Empezó uniendo recortes de revistas y fotografías como un juego y, bastante tiempo después, Anna Franco descubrió que sus ‘manualidades’ eran más que cosas de niños y se abrió a una técnica artística, rica en improvisación, creatividad y originalidad.
¿Cómo se inició en el collage?
Siempre me ha gustado hacer cosas manuales. Incluso, cuando apareció la televisión, yo prefería hacer cosas de recortar y enganchar; lo único que no sabía es que se llamase collage porque antes no se denominaba todo como ahora. Desde pequeña ya recortaba personajes de una revista y les enganchaba un diálogo de otra, me entretenía con ello y dibujando. Después, he tenido varias fases, pero hace 4 o 5 años fui al Montbriart y allí vi a unos artistas que estaban haciendo un taller con niños sobre esto y me explicaron que eso era hacer collages.
Y se aficionó.
Al día siguiente, me sumé al taller y estuve un par de horas haciéndolo, perdí la noción del tiempo porque me gustó mucho. Uno de ellos, el reusense Albert Roca, me aconsejó unos calendarios que se llaman Los días contados, de los que hicieron varias ediciones, y son una serie de imágenes, cada día una diferente, sobre las que la gente utiliza su imaginación para crear otra cosa diferente. Luego se suben en un blog y me acostumbré a hacerlo durante dos años, hasta que dejaron de editarlos.
Y ahora, ¿en qué se inspira?
Los hago por mi cuenta, cuando estoy inspirada; normalmente, voy a mercadillos de antigüedades y suelo comprar revistas antiguas, que tienen fotografías muy bonitas, me gusta mucho la imagen en blanco y negro para combinarla con cosas de muchos colores, elementos que sea un poco surrealistas.
¿Qué busca transmitir con sus obras?
Muchos de ellos no tienen ningún significado, es tu imaginación la que se lo da o, simplemente, no tiene porqué significar nada. Hay uno que representa a las mujeres que huyen de la guerra, otros son más abstractos , como uno planchando una piedra o una sopa de ojos... Tengo muchos, pero para la exposición elegí unos cuantos aleatoriamente. Eso sí, según tu estado de ánimo o si estás más inspirado o menos, las obras lo reflejan.
Al final, son rompecabezas con piezas dispares.
Sí, pueden encajar de muchas maneras y hay diferentes técnicas. Hay gente que utiliza madera, trozos de tela... en sus collage; es algo muy libre. A mí me resulta más cómodo este formato y casi todo lo hago sobre papel. Me paso todo el día recortando, pero hay muchas posibilidades de materiales.
¿Cómo es su proceso creativo?
A veces, tengo una idea e intento plasmarla con diferentes recortes; pero lo que me pasa mucho es ver una fotografía e imaginármela recreada en formato collage. Suelo coger elementos modernos y otros antiguos, intento que sean combinaciones divertidas y curiosas.
¿Es la primera exposición que ha hecho en la ciudad?
A través de una compañera del Ayuntamiento, que sabía que yo hacía collage, me propuso hacer una exposición en alguno de los centros cívicos y, como fui funcionaria y estuve 45 años trabajando de cara al público, también tengo ese vínculo de cariño y, por eso, me hizo mucha ilusión. Sobre todo, porque los ha podido ver gente joven, quienes considero que son el principal público objetivo del collage. Es una técnica enfocada a que abras la mente.
¿Qué le ha supuesto entonces?
Quería que la gente de Reus pudiese conocer el collage, que viesen que no todo es fotografía o pintura. También para que conociesen lo que hago, pero, al final, sigo creando porque me divierte; no lo hago para ganarme la vida o con intención de venta. Soy feliz en el proceso y me olvido de todo lo demás.
¿Haría más colaboraciones a nivel local?
Sí, de hecho, seguramente este año vuelva a apuntarme al Montbriart de Montbrió del Camp porque allí conoces a mucha gente, artistas y, también, vienen muchos turistas. Así, abres una gran ventana para que conozcan tus obras y, a su vez, es una forma de enriquecerte como artista. Igual que esta exposición también es un altavoz, siempre puede haber alguien interesado en contactar contigo.