Penúltima instancia

El Cordobés se separa de la bella Martina tras medio siglo y la Pantoja vuelve a cantar

19 mayo 2017 19:39 | Actualizado a 21 mayo 2017 20:35
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Nos están creciendo los enanos políticos, pero no llegan a asomarse al futuro inmediato, que está al caer. Quizá por eso se suben unos encima de otros para divisar el porvenir. Los traqueteos de las finanzas mundiales han frenado el relativo optimismo que se expandió hace cuatro años, cuando creíamos que las cosas iban de peor en mal, que siempre es un avance. Ahora el Fondo Monetario Internacional nos avisa lealmente del peligro de un nuevo parón global, ya que se ha pinchado el globo y hay que rebajar el crecimiento. Estamos en el mismo trance que los calvos que se compran un específico entusiasta que promete hacer crecer el cabello, en cuyo prospecto se avisa de que si se nota un excesivo crecimiento, hasta el punto de que dificulta la visión, lo que hay que hacer es suspender el tratamiento por unos días. También Bruselas, que siempre nos critica por algo, ha extendido sus reproches por el ritmo de acogida de refugiados. Quizá pudieramos decir, en nuestra disculpa, que tenemos muchos que no han necesitado venir de lejos, ya que vivían cerca. En nuestro propio barrio.

Paciencia y barajar. El Rey es un buen ejemplo, ya que se dispone a ofrecer una nueva oportunidad a los portavoces de los partidos con representación parlamentaria para ver si es posible, de una puñetera vez -esto no lo dijo Felipe VI, que está muy bien educado-, que elijan un candidato. Si no lo consiguen habrá que convocar nuevas elecciones, con el riesgo de que se parezcan mucho a las antiguas. Y vuelta a empezar de arriba a bajo y de pies a cabeza. Únicamente hay una solución cuando las negociaciones fallan: seguir negociando. La vida empieza cada mañana; aunque se mueve mucho por la noche, se levanta como nueva. El Cordobés se separa de la bella Martina después de medio siglo y la Pantoja vuelve a cantar. El tiempo es circular y a veces se retrasa, pero acaba volviendo. Tan campante, a pesar de la mala vida que le seguimos dando entre todos los mortales.

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