«Han pasado de la gratuidad a cobrar 40 céntimos el kilovatio, que es un abuso, y yo ya he dejado de cargar en las estaciones del Ayuntamiento», lamenta Adrià Pié, un reusense conductor de coche eléctrico.
El servicio de recarga en los parkings municipales subterráneos, que había sido históricamente gratis –más allá del importe del estacionamiento, al que se aplica un 25% de descuento para que el máximo diario no supere los 3 euros–, cuesta 0,40 euros el kilovatio desde este enero.
Así lo anunció el gobierno, que argumentó la decisión por un incremento de la demanda y del precio de la electricidad. Con esto, el coste de los subterráneos se equipara al de los puntos de zona azul, donde enchufarse era de pago desde 2020, tal como indicó el consistorio. La tarifa levanta quejas.
Para Pié, esos 0,40 euros el kilovatio son «excesivos, demasiado», teniendo en cuenta que «se trata de un servicio que presta el Ayuntamiento y que debería ir encarado a las personas en lugar de acercarse a lo que cobran las eléctricas. Si no, ¿cuál es el sentido?».
Este usuario hace cálculos y señala que «si un coche tiene 64 kilovatios y el coste es de 0,40 euros por kilovatio, cargarlo te puede salir por alrededor de 25 euros, más los 3 euros de estacionar si es que estás solo un ciclo dentro del parking, para poder recorrer unos 400 kilómetros».
«Me sale más a cuenta un cargador en casa»
«Si es así, seguramente me sale más a cuenta instalar un cargador en mi casa», expone, y sostiene que «las eléctricas están cobrando a unos 0,45 o 0,50 euros el kilovatio, que es prácticamente lo mismo». Además, Pié afirma que «a menudo, muchos de los cargadores estaban estropeados o funcionaban mal» y que «deberían reemplazarse y no se hacía».
Con datos del Ayuntamiento, en 2022, la red municipal de aparcamientos sirvió 13.958 recargas a 935 usuarios, con más de 4 millones de minutos de recarga en total.
Otro conductor, Nicolás Talavera, que es de Els Pallaresos y emplea ocasionalmente los cargadores, apunta que «yo no estoy en contra de que se pague, pero de lo que sí estoy en contra es del precio». «Hay que diferenciar las cargas rápidas de las lentas y ajustar el precio de unas y otras», valora, y dice que «si no se distingue, salvo quien tenga necesidad real, la gente dejará de recargar».
