Los que sobrevivieron a los campos nazis realizaron un juramento cuando pudieron ser liberados: que mientras vivieran contarían al mundo lo que habían visto y sufrido. Como lección para no repetirlo.
9.300 españoles fueron enviados a los campos nazis. El 60% fueron asesinados, como recuerda Jordi Font, director de Memorial Democràtic. Hay 17 identificados en El Vendrell a los que este sábado, en parte se les restituyó la identidad. Dejaron de ser números. Volvieron a casa. Algunos nunca lo hicieron en vida.
A las puertas de las casas en las que vivieron se han colocado las piedras de la memoria. En alemán se llaman las Stolperstein. Significa piedra de tropiezo. Como símbolo y lección para no volver a trastabillar. Porque la amenaza está al acecho. Más cerca que nunca.

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Esas piedras tienen grabado el nombre de la persona, año de fallecimiento, el campo al que fue deportado y si fue asesinado o liberado.
Los nombres
Joan Aliau Turdiu, Joan Aliau Vilanova, Salvador Esvertit Forcada, Rafael Manuel Jané Borràs, Joan Mallofré Nin, Pere Recasens Riambau, Josep Rius Fortuny, Jaume Socias Figueras, Jaume Tous Salvó y Joan Vallvé Tusquellas recuperan sus nombres.

Unas piedras que por las calles de El Vendrell deben dejar lecciones. «Las ciudades son educativas y explican historias», señaló el alcalde Kenneth Martínez. Con las Stolperstein dejan advertencias. Que no se vuelva a repetir.
Una prevención necesaria, como señala Joan Manuel Calvo, presidente de Amical Mauthausen. «Que sean un patrimonio al servicio de la educación. Que los jóvenes recorran las piedras». Porque hoy «hay discursos que recuerdan a los anteriores. Es más necesario que hace unos años».
Cada una de las piedras encierra una historia rota. Una familia destrozada que estuvo años sin saber qué fue del abuelo, tío, hermano, pareja que tuvo que huir para intentar salvar la vida y fue encerrado en la infamia.

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Para las familias que colocaron esas Stolperstein, el reconocimiento y la restitución ha llegado un poco tarde. Pero quizá a tiempo. Para seguir cumpliendo con el juramento
Ramon Arnabat, presidente del Institut Estudis Penedesencs, explica que hoy la mayoría de jóvenes desconocen qué fueron los campos nazis y banalizan el nazismo». Pero «el nazismo no fue obra de un loco, sino de una razón que fue seguida por miles de personas. Nadie está vacunado contra el nazismo y muchas veces empieza con anécdotas».
Por eso Joan Aliau Turdiu, Joan Aliau Vilanova, Salvador Esvertit Forcada, Rafael Manuel Jané Borràs, Joan Mallofré Nin, Pere Recasens Riambau, Josep Rius Fortuny, Jaume Socias Figueras, Jaume Tous Salvó y Joan Vallvé Tusquellas vuelven a estar presentes en El Vendrell.

Quizá para hacer tropezar a muchos. Pero es un advertencia. Juraron que contarían al mundo lo que habían visto y sufrido. Ellos y sus familias. Y que al intentar leer la inscripción de la placa hay que agachar la cabeza, en señal de homenaje. No es solo recordar la barbarie. Se les devuelve la dignidad. Se les devuelve a la casa que tuvieron que dejar y algunos no pudieron regresar.