Las campanadas de Nochevieja en la Puerta del Sol de Madrid han abierto 2025 con una encendida polémica. La tendencia española a configurar bandos irreconciliables resulta una constante recurrente que hay que conllevar con resignación y cierta perspectiva. Broncano y Lalachus triunfaron en el fin de año y eso parece que ha indisgestado los langostinos a más de uno.
La exagerada reacción de determinados sectores de la derecha católica por una supuesto delito de odio y una ofensa a los sentimientos religiosos, a raíz de la exhibición de una estampita de la vaquilla de Gran Prix sobre una imagen del Sagrado Corazón de Jesús, ha alborotado las redes sociales.
Hay que tener la mente retorcida para montar un escándalo con esta broma, pero se revela hasta qué punto este segmento de la sociedad ultraconservadora está a la defensiva -otras veces se han llevado a cabo montajes similares y no se ha organizado esta escandalera- y vive alejada de las coordenadas culturales y vitales de las nuevas generaciones.
Esta España del 2025 se ve marcada por esta controversia, que no hace sino reflejar una potente ‘guerra cultural’. Lalachus había deseado en su programa para 2025 que ojalá nadie opinase de los cuerpos ajenos y Broncano pedía «vivienda asequible» para el nuevo año. Y nadie parece que ha reparado en estos necesarios mensajes llenos de compromiso. Hay veces que el humor refleja el devenir de una sociedad, sus inquietudes y sus preocupaciones. También su evolución. En España, un país de tradición católica, la pérdida de peso de la Iglesia es un proceso progresivo muy relevante en los últimos años y el grado de hostilidad que demuestran determinadas reacciones son seguramente la punta del iceberg de lo que se está gestando.
Televisión Española, que se ha colocado en el punto de mira de estas asociaciones católicas y de Vox, emitió por primera vez el 28 de octubre de 1958 con un discurso del entonces ministro de Información y Turismo, Rafael Arias-Salgado. Tan solo pudo verse en Madrid capital. La fecha elegida para el estreno no fue casual, estaba cargada de simbolismo. El 28 de octubre era la festividad de Cristo Rey y víspera del aniversario de la fundación de la Falange. Una exhibición de coros y danzas y varios informativos del Nodo completaban la programación.
Sirva esta digresión histórica para confirmar el espectacular cambio registrado en la sociedad española a pesar de los nostálgicos de las tinieblas. Este 2025 va a conmemorar el 50º aniversario de la muerte de Francisco Franco y de la apertura del proceso político que culminó con la aprobación de la Constitución de 1978.
Un aniversario del que se va a ausentar el primer partido de la oposición, el PP, por considerar que constituye una maniobra de distracción del Gobierno de Sánchez para ocultar sus problemas con la corrupción. Pero lo cierto es que el aniversario es redondo y coloca a los populares en un territorio incómodo para un partido que se envuelve en la bandera de la herencia de la Constitución. Dejar a la izquierda el monopolio del relato antifranquista es un error estratégico para su propia imagen de cara al futuro.
Quizá venga bien recordar otro acontecimiento que también se produjo en 1956, esta vez en junio. El Partido Comunista una de las columnas vertebrales de la oposición al franquismo, hacía una solemne declaración en la que apostaba por la reconciliación nacional para resolver de forma pacífica y democrática el ‘problema español’ y «terminar con la división abierta por la Guerra Civil y mantenida por el general Franco». Se asentaba la idea de ‘nunca más’.
Es verdad que la Historia no se repite y que a veces solo rima. Pero ahora que algunos trivializan con la polarización de las dos Españas conviene recordar esta idea original e incipiente de la concordia, que abrió una gran discusión en la izquierda española y desembocó en el espíritu de pacto de la Transición.
La España de hoy, afortunadamente para todos, nada tene que ver con la de 1956, aunque a algunos parece que no les importaría echar hacia atrás la moviola del tiempo.