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Abren la fosa de beneficencia del cementerio de Reus para exhumar los restos de Cipriano Martos

Tras casi 50 años, la familia del antifranquista recuperará su cuerpo. La operación completa durará dos meses y medio

12 diciembre 2022 14:39 | Actualizado a 12 diciembre 2022 23:30
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La intervención arqueológica para localizar y extraer los restos del militante antifranquista Cipriano Martos Jiménez (Maldonadillo, Granada, 1942 - Reus, 1973), que falleció tras padecer torturas en el cuartel de la Guardia Civil y fue enterrado en secreto por las fuerzas del régimen en una fosa de beneficencia del Cementerio General de Reus, ha comenzado.

Las máquinas trabajaban ya ayer en el espacio perimetrado en el que se llevará a cabo la exhumación, cuando están a punto de cumplirse 50 años del crimen. La previsión es que las tareas se alarguen alrededor de dos meses y medio hasta quedar completadas al 100%, aunque los huesos aparecerán con toda probabilidad antes.

Los técnicos han calculado que habrá que retirar –y, posteriormente, inhumar de nuevo con «toda la delicadeza»– entre 25 y 60 cuerpos para acceder al de Martos, que se encuentra en principio en la fosa 11, columna 67 norte del camposanto. Junto a él están bajo tierra unos 100 difuntos más y dentro del área de operación, cerca de 174. Las tareas fueron adjudicadas a la Associació de Tècnics en Investigacions Culturals i Socials (ATICS). El Departament de Justícia, Drets i Memòria invertirá en ellas aproximadamente 90.000 euros a través del Pla de Fosses 2020-2022.

La familia de Martos llevaba desde el momento de su asesinato reclamando que se identificaran y recuperaran los restos del sindicalista para darles sepultura en Huétor Tájar. El hermano de Cipriano, Antonio Martos, acudió ayer al cementerio y pudo observar la puesta en marcha de las excavaciones en la fosa, que ha sido vallada y cubierta con lonas.

Emocionado, Antonio calificó la intervención como «un poquito de movimiento para aclarar las injusticias de los 80 años de franquismo que ha habido, y digo 80 porque la transición también fue dura». «Me siento agradecido con todo el que trata de que esto vaya adelante», apuntó, y precisó que «esto es una pequeña pincelada para remover las injusticias y que cada uno tenga los honores que se merece».

«A mis padres les quedó el dolor»

Antonio recordó «el dolor que les quedó a mis padres por no poder ni ver los restos ni tenerlos donde ellos están». Y precisó que la exhumación también «trata de aclarar tantísimas mentiras de la Guardia Civil» porque «a todo el que intentó hacerlo en su momento se le cerró la puerta y, a quien se asomaba, se le prevenía diciéndole que su camino iba a ser el mismo que había llevado Cipriano».

Cipriano Martos, nacido en Maldonadillo, tuvo que emigrar pronto para huir de la miseria de la posguerra. Fue jornalero en Morón de la Frontera, minero en Teruel, empleado en fábricas textiles de Sabadell y Terrassa y encofrador en Reus. Llegó a la capital del Baix Camp, donde se instaló en la calle Pubill Oriol, cuatro o cinco meses antes de los hechos. Espoleado por la situación de precariedad y represión de la dictadura, desde joven estuvo afiliado a los sindicatos Comisiones Obreras (CCOO) y Oposición Sindical Obrera (OSO). Era también un republicano que militaba en el Partido Comunista Español Marxista-Leninista (PCE M-L) y en el Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP).

Tenía 31 años cuando falleció tras haber ingerido líquido corrosivo en el cuartel de la Guardia Civil de Reus, donde fue interrogado y torturado después de que le detuvieran por repartir propaganda en Igualada. La agonía por la ingesta de ácido se alargó más de 20 días en el Hospital Sant Joan. Sus allegados no pudieron acompañarle en ningún momento, ni siquiera despedirse de él ni asistir a su entierro, pese a implorarlo.

Su hermano pidió ayer que «esto no quede aquí» sino que se haga extensivo a «todas las víctimas que hubo, porque después de su muerte hubo firmas para más». Sobre la exhumación, añadió que «el interés es que sea financiado por el Estado; que el que lleve las riendas del gobierno se haga cargo de la inversión que haga falta para sacarlo y llevarlo al pueblo con mis padres, que sea responsable subsidiario».

Los trabajos en la fosa 11 deberán ser escrupulosos. El director general de Memòria Democràtica de la Generalitat, Alfons Aragoneses, explicó ayer que «sería demasiado decir que cuando hallemos el cuerpo se hará justicia, pero al menos podremos restaurar la memoria de Cipriano Martos y entregar sus restos a la familia para que les dé digna sepultura».

En cuanto a las actuaciones programadas, avanzó que «primero se retirarán las capas más superficiales de tierra y, una vez que se encuentren los primeros cuerpos, con mucha delicadeza y respeto, se irá interviniendo hasta localizar el de Cipriano Martos».

El estudio antropológico y el ADN

«Se ha hecho una gran labor de documentación, a partir del libro del periodista Roger Mateos y de libros del cementerio y el Registro Civil, y varios técnicos han determinado que el cuerpo de Cipriano Martos, con una muy alta probabilidad, está en esta fosa. Tenemos expectativas muy altas de encontrarlo para identificarlo y entregarlo a su familia», dijo Aragoneses.

Los restos enterrados junto a Martos «son de personas que no están relacionadas directamente con la represión de la Guerra Civil», fallecidas entre 1971 y 1976, y «se volverán a colocar de manera muy ordenada donde estaban para que, si hay que volver a actuar en la fosa, sea lo más fácil posible».

En cuanto a los protocolos con los huesos que puedan corresponderse con el antifranquista, el director de Memòria Democràctica indicó que «hay que hacer un estudio antropológico, extraer las muestras de ADN (en la Universitat Autònoma de Barcelona), tratarlas y cruzarlas con las que cedió la familia». En este sentido, «conocemos datos» y «se realizó una autopsia –una singularidad que le diferenciaría– y hay características que pueden ayudar a los expertos», añadió.

Esa autopsia «determinó que Cipriano Martos había muerto por lesiones internas causadas por la ingesta de substancias químicas y, aparentemente, estas substancias no dejan rastro en los huesos, así que es difícil», pero «el análisis del cuerpo permitirá ver otro tipo de lesiones», aventuró Aragoneses.

«Sabemos que sufrió torturas y es probable que podamos conocer más sobre el infierno que padeció en el cuartel de la Guardia Civil de Reus», concluyó. El caso forma parte de la querella Argentina.

Desde el Ayuntamiento, la concejala de Serveis Generals, Montserrat Flores, expresó que «hace 49 años, hubo una persona, Cipriano Martos, que fue víctima de tortura y asesinato; y su familia fue víctima de una injusticia». «Hoy es un día de reparación», valoró, «para hacer el cierre emocional de aquella injusticia». Serveis Funeraris Reus i Baix Camp pone a disposición los medios que se le requieran para la exhumación.

Un retrato y la resignificación del monolito

Antonio Martos entregó ayer, a su paso por el cementerio, un retrato de su hermano Cipriano para incorporarlo al fondo del archivo municipal de Reus. Por otra parte, la concejala de Serveis Generals, Montserrat Flores, explicó que el monolito en memoria del sindicalista que se ubica en la fosa número 11 «se resignificará», de tal manera que «a partir del momento de la exhumación, ya no señalará que hay una persona enterrada allí sino que está previsto que haga una explicación de acompañamiento dejando constancia del entierro, en su momento, y de por qué se ha hecho la exhumación, gracias a la implicación tenaz de la familia».

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