¿Recuerda el día que decidió ir a vivir a Madrid?
No recuerdo el momento exacto, pero si la época y las razones que me llevaron a ello. Tras la disolución de Baked Beans me sentí bloqueado, era una extraña sensación de orfandad y parálisis que me hizo ver que necesitaba una revolución en mi vida, un renacimiento, aunque no fue fácil tomar la decisión y empezar de cero. Afortunadamente, mi pareja en ese momento, Elisabeth, fue muy importante a la hora de animarme a dar el salto y le estaré eternamente agradecido por ello.
El tarraconense Paco Enlaluna le hizo de anfitrión.
Nos abrió las puertas de su casa, donde vivimos las primeras semanas, y también de la ciudad. Nos presentó a la que sería la base de nuestra familia madrileña la primera noche, en la que fuimos a un concierto de Paco, luego salimos a tomar unas copas y la fiesta se alargó casi dos años.
¿Cómo se ganaba la vida?
Mi primer trabajo fue de programador del Café Colonial, un lugar muy especial por donde pasaron muchísimos artistas que más tarde darían el ‘salto’. En ese lugar actuábamos todos en ese momento. Ahí pude conocer a Miguel Ríos y Manolo Tena. También hice algún que otro trabajo como figurante para cine y televisión.
¿Ha vivido muchas vidas en Madrid?
Sin duda. He sido músico callejero, poco después me convertí, sin pretenderlo, en cantante de orquesta y me recorrí muchísimos pueblos, de Guadalajara y Zamora, que para mí fue un máster para coger tablas en el escenario y aprender a gestionar públicos hostiles. También viví una época maravillosa en los años de Malacabeza en la que vivíamos casi como una comuna. Tocábamos en la calle, en el metro, no teníamos un duro, pero éramos muy felices. En 2014, empezaría para mí, tras un impás de seis meses haciendo versiones de The Beatles en Canarias, mi última reencarnación, mi carrera en solitario.
¿Ha alcanzado el sueño que perseguía?
Mentiría si dijera que cuando me trasladé a Madrid no lo hice con la aspiración de firmar ese contrato que me permitiera cierta repercusión y poder vivir exclusivamente de mi música. Luego descubres las trampas que hay en el camino. Cuando aceptas eso y caminas sin esa presión autoimpuesta del ‘éxito’ asociado al reconocimiento masivo es cuando te das cuenta de que estás donde debes estar. En estos 20 años he aprendido el oficio y creo haber escrito unas cuantas canciones de las que puedo sentirme orgulloso.
Su primer concierto en Madrid fue en Malasaña.
Sí, en un lugar llamado Zocotroco, donde compartí escenario con El Pollito de California y Eva Hache, por ejemplo. Durante meses el Colonial fue mi casa, luego llegó el Libertad 8. He tocado en casi todas las salas míticas de Madrid, Galileo, Clamores, Caracol, Maravillas, etc. Y he tocado en la calle y en el metro mucho tiempo, algo que recomiendo a todos los músicos. Es muy reconfortante arrancar una sonrisa a alguien que va cabizbajo a las 8 de la mañana a trabajar, de las cosas más reconfortantes que he vivido.
¿Con qué músicos se ha codeado?
He trabajado y tengo muy buena relación con Billy Villegas y Basilio Martí, miembros de la banda de Antonio Vega durante muchos años. He conocido a Jorge Drexler, al propio Antonio Vega, Coque Malla, Raimundo Amador, Quique González, Leiva, Tarque, David Summers, Amaral, Zucchero o Brian Ferry. He grabado con Rulo, Lichis, Rozalén o Marwan y puedo decir que me han venido a ver en directo Dover, Dani Martín o Melendi. Pero mis mejores amigos en Madrid dentro de la música son artistas que juegan en mi liga, tan talentosos o más que los anteriormente mencionados, como Esther Zecco, Nadia Álvarez, Edu Vázquez o Jon Talón.
¿Con qué se queda de estas dos décadas en Madrid?
Sin duda, con la llegada de mi hijo, Neo, que es mi presente más luminoso. Pero, como decía, he vivido muchas vidas y diferentes épocas que he explotado al máximo, con sus picos y valles. He disfrutado la ciudad, la vida bohemia y la música. He aprendido a reinventarme y he crecido como músico y persona. He conocido a personas maravillosas en su mayoría. Algunas se han quedado y otras pasaron y dejaron su poso. Haber podido vivir con y de la música quizás sea mi mayor conquista.
¿Su single ‘20 años’ es un resumen de todo eso?
Es la canción de mayor duración que he editado hasta la fecha. 7 minutos y 17 segundos para resumir 20 años de vida. No he sido capaz de comprimirlos más y se han quedado muchas cosas en el tintero, pero creo que es un resumen honesto y muy significativo de estos 20 años en Madrid. Como se suele decir, «no están todos los que son, pero son todos los que están».
¿Sus planes de futuro pasan por seguir en Madrid?
La llegada de mi hijo ha cerrado el círculo de mi relación con Madrid. Un catalán afincado en Madrid que, tras 20 años, tiene un hijo madrileño. Llegué con casi 30 años y este cumplo 50, el año que viene se cumplen mis 30 años en la música... Siento que estoy en un punto de inflexión en mi vida, en un momento de cambio de prioridades. Mi vida a corto plazo seguirá en Madrid, si bien ahora gran parte del grueso de mi trabajo lo tengo en Tarragona. Paso una tercera parte del año en Tarragona y no tengo ni idea de dónde estaré en unos años.