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Medio siglo ‘abrazando’ el recuerdo de doce viajeros de Riudoms

Riudoms. La importancia del Beat Bonaventura para su ciudad natal hizo que
un grupo de riudomenses viajase hasta Roma en 1972 para recuperar sus restos

18 noviembre 2022 12:18 | Actualizado a 18 noviembre 2022 14:30
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Más de mil kilómetros separan Riudoms de la capital italiana. Una distancia factible hoy en día, pero hace 50 años se trataba de una verdadera travesía. En ella se embarcaron doce riudomenses con la intención de recuperar los restos del Beat Bonaventura, el más ilustre vecino del municipio.

Miquel Baptista Gran, de la calle de la Butxaca, nacido a principios del siglo XVII, fue beatificado muchas décadas después por su labor como fraile franciscano y la fundación del convento de San Bonaventura al Palatino, entre otros. Anteriormente, había estado en Sant Miquel d’Escornalbou y otros sitios de culto tarraconenses, pero su camino empezó en Riudoms y, por ello, fue todo un hito para el pueblo que un grupo de ‘viajeros’ se atreviese a ir hasta Roma para regresar a casa con los restos del Beat Bonaventura. Por su valentía y empeño, desde 1972, la devoción popular por el religioso tiene su razón de ser en la capilla de la Parroquia de Sant Jaume Apòstol.

Fueron seis las parejas que emprendieron el viaje desde Riudoms: Josefina Casadó y Salvador Pellisé, Maria Dolors Salvat y Josep Maria Pellisé, Maria Teresa Guinjoan y Antònio Gispert, Maria Teresa Llaberia y Joan Anton Martí, Maria Dolors Benavent y Josep Maria Torrell, y Maria Dolors Domingo y Lluís Torrell, que entonces era el alcalde. Distribuidos en un Simca, un Seat 1800 y, lo más importante, una furgoneta estrenada para la ocasión, llegaron hasta Barcelona y allí subieron al barco con el que cruzarían el Mediterráneo hasta la costa italiana.

El reto de los doce riudomenses fue más complicado de lo que parecía al principio. Maria Lluïsa Torrell, hija de Lluís Torrell y Maria Dolors Domingo, recuerda que «estuvieron varios días porque les pusieron bastantes problemas, pero al final pudieron traerlo y fue un hito para todos». A su regreso, varios autoares de conciudadanos fueron a recibirles a la ciudad condal y, de camino a Riudoms, volvieron todos escoltados por la Guardia Civil. «Cuando llegaron fue una fiesta nunca vista, todas las calles estaban engalanadas y la multitud les esperaba en la plaza», explica Torrell.

Así, de cara a este mes de noviembre de 2022, empezaron a preparar un acto conmemorativo para celebrar y hacer honor a la efeméride: 50 años desde que los 12 viajeros devolvieron los restos del beato a su ciudad natal. «Nos lo sentimos muy nuestro, aunque sea lejano en el tiempo, es como si fuese coetáneo nuestro», expresa el Mosén Rafael Serra, rector de la parroquia de Riudoms.

Un encuentro entre ayer y hoy

50 anys de l’arribada de les despulles del Beat Bonaventura: records d’un viatge. Bajo este título, desde la Confraria del Beat i L’Om-FemSafareig.cat organizaron la conmemoración, con la colaboración del Ayuntamiento, para el pasado viernes. «Hace ya un año que empezamos a plantear un acto de agradecimiento a las personas que fueron, es importante para mucha gente que vivió aquel momento y es muy bonito su recuerdo», cuenta Margarida Mallafrè, una de las impulsoras de la iniciativa desde la cofradía.

Su coordinación con el medio local fue clave durante todos esos meses para lograr el montaje final, a partir de las entrevistas a diferentes testimonios, la recuperación de las imágenes de archivo y la selección cronológica de cada fragmento de su historia. «Yo soy un testimonio más, les expliqué lo que recordaba, porque entonces tenía 13 años, y sobre todo pude proporcionar muchas fotografías del viaje», explica Maria Lluïsa Torrell. «Hablé con mucha gente del pueblo y les hacía ilusión volver a recordarlo en este acto», afirma también Mari Lis Torrell.

Con ello, el Casal Riudomenc llenó su aforo gracias a conocidos, familiares y una multitud de riudomenses dispuestos a mantener viva la memoria del Beat Bonaventura. Los periodistas Paula Montalvo y Lluís Bages fueron los conductores de la presentación, mediante una narración que se alternaba con imágenes del viaje y las voces de sus protagonistas. Era tal la emoción del público que la interacción entre la pantalla y el espectador parecía real, algo solo justificable con un pasado compartido y unos recuerdos ‘contados’ de generación en generación.

Durante la conmemoración, Salvador Pellisé, conductor de la furgoneta, recordó la dura travesía marítima a causa de la mala mar y la emoción desbordada al entrar de nuevo a la plaza de la Iglesia. Ya se escuchaban las campanas de Sant Jaume y atrás quedaban 11 días de viaje hasta Roma, ida y vuelta, y numerosas anécdotas, desde una multa de tráfico a descubrir la Costa Azul o pasar hambre en los conventos. Y, sobre todo, una reafirmación que va más allá del tiempo: «pedían que se devolviese, que solo serían 6 años y han pasado 50», en palabras de Maria Teresa Guinjoan.

Además, la presentación incluyó imágenes inéditas de los doce viajeros grabadas en 1972, recuperadas tanto de archivos familiares como del Fons Documental de Catalunya. Pese a la calidad de la imagen, el impacto de captar el momento justo -y la relevancia que tuvo para todo un pueblo- evidencia su función para con la memoria histórica, religiosa y popular de Riudoms todavía a día de hoy.

La bienvenida a ‘casa’ del Beat Bonaventura fue un grito unánime de fe y fidelidad, tras más de 314 años desde su partida hacia Roma. A su vez, fue un acontecimiento histórico en la provincia de Tarragona. «Aquel día, Riudoms cambió, su regreso consolidó su presencia en el imaginario popular y puso una nueva piedra en la construcción mental de todos», señala Sergi Pedret, alcalde del municipio.

«El gozo que se vivió aquel día, con la llegada de la furgoneta a la plaza, es algo que ha quedado en la memoria del pueblo», concluye Mosén Serra. Es más, la figura de Miquel Baptista Gran permanece en las conversaciones de la gente, el estandarte en blanco y marrón ‘viste’ los balcones -para los actos festivos y a lo largo del año- y las tradiciones en su nombre configuran el sentimiento de pertenencia de todo riudomense.

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