El Mercat Central de Reus consigue un volumen de ventas «estable» a lo largo del año. Así lo confirma el representante de los paradistas, Ildefons Vidal. A pesar de haberse producido cierres de paradas, ya sea «por jubilación y decisiones de empresa –acota el también paradista–, tenemos picos de venta muchos de nosotros». Los que tocan, como es su caso, el sector de la pesca salada, las ventas van «muy bien» en Semana Santa. Como balance de los meses de verano, Vidal destaca que, mientras años anteriores las ventas «iban a la baja al irse mucha gente de vacaciones», últimamente notan que las ventas «se van manteniendo» y están satisfechos por ello. «Tenemos muchos clientes en el mercado que tienen segundas residencias en la costa o la montaña y que, por suerte, hacen una compra quincenal y bastante contundente», resalta.
Sobre el supermercado Veritas y la cafetería contigua expresa que no han notado mayor afluencia todavía: «Irán consiguiendo objetivos más adelante suponemos». «Con la cafetería Zero Gluen ADN Sistaré y Soho, la zona de degustación de la pescadería Tarraco Sea Food, por otro lado, sí que hemos visto que, de alguna manera, el mercado crece en cantidad de personas que vienen a comer y a tomarse algo. Eso siempre nos beneficia a nosotros los paradistas», valora Vidal, quien añade que estos están consolidados con algo más de un año en marcha y atraen a un «público específico».
Álex Olivera, encargado de Soho, explica que el proyecto es un área de degustación: «Trabajamos con la pescadería Tarraco Sea Food y el balance de todo este tiempo es positivo y sería aún mejor si el horario se alargara un poco más, afianzaríamos más clientela».
«No somos un bar»
Su filosofía es «de la lonja a la plancha»: «La gente compra el pescado fresco aquí y nosotros le añadimos una guarnición y listo». Disponen de una carta con una selección de pescado y marisco, así como productos ecológicos, entre otros, y lo maridan con vinos, cavas y vermuts. «Algunas de las propuestas de más éxito son los mejillones a la plancha, el tartar de salmón y aguacate o el de atún, e incluso, las ostras». Estas últimas están «muy solicitadas» sobre todo por los turistas: «Nos vienen de ámbito estatal y extranjeros, alemanes, franceses e ingleses».
Dentro del Soho promueven lo que ellos acuñan como ‘tardeo’, en el que aprovechan los jueves y los viernes por la tarde (18-20 h), en conjunto con el mercado, para ofrecer música en directo. «Podemos captar a público familiar y, de momento, hemos encajado bien aquí; no somos un bar, sino un área de degustación de producto fresco y de calidad».
Por su parte, el concejal de Promoció Econòmica, Innovació i Coneixement, Josep Baiges, expresa que «ir a comprar al mercado es mucho más que una acción comercial, es una instalación donde comprar tiene que convertirse en una experiencia». Se encuentra producto de calidad, pero «el auténtico valor añadido es el trato humano, con una atención personalizada». «Pocas semanas antes de celebrar el 75º cumpleaños del Mercat Central –recuerda el edil– es bueno reivindicar la capacidad que ha demostrado la instalación de adaptarse al cambio que le ha tocado vivir, proyectando su referencia y fortaleciendo su oferta».
«Cerramos la tienda en la calle Ample por la subida de alquiler, pero mantuvimos la parada en el mercado»
«Este verano cerramos la tienda que teníamos desde hace seis años en la calle Ample por la subida del alquiler, pero hemos mantenido la parada que ya teníamos en el Mercat Central. No se puede ganar dinero para solo pagar el alquiler». Así resume Montserrat Guinovart Bigorra los últimos movimientos del negocio familiar, la Carnisseria Bigorra. Ella pertenece a la segunda generación y su hijo, a la tercera, y también está en activo.
Guinovart reconoce que tienen suerte de dar servicio a una clientela que vuelve, que está afianzada. «Estábamos muy bien en la calle Ample, es una vía especial, porque está llena de servicios, pero reflexionamos, fue una decisión de empresa, por decirlo así», relata. En agosto ya les volvían a subir el alquiler y los impuestos «nos matan», fueron sumando y «el jornal se quedaba en nada», y pensaron en seguir solo en el Mercat Central. Se quiera o no, añade, el equipamiento les hace «de paraguas». Cerraron la tienda de barrio con un balance «muy positivo», fueron años «productivos», pero la coyuntura actual les ha «empujado a cerrar».
Guinovart ha pasado 50 años trabajando en el mercado. «He visto cómo ha evolucionado todo y ahora, en el mercado, hay que incentivar a que la gente venga, poner facilidades... A nosotros nos hacen encargos por WhatsApp e incluso los entregamos a domicilio».