivos principales la mejora de la salud de la ciudadanía y la lucha contra el cambio climático a partir de la reducción de las emisiones contaminantes y la mejora de la calidad del aire en la ciudad».
«Aquí vendría bien un disuasorio»
Las dificultades para encontrar parking gratuito no se producen solo en el núcleo de Reus. En algunos barrios, como en Mas Iglesias, «ya se está notando que tenemos muchos problemas para aparcar», explica el presidente de la Associació de Veïns El Roserar, Francesc Jornet.
Y es que las limitaciones al tráfico a motor «acaban repercutiendo aquí» porque «mucha gente opta por dejar el coche en esta parte y continuar andando hasta el centro». Esto se añade a que «para poder poner algunos carriles bici, han quitado las plazas blanca que había en determinadas calles y entonces la capacidad ha bajado».
Jornet explica «un caso» que ejemplifica la problemática. Estos días, «un vecino que estuvo buscando y no encontraba sitio para aparcar, tuvo que hacerlo en el área reservada para el colegio», relata. Y cuenta que, «cuando fue a retirar el coche, a las siete y media de la mañana, el hombre se encontró con una multa pese a que era tan temprano que la escuela no había abierto».
Los vecinos reclaman al gobierno local que «transforme en un aparcamiento disuasorio el solar del barrio donde se suele poner el circo, en la calle Jaume Vidal i Alcover, porque es necesario. Pero nos dicen que no», critica Jornet. La ciudad cuenta con una decena de disuasorios, de dimensiones diversas, que funcionan a pleno rendimiento por dinámicas similares a las que se dan en Mas Iglesias.