Gerard Pagès es el presidente de la Associació de Polígons Industrials de Reus (APIR), una entidad que ejerce como altavoz de las necesidades de los empresarios asociados y a través de la cual se identifican y gestionan las problemáticas que atañen a dicho tejido profesional.
¿Cómo ha evolucionado el confinamiento empresarial?
Ha habido una evolución desde los primeros días del estado de alarma. Al principio, pocas empresas cerraban, se mantenían en el 80% de actividad y a la espera de medidas más concretas. A medida que pasaba el tiempo, éstas fueron cerrando, había pocas de carácter esencial.
¿Se ha notado una mayor actividad tras la reactivación de las no esenciales?
Sí. Hemos visto empresas que han tenido que reabrir sus puertas y creemos que es por la problemática de los ERTE, de si están aceptados o no. Muchos los han tramitado, pero se alarga el tiempo la obtención de respuesta y desconocen si se hacen o no efectivos. Muchos, además, no pueden teletrabajar.
¿Qué inquietudes le llegan?
No hay permiso retribuido y los trabajadores han de volver a trabajar. De lo contrario, no tienen ingresos. La ambivalencia de lo que se dice sobre los ERTE desde el Ministerio de la Seguridad Social y el Departament de Treball, Afers Socials i Famílies de la Generalitat también crea cierta confusión. Los créditos solicitados no llegan. Hay empresas sin financiación ni entrada de dinero y están obligadas a abrir. Afecta a todo tipo de empresas, especialmente a las pymes y pequeños autónomos. La incertidumbre viene de no saber hasta cuándo durará la tesorería.
Hay perfiles muy variados.
En el caso de las empresas de servicios hay bastantes complicaciones: los operarios han de entrar en casas de otras personas para hacer su trabajo, y muchos de estos clientes no están dispuestos a arriesgarse y dejar entrar a nadie. Es muy lícito. Además, con el cambio de normativa, en el que la empresa es responsable de la infección de uno de sus trabajadores, se preguntan si se les puede enviar a trabajar o no.
¿Se les garantiza EPIS a las empresas?
Llevan guantes. Pero si tienen mascarillas es porque las han tenido que buscar por su cuenta.
¿Cómo valora la cumbre de reactivación económica, así como la creación de mesas sectoriales, impulsadas por el Ayuntamiento?
El Ayuntamiento, como apoyo empresarial municipal, ha estado a la altura. Fue diligente al mover ficha y actuar de forma proactiva con las mesas. A través de ellas podemos aportar propuestas, aunque hay una libertad de actuación relativa. Por eso hay que hacer un frente común para actuar a nivel supramunicipal.
¿Qué medidas inició la APIR a raíz del estado de alarma?
Información. Hacemos llegar a los asociados un boletín informativo para traducir todos los textos del Boletín Oficial del Estado (BOE) o modificaciones legislativas que los afectan directamente. El volumen de asociados se mantiene en una cincuentena. Por suerte, contamos con una junta muy coral, de diferentes polígonos, que está muy implicada. Hacemos un buen balance de nuestra trayectoria. Sí que es verdad que las problemáticas de los polígonos no se solucionan de un día para otro. Hay muchas propuestas que estudiar y hay que unirse para hacer presión y cumplir objetivos.
Tenían proyectos en activo que, tal vez, se han pausado por la situación. ¿En qué punto está la llegada de fibra óptica a los polígonos, por ejemplo?
Tuvimos una reunión con diferentes concejales en febrero y tomaron nota de varios asuntos. La fibra óptica ha llegado a la mitad de polígonos de la quincena que hay en total; respecto a la llegada del transporte público, el Ayuntamiento está estudiando activar un servicio a la carta, han de analizar la demanda. También destacamos como puntos clave los que tienen que ver con la limpieza de polígonos y la gestión del problema de las raíces de los árboles cuando crecen. La unificación de polígonos es otro asunto en el que también estamos trabajando.
¿Cómo ven el futuro próximo?
Hay buenas expectativas. Las empresas del APIR son viables y esperamos que la situación no se prolongue mucho. Creo que tendremos una recuperación rápida: a diferencia de la crisis de 2008, antes del coronavirus la facturación de éstas era buena.
