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Nuestro estilo de vida y el estrés nos envejecen

03 febrero 2025 14:00 | Actualizado a 03 febrero 2025 14:02
Dra. Soledad Medina
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El envejecimiento de la piel es un proceso natural que todos experimentamos a lo largo de nuestras vidas. Sin embargo, entender las causas detrás de este fenómeno y sus consecuencias nos ayudará a tomar decisiones preventivas sobre el cuidado de nuestra piel y a buscar los tratamientos más adecuados. En ocasiones no somos conscientes de lo que realmente nos provoca este envejecimiento y las implicaciones que tiene para nuestra salud y apariencia. A medida que la piel envejece, puede volverse más delgada, menos elástica y más susceptible a daños.

El envejecimiento cutáneo puede estar relacionado con el desarrollo de ciertas enfermedades cutáneas, dermatitis crónica, queratosis actínicas, cáncer de piel. Por eso es muy importante analizar las verdaderas causas del envejecimiento cutáneo.

Para empezar, hay dos factores intrínsecos contra los que no podemos luchar. Por una parte, la genética, donde la herencia juega un papel crucial en cómo envejece nuestra piel. Algunas personas tienen una predisposición genética a desarrollar arrugas o flacidez más rápidamente que otras.
Y, por otro lado, las hormonas ya que, con la edad, los niveles hormonales, especialmente de estrógenos y testosterona, disminuyen, y afectan a la elasticidad y la hidratación de la piel.

Pero cuando nos referimos a los factores extrínsecos, los que nos afectan desde fuera, la cosa cambia, ya que en este caso sí que está en nuestras manos cambiar esos factores y mejorar nuestra salud.
Uno de los principales es la exposición al sol. La radiación ultravioleta (UV) es uno de los principales culpables del envejecimiento prematuro. La exposición prolongada al sol causa la aparición de manchas, arrugas y pérdida de colágeno, por lo que es imprescindible usar protector solar durante todo el año y en todas las edades.

En ocasiones no somos conscientes de lo que realmente nos provoca este envejecimiento y las implicaciones que tiene para nuestra salud y apariencia

La contaminación es otro de los grandes factores que alteran el envejecimiento de la piel. Las partículas contaminantes en el aire pueden dañar la barrera cutánea y contribuir a la formación de radicales libres, acelerando el proceso de envejecimiento. En la zona en la que vivimos, rodeados de industria y polución, es difícil poder frenar este factor, por eso, siempre que podamos debemos huir de las grandes ciudades y desplazarnos a zonas con más naturaleza para poder respirar otro aire de mejor calidad.

El estilo de vida que llevamos, con malos hábitos como el fumar, el consumo excesivo de alcohol y una dieta poco saludable pueden afectar negativamente la salud de la piel. Es importante saber que el tabaco, el alcohol y los alimentos procesados influyen negativamente en nuestra salud interior y exterior.
Y por último y no menos importante, el estrés.

Algunos estudios sugieren que el estrés contribuye a un porcentaje significativo del envejecimiento de la piel, y es uno de los factores importantes, junto con la genética, la exposición al sol, la contaminación, la dieta y el cuidado de la piel.

Cuando estamos estresados, nuestro cuerpo libera cortisol, una hormona que, en niveles elevados y prolongados, descompone el colágeno y la elastina, dos proteínas esenciales para mantener la piel firme y elástica. Esto conlleva la aparición de arrugas y flacidez. El estrés desencadena respuestas inflamatorias en el cuerpo, lo que lleva a problemas cutáneos como la dermatitis, eczema o psoriasis. La inflamación crónica también puede acelerar el proceso de envejecimiento.
El estrés a menudo interfiere con la calidad del sueño. La falta de descanso adecuado nos lleva a una piel más pálida y a la aparición de ojeras, lo que contribuye a un aspecto más envejecido.

Está en nuestras manos cambiar esa tendencia y mejorar la salud de la piel

El estrés aumenta la producción de radicales libres, son moléculas dañinas que pueden causar daño celular y acelerar el proceso de envejecimiento. Estos radicales libres afectan a la textura y el tono de la piel. El estrés interfiere con los ciclos naturales de regeneración de la piel, lo que puede resultar en una piel menos radiante y más propensa a los signos de envejecimiento.

En definitiva, nuestra manera de vivir y de relacionarnos nos está envejeciendo y no porque el envejecimiento sea en sí una enfermedad, sino que un envejecimiento prematuro y no saludable predispone a desarrollar algunas patologías de la piel y está en nuestras manos cambiar esa tendencia y mejorar la salud de la piel. Y ¿cómo lo puedo hacer? Llevando un estilo de vida saludable, realizando actividad física de forma regular, con una buena alimentación basada en la dieta mediterránea, abandonando el tabaco y el alcohol e introduciendo prácticas de relajación, para ayudar a reducir los niveles de estrés, tomando medidas preventivas como la aplicación de antioxidantes tópicos, cosmética regenerativa y fotoprotección solar para frenar el envejecimiento cutáneo.

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