Si vienen más años malos, que vendrán, van a encontrarse con que son peor recibidos. Al mal tiempo, peor cara. No hemos aprendido a sobreponernos, que según Rilke y según cualquier personas que no haya leído a Rilke, es lo más importante que se puede hacer. Además es la única manera que tenemos de superar las adversidades, por mucho que ellas nos rebasen. Algunos lo hemos intentado y todavía no hemos muerto en el intento, pero es algo desagradable que el esfuerzo dure tanto. En España todo pasa, pero después y los prólogos son larguísimos. Rajoy y Puigdemont, a pesar de que no tienen nada de que hablar, han quedado en reanudar el diálogo. Mientras, Pablo Iglesias y Alberto Garzón se ponen de acuerdo para cargarse lo que queda del PSOE. Todos traman algo pero el tiempo avanza sin detenerse para escucharles. Parece como si lo suyo no fuera lo nuestro y nunca nos explican de qué hablan. Total, que la víspera se ha vuelto un avispero.
Debemos resistir, pero que nadie crea eso de que equivale a vencer porque quien resiste no gana, sino que pierde más tarde. Cela lo sabía, pero lo disimulaba para no desanimarnos. Cosas del gran Camilo, que las tenía buenas y malas. Incluso algunas ajenas, ya que su eslogan de resistir hasta que llegue el triunfo lo dijo con bastante anterioridad don Antonio Machado: «Todo el que aguarda sabe que la victoria es suya». Ya falta menos para las próximas elecciones generales, que algunos deseaban distanciar más, pero que parecen inavitables. Las cosas no podían seguir como estaban y no va a haber otro remedio, que ojalá no sea peor que la enfermedad. Nos va a costar un pico y una pala para enterrar a tantos líderes de pacotilla, a tantos aforados y a tantos golfos, pero no debemos preocuparnos por eso. No debe desanimarnos que el boquete sea más grande, sino que no quepan todos los que se han llevado fuera el dinero. Panamá tiene consulados en todas partes, pero sus diplomáticos no llevan plumas en la cabeza. Les basta con una pluma estilográfica para firmar y firmar y seguir firmando. Hasta que no quede nada de lo que no es suyo.