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Parejas LAT

09 marzo 2025 19:28 | Actualizado a 10 marzo 2025 07:00
Martín Garrido Melero
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Hoy en día las palabras importantes se escriben en inglés y en gerundio. Por ejemplo, nos gusta mucho más decir renting que una palabra tan clásica como arrendamiento, que es lo que es, y además es más española porque tiene dos erres; o leasing, en vez de una tan larga como arrendamiento con opción de compra, que impresiona. En cambio, dices renting o leasing y quedas como un tío moderno que sabe de qué va la vida. Las parejas LAT es también la abreviatura de un gerundio inglés «Living apart together», cuya libre traducción en idioma castizo sería algo así como juntos, pero no revueltos.

La prensa cita este fenómeno como un nuevo y apetecible concepto de familia, en que cada uno de los miembros de la pareja vive en sitios diferentes, pero comparten algún tiempo en común, es decir, que viven y no viven en común.

Se dice que eso fomenta el deseo de verse, evita los riesgos de la convivencia continua, deja un margen de libertad a los dos, y permite que cada uno haga su vida por separado y que incluso que decore como le parezca su domicilio sin contar con el otro.

Como toda palabra en inglés suena a moderno y a no a algo tan casposo como el vivir en el mismo lugar día y noche. No hay datos concretos de este tipo de uniones, pero algunos se atreven a afirmar que casi un 8 por cierto de las relaciones de pareja (sean matrimoniales o no) son de este tipo.

Aunque ahora nos parece muy moderno, en realidad, la propia relación matrimonial se mantenía porque existían, vamos a llamar, tiempos muertos. El viajante, el marino, el emigrante, eran claros casos de personas que vivían durante un tiempo más o menos prologando e intermitente fuera del domicilio común, y gracias a eso, podían mantener «hasta que la muerte nos separe», eso sí, con ciertos anticipos temporales.

Escribía el casi ya desconocido Enrique Jardiel Poncela que las palabras importantes se escriben con h, como los hijos, mientras que el amor se escribe sin h. No le faltaba razón, el amor existe, es una fuerza de la naturaleza, pero por mucho que nos empeñemos poco o nada tiene que ver el matrimonio con el amor.

Se dice que fomentan el deseo de verse, evita los riesgos de la convivencia continua, deja un margen de libertad a los dos, y permite que cada uno haga su vida por separado

No queremos decir que en la vieja institución matrimonial no haya afecto, cariño, apego o necesidad, y que incluso puede tener un sustrato amoroso, pero el amor como tal queda fuera. Algo que curiosamente se tuvo muy claro en otras épocas en las que una institución «para toda la vida» tenía que fundamentarse no en la pasión sino en algo muy distinto, que, en muchos casos, fue el puro patrimonio.

Se dice que en las parejas LAT prima el amor sobre otra cosa y que por eso en una unión más intensa que la clásica matrimonial. Pero la relación no es siempre tan romántica y desinteresada como se quiere hacer ver.

Algunas de estas uniones en realidad obedecen a una pantalla falsa. Dos personas quieren vivir juntas, pero disimulan, por la sencilla razón que si se demuestra este hecho uno de los dos va a perder su pensión compensatoria derivada de la ruptura de una relación anterior. Y uno por el amor hace todo, pero perder la pensión del ‘ex’ parece excesivo.

En otros supuestos, y sobre todo si la duración ha sido larga, vemos que la muerte de uno de los miembros (o incluso la ruptura) lleva a reclamar derechos que derivan de la clásica relación convivencial (living together), es decir, que quieren ser tratados como una pareja de las de siempre.

¿Debe ser así? ¿Debe percibir una pensión? ¿Debe ser considerado legitimario y tener derecho a una parte del patrimonio del fallecido? ¿O debemos considerar que hay que estar a las duras y a las maduras? Les dejo a ustedes que den su opinión.

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