Poner al día las zonas verdes, embellecer las calles, recuperar espacios tomados por el incivismo o atajar las ocupaciones y atraer a residentes son algunos de los objetivos que han llevado a varias asociaciones de vecinos a desplegar proyectos propios para incidir directamente en la mejora física de sus barrios.
En ciertos casos, los vecindarios abordan por ellos mismos las necesidades a las que el Ayuntamiento no dio respuesta o complementan lo que hizo. Y en otros, incluso han despertado el interés del consistorio, señalan, por exportar a más sitios las ideas que encabezaron.
«La Junta dimos una vuelta por el barrio y apuntamos las carencias que observamos en el verde de las plazas, las calles... Y comprobamos que faltaban árboles que habían ido muriendo, que crecían hierbas y que los alcorques vacíos se llenaban de basuras y creaban peligro», explica Montse Casanova, vocal de la Associació de Veïns La Mineta.
A partir de ese recorrido, el año pasado, la entidad elaboró un primer inventario de puntos en los que actuar. Y desarrolló la iniciativa Barri Florit, «para mejorar el aspecto de nuestras casas y de La Mineta en general».
Barri Florit se inspira en el programa internacional Viles Florides –Reus forma parte de él aunque «en algunos barrios no se ve»– y pretende que «los vecinos se animen a colocar flores en sus balcones pero, también, podamos sacar macetas a la calle para que el entorno tenga un aspecto más cuidado, y que alguien se haga responsable de su riego».
De entrada, tal como detalla Casanova, «en su momento acudimos al Institut d’Horticultura y nos atendieron muy bien. Nos explicaron que, si el Ayuntamiento lo viese conveniente e hiciese el encargo, podrían plantar flores. Y nos expusieron las diferentes opciones en cuanto a plantas que tal vez nos encajarían». «Nos gustaría que esto saliera adelante», destaca la vocal de la asociación de vecinos, que dice que «en algunas partes del barrio, la gente ha empezado a decorar sus casas con flores. Así, la imagen mejora».
También en Mas Iglesias los vecinos están pendientes de las áreas ajardinadas. La Associació de Veïns El Roserar, tal como detalla su presidente, Francesc Jornet, llevará a cabo el último sábado de abril una acción para dar nuevas plantas la rosaleda, que ha quedado considerablemente mermada y precaria en los últimos tiempos.
Pero la entidad trabaja en algo mucho más grande: «Estamos elaborando un proyecto ambicioso y extenso para dinamizar el parque del Roserar y el Centre de la Imatge Mas Iglesias (CIMIR)», señala Jornet, que destaca que estos planes se tejen junto a otros actores y se darán a conocer próximamente.
Recuperar la plaza y las viviendas
Por otro lado, la Associació de Veïns Reus Nord apuesta por una intervención algo distinta y singular. Ante el malestar que generaba en el vecindario la presencia de personas que consumían alcohol en la plaza del Víctor, la entidad optó por empezar a desarrollar en ella, algunos fines de semana, lo que denominó ‘mediodías de poesía y música’. Y el problema, que parecía haberse cronificado, «por suerte, se ha resuelto», explica el presidente de la asociación, Josep Ramon Ferré.
«Modificando los usos de la plaza, ha cambiado también la gente», explica Ferré. «Seguretat intervino con lo que estuvo en su mano y nosotros colaboramos con los recitales de poesía, y parece que lo hemos logrado», añade.
Ya hace alrededor de dos años que la propuesta cultural y cívica está en marcha y «tiene muy buena acogida», expresa el líder vecinal, que recuerda que durante las obras de pacificación de la plaza del Víctor la cita se ha trasladado a la plaza de la Llibertat.
Y en el barrio del Carme, la acción transformadora de la Associació de Veïns L’Harmonia pone el foco en rehabilitar las viviendas envejecidas para que lleguen nuevas familias y revertir, así, la eclosión de ocupaciones ilegales. «Empezamos a buscar a gente interesada en adquirir edificios en los que había que hacer obras, remodelarlos y venderlos o quedarse a vivir.
Miramos a través de contactos y hablando incluso con bancos», relata el presidente de la entidad vecinal, Josep Machado, que detalla que «ha habido mucho interés» y «hasta la concejalía de Urbanisme nos ha comentado que quiere hacer en otros sitios lo que hacemos en El Carme».
«Un ejemplo es una casa que había cerca de las calles Sant Francesc y Sant Benet, que era conflictiva porque estaba ocupada y tuvimos que tapiarla. Ahora se ha vendido y estamos más tranquilos en todo el barrio», añade Machado.
Actualmente «hay varias obras de reforma en marcha» y ya se completaron «algunas decenas de ellas» en los últimos tres años, celebra. Y aplaude que «bastantes nuevos vecinos se han instalado en el barrio, hay menos casas vacías y, tan cerca del centro, estamos incrementando población y creciendo».
El registro de quejas
Las áreas en las que los vecinos implementan mejoras coinciden con algunas de las que motivaron más quejas al Ayuntamiento en 2022. El año pasado, según los datos municipales, limpieza (603) y vía pública (322) coparon más de la mitad de las 1.813 sugerencias ciudadanas formuladas a la administración local. Jardinería (203), aguas y plagas (151), seguridad (94) y señalización (87) también preocupan.