El cierre de bancos deja locales vacíos y difíciles de recuperar en Reus

Las particularidades de estos espacios, que exigen obras para albergar otro tipo de negocios, complican su salida. Desde 2015, cerca de 40 oficinas han desaparecido

01 febrero 2022 11:00 | Actualizado a 01 febrero 2022 14:30
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Alrededor de 40 sucursales bancarias han cerrado en Reus en los últimos seis años, según los datos del registro del Banco de España, que reflejan, a fecha de septiembre de 2021, 25 oficinas aún activas en la ciudad. Más allá de la relevante repercusión social, el repliegue del sector tiene también consecuencias comerciales: deja en las calles locales vacíos y de compleja reactivación que, con frecuencia, acaban acumulando largas temporadas vacantes y degradando la imagen de la zona.

«No hace tanto, la banca tenía muchas oficinas porque ese era su punto fuerte comercial, y proliferaba en número de sucursales porque pensaba que eso le hacía mejor, pero ahora el punto de vista es el contrario y su presencia se minimiza», explica el experto inmobiliario Manuel Sosa, que recuerda que estos espacios «se empezaron a suprimir ya cuando se produjeron las fusiones y las absorciones bancarias y se vio que en tan solo 100 metros de calle podían juntarse dos o incluso tres oficinas de la misma entidad».

Los locales vacíos que han resultado de todos estos movimientos «tienen unas particularidades que hacen que sea difícil ocuparlos porque estaban muy preparados para prestar un servicio concreto». Retirar, por ejemplo, el sistema de puertas de un banco «puede costar miles de euros y ya es una inversión más que quien se quiera poner allí quizá debe hacer, y que no está al alcance de todos», apunta Sosa. Todo ello coincide con que «desde la perspectiva de los propietarios, antes no había mejor cliente que un banco porque pagar, pagaban. Y muchos nunca pensaron que esos inquilinos saldrían de sus locales». Además, ahora, «el tipo de oficina también se ha transformado y ya no hay aquello de un trabajador tras un mostrador sino que se habla de ‘stores’, lugares agradables en los que más de uno hace la broma de si puede ir a tomarse un refresco y a leer el periódico».

La situación la conoce también bien Jacint Pallejà, presidente de El Tomb de Reus, que mantiene que «una cosa está clara: hay una gran cantidad de locales de bancos» e indica que «en la ley de la oferta y la demanda, cuando hay una cantidad grande, o bajas mucho el precio o siempre es más difícil de colocar; y posiblemente haya establecimientos más o menos atractivos en cuanto a su ubicación». «Debemos tener en cuenta que hay dos tipos de rotación de locales: una en la que con poco esfuerzo económico se puede abrir un negocio completamente nuevo y otra en la que se necesita mucha obra, que no es cuestión solo de darle una nueva capa de pintura». Los de las sucursales bancarias «son espacios que tienen una cierta especificidad, por ejemplo en el tipo de puertas, en las zonas de cajeros, en la seguridad... y hay algún comerciante que dice ‘¡ostras!’», añade el presidente de El Tomb, que dice que «todos esos posibles ocupantes que busquen locales de fácil incorporación no van a fijarse en estos». Por otro lado, «cuando alguien se quiere instalar en un determinado lugar, si prioriza la ubicación y se lo puede permitir, quizá se interesa por una antigua oficina de banco; pero entonces se trata de un perfil que se puede interesar por todo y que puede elegir entre lo que quiera».

Su impacto en las calles

Además, tal como precisa Pallejà, «hay locales que siguen siendo propiedad de los bancos y otros que eran alquilados y, con los primeros, a veces las entidades no tienen prisa por buscar quien los ocupe». Y «las personas que eran dueñas de espacios donde hubo bancos quizá se han vuelto algo más exigentes». Sobre la impresión que genera en las calles la proliferación de establecimientos de este tipo que han quedado vacantes, el presidente de El Tomb de Reus indica que «ningún local vacío resulta bienvenido, independientemente de cómo sea» y precisa que «también hay que decir que, en la ciudad, se están recuperando muchos locales en general».

Por su parte, Meritxell Barberà, presidenta de la Unió de Botiguers de Reus, valora que «locales de este perfil encajan más con comercios de grandes dimensiones, mayores de lo que estamos acostumbrados. Sería cuestión de que empresas grandes o que tienen el punto de venta en los polígonos se instalasen aquí y los aprovechasen», añade, y dice que, «por ejemplo pienso en muebles, en electrodomésticos, en productos voluminosos o que necesitan superficie». «Ahora mismo, para el comercio más local, quizá no es sencillo hacer inversiones como las que estos espacios requieren», concluye.

De sucursal a panadería

Pero también hay antiguas sucursales bancarias que han encontrado recientemente un nuevo uso. Desde hace algunas semanas hay obras en el interior de la que acogió el BBVA entre la calle Llovera y la plaza del Condesito. Allí abrirá a finales de febrero una cafetería que, si no hay cambios, se llamará ‘92 grados, panadería y degustación’. «Hemos tenido que hacer bastantes obras para adaptarla», cuenta Leo, la persona que pondrá en marcha el negocio, que dice que la de salvar los escalones de la entrada ha sido una de las intervenciones. «La ubicación compensa lo que tendremos que hacer», opina. La cafetería pedirá poder contar con terraza.

El presidente de la Federació d’Associacions de Veïns de Reus (FAVR), Marcos Massó, explicaba hace pocos días a este rotativo que el cierre de bancos afecta sobre todo a las personas de edad avanzada y que «la desaparición de sucursales no beneficia a nadie». «Es un despropósito el trato que ofrecen a los mayores», lamenta Massó, que dice que «en zonas como Sol i Vista, Pelai o Montserrat cuesta encontrar siquiera un cajero» y que «una máquina no es la solución porque usarla no es fácil y es frecuente que la gente mayor se líe». Las 25 oficinas de Reus se concentran en 15 calles. Y el secretario de organización del sindicato USITAC, Alfred Maza, a través de su Federació de Jubilats, denuncia que «si es difícil vender o alquilar los locales, los bancos podrían usarlos como centros sociales para la comunidad; no estaría mal y sería una forma de revertir algo en la sociedad».

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