En el debate de ayer Rajoy aceptó suspender las reválidas, así que los alumnos de Joan Tardà, profesor de Secundaria, debían ponerse contentos. En cuando a Tardà mismo, fue el de siempre, fogoso como cuando militaba en Bandera Roja y el PSUC.
Su desafío muestra lo cerca que estamos del choque de trenes. No acepta el diálogo si no es sobre el referéndum. No asistirán a la negociación de mejora de la financiación autonómica; y si el TC inhabilita a Carme Forcadell, anuncia que el Parlament votará ratificarla.
Imagina ya, sin disimular la emoción, el día que la Policía o la Guardia Civil irán a detener a Forcadell y a Puigdemont, y no responde a la pregunta de Rajoy de si los políticos son los únicos que pueden saltarse las leyes y las sentencias que no les gusten.
Repite que en las grandes manifestaciones no se ha roto ni una papelera.
Quizá lo que pronto se rompa sea de más valor.