Hoy, como periodista, toca entonar un mea culpa. Lo hago tras leer un informe de la ONG Care International que asegura que la cobertura combinada de noticias sobre las diez crisis humanitarias más ignoradas en 2020 fue menor que la de la candidatura del artista Kanye West a la Presidencia de los EEUU o la del festival de Eurovisión, y que esas tragedias recibieron una atención 26 veces menor que el lanzamiento de la PlayStation 5. Sin comentarios. Bueno, en realidad es mucho lo que hay que comentar.
Entre estas crisis se hallan la de Burundi, el quinto país más pobre del mundo, donde la combinación de eventos climáticos extremos, inestabilidad política e inseguridad ha ocasionado el desplazamiento de más de 135.000 personas; o la de la República Centroafricana, «asolada por décadas de conflicto armado y pobreza desenfrenada, una serie interminable de desastres naturales y una pandemia», dice la ONG, que añade que el país se dirige a un precipicio, con más de la mitad de su población dependiente de ayuda humanitaria. También podríamos hablar de las crisis de Guatemala, Madagascar, Malaui, Pakistán, Papua Nueva Guinea, Zambia… Como ven, desgraciadamente hay dónde elegir. Tanto, que la ONU pronostica que al menos 235,4 millones de personas en todo el mundo requerirán ayuda humanitaria este mismo año, en un contexto en el que los países donantes están disminuyendo sus partidas debido a la Covid-19. Me uno al fallecido Forges en su lucha por no olvidar Haití, y pido que tampoco eludamos estos dramas como si no existieran. Solo hablando de ellos será posible –aunque no fácil– buscar soluciones.